
“Somos muy extraños los seres humanos, desde niños ya estamos en el plan de hacer grupitos, de excluir a otros y cuando uno escribe sobre esos temas, lo que pretende es señalar que estas cosas están mal y que cualquier niño diferente merece ser incluido”, comenta Javier Malpica (Ciudad de México, 1965) por su libro Los niños extraordinarios, donde reúne cinco historias de niños que viven acoso escolar, que enfrentan la muerte o que sufren un secuestro.
El autor confiesa que siempre parte de conflictos para iniciar un relato, en este caso, presentados en guiones teatrales editados por la editorial SM en su colección El Barco de Vapor. La primera historia del libro es de una niña bruja que no quiere realizar el examen de magia que demostrará a los hombres brujos que ella es una experta en el arte de los trucos.
“Publicamos a las brujas en épocas medievales o más antiguas y es una referencia a esa época en la que se le trataba mal a las mujeres, incluso sabemos que a las mujeres se les tachaban de brujas, no por gran cosa sino por ser mujeres diferentes, a veces por pensar de un modo y estudiar. Tenemos casos de mujeres que el intento de hacer algo, sobre todo hablando de estudios y conocimientos, tuvieron que marginarse o hacer otras cosas, está el caso de Sor Juana”, comenta Malpica.
Ese tema es algo que aún interesa, no es algo de lo que podemos decir que estamos libres, añade. “En estos tiempos nos hemos dado cuenta que el movimiento feminista está tomando fuerza porque las mujeres se dan cuenta que no acaba de darse la igualdad y el respeto. Qué mayor respeto que respetar las vidas e ideas de las mujeres”.
En otra historia de Malpica, un niño migrante es visto como un extraterrestre a quien le atribuyen poderes sobrenaturales.
“El bullying que ya es una palabra nueva y que en nuestros tiempos era ser acosado por los abusivos, siempre ha existido. En realidad, apartar a los que consideran diferentes en las escuelas o grupos, muchas veces ni siquiera tiene una razón para hacer este tipo de acosos, pero cuando es un niño que viene de fuera o tiene una particularidad como en el caso del cuento los empiezan a estigmatizar”, indica.
Para los niños, ver diferencias siempre será excusa de que los abusivos tomen rienda para hacer su acoso, molestar y aislar, agrega. “Eso hace que los niños se marginen, pero siempre vamos a encontrar un compañero del mismo dolor y nos vamos a apoyar. Los niños que se sienten aislados pueden sentirse de otro mundo, porque efectivamente los están aislando y llevando a otro mundo”.
En la historia Tres golpes, el autor cuenta el momento en que dos hermanos se dan cuenta que han muerto en un accidente.
¿Es complicado abordar el tema de la muerte en libros para niños?, se le pregunta a Malpica. “La pérdida de un ser querido es difícil para niños y adultos, es algo que está y no podemos ocultarlo. Trato de decir que en el fondo nos queda el cariño y los lazos que tenemos con los demás porque la verdadera muerte es el olvido y eso puede existir aun estando vivos, si alguien nos olvida estamos muertos para él o ella. Es un poco eso, el lazo que debe existir entre padres e hijos”.
-¿Por qué todos tus personajes buscan hacer una camaradería?
-Me gusta que la mente infantil hace que como autor y adulto puedas explotar el deseo de los niños por ver las cosas positivas en todas las circunstancias y, al mismo tiempo, los niños son muy resilientes.
“Siempre existe la energía positiva que hay detrás de cada niño, misma que hace posible una salida, eso permite que los personajes infantiles siempre tengan un toque de humor. Los niños por lo general nunca son trágicos, a diferencia de los adultos”, responde.
Como ejemplo, Javier Malpica menciona el relato “La venta”, donde un niño lobo es secuestrado, sin embargo, el pequeño le advierte al mafioso que su vida corre peligro porque no ha comido.
“Todas las historias arrancan con un conflicto entre los personajes y acaban por encontrar una empatía siempre. Los niños acaban por descubrir que conociendo al otro, su modo de pensar, pueden generar lazos. Por eso me gusta el teatro porque te permite que los personajes se enfrenten, se conozcan el uno al otro y sean capaces de cambiar al otro. El niño en todo momento intenta ser empático con el secuestrador”, indica.
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