Opinión

Tomás Garrido Canabal

El economista español Daniel Lacalle
El economista español Daniel Lacalle El economista español Daniel Lacalle (La Crónica de Hoy)

Una de las muchas imágenes que tengo de Tomás Garrido Canabal es la de él sentado con la mirada fija y fuerte hacia uno o algunos interlocutores que no alcanzan a aparecer en el retrato completo, lo que hace que su gesto se vea mirando hacia una lejanía imaginaria, pero con una fuerza en la mirada que, desde niño, me conmueve.

También, y en un contexto totalmente diferente, el rostro serio del entonces presidente Lázaro Cárdenas recibiendo en el aeropuerto de la Ciudad de México la urna conteniendo las cenizas del político tabasqueño, muerto en Los Ángeles, el 8 de abril de 1943. La celebración de ese aniversario luctuoso en que los tabasqueños recordamos oficialmente su memoria me pareció pertinente para hacer una breve reflexión sobre su persona y el poder en el trópico.

Garrido fue un político verdaderamente revolucionario, entre otras cosas, porque venía de una familia de recursos que le dio la oportunidad de formarse profesionalmente, su vida coincidió con los tiempos de la Revolución Mexicana, en la cual las antiguas estructuras colapsaron, y de ese proceso emergieron líderes de personalidades avasalladoras, uno de ellos fue Francisco J. Múgica, quien fue gobernador interino de Tabasco y tuvo a Garrido como uno de sus colaboradores.

Tabasco, un lugar de los muchos de México que estuvo en un abandono de siglos, vio llegar el momento que siempre se le había negado más por desinterés que por egoísmo, y con Tomás Garrido llevó el proceso revolucionario más lejos, incluso, que los propios sonorenses. Fue el tiempo de los radicalismos extremos.

Se recuerda mucho su lucha contra el clero y su negativa a permitir el ejercicio de la religión católica. Mucho exceso hubo en esto, pero ahora, casi al conmemorarse el 73 aniversario de su deceso, en un contexto muy diferente, en su reciente visita a México, hasta el propio papa Francisco reconoció (y regañó) a los obispos mexicanos por no hacer su correspondiente tarea. Esta relación —que no faltará a quien le parezca arbitraria—, en lo personal, me llamó mucho la atención. Si hoy, con un pueblo mucho más cultivado, los clérigos no hacen su tarea, ¿cómo podría haber sido el abuso de esa clase religiosa que se abrogaba el derecho de intervenir en los asuntos sociales a nombre de la religión? Claro, como ciudadano y representante popular, es mi deber apoyar absolutamente la libertad de creencia consagrada en la Constitución.

No exagero si escribo que todo tabasqueño lleva un Tomás Garrido Canabal en su cabeza: forma parte de nuestra mentalidad colectiva. Los años que a mí me tocaron enfrentarme a su personalidad política me dejaron —ya lo he dicho— gran cantidad de imágenes, recuerdos y vivencias. Una de ellas fue la puesta en práctica en la educación de los niños de aquel entonces, de escenificaciones teatrales donde se denigraba al clero y luego se quemaban los santos de yeso y madera en las calles en verbenas populares.

Por otro lado, Tomás Garrido Canabal llevó a Tabasco el modelo educativo de la Escuela Racionalista, que en el modelo educativo del México rural y desarticulado fue contrario a todo lo que se había hecho hasta entonces, es decir, fue una educación auténticamente revolucionaria.

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De forma breve les digo que esa Escuela Racionalista se aplicó en varios estados del país en los años 20, y se basaba en los postulados del anarquista español Francisco Ferrer Guardia. En Tabasco, para ponerla en práctica, Garrido tuvo como grandes aliadas de su política a las maestras tabasqueñas, pues otro de los aciertos del político fue entender que la mujer era una de las grandes fuerzas emergentes de la nueva sociedad que la Revolución estaba creando. Y en esta política de progreso, las heroicas maestras tabasqueñas, que muchas veces pasaban meses sin cobrar sus salarios, estuvieron siempre al pie del cañón, dando trabajo y conocimiento en un Tabasco que llevaba siglos en el desamparo.

No es gratuito que Múgica, Cárdenas y, de forma explícita, los propios sonorenses llegaron a considerar a Tabasco el laboratorio de la Revolución.

Este 8 de abril próximo, sobre Tomás Garrido Canabal consideramos sus aciertos y fallas. Cada generación forma una identidad para sus hombres representativos y reinterpreta de nuevo su tarea histórica. La de Garrido, por las condiciones actuales, ya está en marcha.

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