Opinión

¿Tasa tobin renovada?

¿Tasa tobin renovada?

¿Tasa tobin renovada?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

En la pasada columna nos referimos a la decisión del denominado Grupo de los 7 (Alemania, Estados Unidos, Canadá, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) de establecer un impuesto de alrededor del 15 por ciento a transacciones internacionales, lo cual ha generado expectativa, a reserva de que pueda ser respaldada en la reunión del mes de julio entrante de ministros de Economía y gobernadores de Bancos Centrales del Grupo de los 20, a celebrarse en Venecia.

En el G20 participan países de economías avanzadas y en desarrollo de relevancia en lo internacional como Argentina, Australia, Brasil, Canadá, India, China, Rusia, Corea del Sur, Sudáfrica y México, por citar algunos de sus miembros. El eventual refrendo de estos países representaría un paso adelante en la posible implementación de este impuesto a escala global.

A pesar de su importancia y de que persisten dudas sobre cómo se aplicaría y a quiénes, la idea en realidad no es nueva. En la década de los setentas del siglo pasado, el economista estadounidense James Tobin propuso justamente la aplicación de un impuesto (0.5 por ciento) a las transacciones internacionales con el objetivo de mitigar la actitud especulativa de los capitales.

Para funcionar adecuada y efectivamente, la tasa debía ser aplicada de manera uniforme por todas las autoridades nacionales. La idea no prosperó de la forma en la que se pretendía ante la falta de voluntad y consenso de los principales países. No obstante, algunos países europeos sí que adoptaron un impuesto similar buscando desincentivar la especulación cambiaria. Tobin recibió el premio Nobel de Economía en 1981.

La idea de Tobin surge en el contexto del abandono en 1971 de los tipos de cambio fijos acordados bajo el sistema de Bretton Woods en la segunda postguerra mundial, por el de tipos de cambio flexibles, lo que alentó movimiento masivos de fondos entre diferentes divisas amenazando desestabilizar la economía.

El planteamiento consistía esencialmente en aplicar a los participantes del sector financiero un impuesto como medio para controlar la estabilidad de la divisa de un país determinado. Se conoció formalmente como impuesto para transacciones financieras, FTT (Financial Transactions Tax). Conocido popularmente como el impuesto Robin Hood, pretendía lograr estabilidad en los mercados y desincentivar la especulación, pero llegó a ser percibido por varios como una manera en la que los gobiernos retener pequeñas cantidades de dinero de individuos y entidades haciendo mucho dinero en el corto plazo en los mercados especulativos de divisas.

El mote probablemente es demasiado benévolo, pues el impuesto no afecta las inversiones de largo plazo; solamente grava el flujo excesivo de dinero que se mueve regularmente entre los mercados financieros a través de acciones de especuladores en busca de altos rendimientos en el corto plazo.

La tasa Tobin ha sido controvertida desde su concepción y no aceptada generalizadamente. De un lado, sus más duros críticos han apuntado que elimina los potenciales beneficios de los mercados de divisas y desincentiva las transacciones financieras, entorpece el crecimiento global y el desarrollo en el largo plazo.

Del otro lado, de hecho, esta idea, fue retomada por los llamados movimientos anti-globalización con tal entusiasmo, que el mismo James Tobin, a pesar de ser considerado un economista Keynesiano, apareció en la escena pública para aclarar que su propuesta era ajena a los objetivos de dichos grupos y tomó distancia de ellos.

Si en algo se parece la tasa Tobin a Robin Hood es que genera adeptos y detractores a pesar de sus nobles propósitos. Ya veremos qué suerte corre la nueva propuesta impositiva.