
Enmarcada con una glamorosa gala realizada el pasado sábado, el público disfrutó del más reciente filme del cineasta estadounidense Todd Stephens, para dar comienzo al encuentro cinematográfico en su primera sede. Swan Song hace su primera proyección en México con una brillante, divertida e intoxicante historia que el realizador creó para homenajear al lugar donde creció en Ohio:
“La película se realizó en el lugar donde crecí, un pueblo industrial bastante conservador. Durante mi infancia, pude observar a un hombre en los alrededores usando anillos de cóctel en cada dedo, sombrero, pañuelo, y fumando cigarrillos cafés alargados, con un porte elegante y glamoroso, nadie lucía así en el pueblo”, expresó el cineasta Todd Stephens, quien fue invitado de honor del festival.
“A mis 17 años, volví a encontrarme con este hombre, Pat, en la pista de baile de un bar gay, un lugar que se transformó en mi nuevo hogar y familia; esta persona se convirtió en una clase de musa para mi, alguien a quien le quise realizar un tributo en la cinta debido a que las personas como él, en el Estados Unidos de los sesentas, setentas y ochentas, tuvieron el coraje para ser ellos mismos”, continuó.
“El filme terminó por ser una carta de amor para la gente como el señor Pat, quienes cambiaron por completo al mundo”, agregó Sthephens a los motivos de contar esta historia.
La esencia del cuarto largometraje del realizador norteamericano se percibe como un producto sumamente personal, desde su origen hasta su punto final, es decir, el público, el cual recibió de buena manera al trabajo inaugural del festival:
“En Estados Unidos existe una mayor apertura con la comunidad gay, incluso en los pequeños pueblos como el que se retrata aquí; sin embargo, es triste como estos bares para la comunidad Queer están desapareciendo, dejándome una sensación agridulce con la película”, explicó Todd la dualidad que el largometraje posee sobre la evolución de la comunidad LGBT y su aceptación social.
Uno de los mayores puntos para destacar es el magnetismo que Udo Kier transmite en pantalla, arrojando uno de sus mejores trabajos actorales, y siendo el punto gravitacional de la serie de encuentros que unifica a la comunidad de la cinta:
“Liza Minnelli me presentó a Udo, y hubo mucho apoyo de su parte en la campaña de financiamiento del proyecto. Previo a filmar Swan Song, nos hicimos amigos cercanos y ahora somos como familia”, habló el también guionista sobre su relación y acercamiento con su protagonista.
Pocos son los realizadores con la capacidad de hacer un uso narrativo adecuado de la música en sus trabajos, algo de lo que puede destacarse en Swan Song, ya que cada paso que da el protagonista va acompañado de canciones que moldean la trama y desarrollan el arco dramático del mismo:
“Cuando empecé a escribir la historia, hice la lista de canciones, incluso antes de escribir el guion. Amo la música, y me sirve de inspiración para llegar a ciertas ideas; usualmente, cuando estoy escribiendo tengo una lista de 20 o 30 canciones que escucho a la par, y terminan formando parte del ADN de la trama, además de contar con increíbles supervisores musicales. Estuve construyendo esta película durante 20 años, y es fabuloso tener la posibilidad de contar con estas grandes canciones en la cinta”, explicó el cineasta sobre el proceso de escritura apoyado en sus gustos musicales.
La comedia ácida de los personajes, redondeada con momentos dramáticos y catárticos importantes para el poderoso mensaje de la película, son herramientas que logran generar en la audiencia un acercamiento y empatía total con los protagonistas, algo que sin lugar a dudas viene desde un guion muy bien construido, además de una dirección que dice mucho con elementos sutiles y simbólicos:
“No estoy realmente consciente de estás construcciones, simplemente tomo lo que está dentro de mí, las cosas que me ponen melancólico, que me dan alegría o tristeza, y lo utilizo para arrojarlas en mi trabajo”, concluyó Todd acerca de sus propios momentos emocionales al crear situaciones específicas para la historia.
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