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Tromelin y Clipperton, historias paralelas

Especial. La isla en el Índico y la isla en el Pacífico tienen mucho en común. Francia se negó en enero a compartir la soberanía de la primera con la República de Mauricio, para evitar que México reclame la soberanía de la segunda

Isla de Wake
Isla de Wake Isla de Wake (La Crónica de Hoy)

[ Carlos Alberto Patiño ]

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n pequeño islote de un kilómetro cuadrado, prácticamente un banco de arena que se eleva a seis metros sobre el nivel del mar, provocó un serio enfrentamiento entre diputados de la Asamblea Nacional francesa y el presidente François Hollande.

El mandatario decidió retirar de la agenda la discusión sobre un tratado que permitiría compartir la administración de la isla Tromelin con la República de Mauricio.

Este punto, perdido en el océano Índico, tiene una historia ligada con nuestra isla de la Pasión, la isla de Clipperton, que nos fue arrebatada por la voracidad francesa.

Ambos territorios son pequeños enclaves de gran potencial económico y ambos fueron escenario de tristes historias de abandono.

En Clipperton ocurrió el drama del capitán Arnaud, su familia, sus soldados y las resilientes mujeres que lograron sobrevivir. (http://www.cronica.com.mx/notas/2007/289472.html).

En Tromelin se vivió en el siglo XVIII el drama de un grupo de esclavos náufragos del que sobrevivieron algunos hombres, mujeres y un bebé.

A México, Clipperton le fue arrebatada por el injusto fallo de un árbitro internacional interesado en ganar el apoyo de Francia, el rey Víctor Manuel III, entonces aliado de Benito Mussolini.

Tromelin le fue despojada a la Isla Mauricio mediante una marrullería legaloide, cuando esa colonia se independizó del Reino Unido.

La Isla Mauricio era posesión de Francia, conocida como la Isla de Francia (Île de France), cuyo territorio incluía varias pequeñas islas y el islote de marras.

Napoleón perdió la guerra y Francia debió ceder la isla a la corona británica en 1814. Mauricio logró su independencia en 1968 y, por supuesto, reclamó el dominio de Tromelin.

Pero los galos arguyeron que el islote no estaba incluido en la cesión a los británicos y, por lo tanto seguía siendo territorio francés.

Así como el capitán Arnaud fue abandonado con su familia y sus soldados con las suyas en la Pasión-Clipperton, los esclavos fueron abandonados en Tromelin.

Eran carga de un buque negrero (el Utile) que en 1761 se fue sobre los arrecifes que rodean a la entonces llamada Île de Sables “Isla de Arena”, y se hundió.

Ciento cincuenta marinos y 60 esclavos sobrevivieron y lograron llegar a tierra.

La tripulación rescató parte del maderamen del barco y algunas provisiones. Construyeron una balsa y dejaron a los esclavos con la promesa de volver por ellos.

Pero no eran buenos tiempos. El gobernador de Mauricio no consideró conveniente mandar un barco en tiempos de guerra, una de tantas entre Francia e Inglaterra, y ahí los dejó.

Pasaron 15 años. Cuando ya todo el mundo había olvidado el naufragio del Utile, una fragata francesa, comandada por el capitán Bernard Boudin de Tromelin, avizoró a los náufragos y los rescató.

En honor del oficial se cambió el nombre de la isla.

Los esclavos fueron manumitidos por el gobernador (ya era otro) quien además adoptó al bebé.

Pero, como en Clipperton, lo que verdaderamente interesa es la Zona Económica Exclusiva. Los recursos pesqueros son formidables.

En Tromelin se suma la posibilidad de la existencia de petróleo en el canal de Mozambique.

El kilómetro cuadrado de Tromelin significa 280 mil kilómetros cuadrados de Zona Económica Exclusiva.

Como referencia, la extensión del territorio continental francés más Córcega es de 345 mil kilómetros cuadrados. Francia posee 11.7 millones de kilómetros cuadrados de Zonas Económicas Exclusivas en el planeta.

El tratado con Mauricio data de 2010, pero es necesaria su aprobación por la Asamblea Nacional. Ya en 2013 había sido rebotado por los diputados.

El 18 de enero debía ser sometido nuevamente para su aprobación.

A la cabeza de los opositores a la ratificación del acuerdo de cogestión está el diputado Phillipe Folliot, autor del libro France -sur-mer: un empire oublié (Francia en el mar: un imperio olvidado). Fue el primer ciudadano electo para un cargo de representación popular en poner los pies en la Isla de Clipperton. De esta visita hizo un informe titulado Valorizar la isla de La Pasión con la presencia de una estación científica de carácter internacional.

Marine Le Pen también se envolvió en la bandera nacionalista, junto con Irène Frain, escritora de Les naufrages de l’île Tromelin.

Entre los múltiples argumentos de este grupo y notoriamente de Folliot, para rechazar el acuerdo Francia-Mauricio está el que a partir de ese tratado se abriría la posibilidad de que otros países buscaran tratados similares. Y se refiere específicamente al caso de “La isla de la Pasión —generalmente conocida como Clipperton— que desde hace mucho despierta la codicia de México”.

“Francia no puede malbaratar sus fabulosas ventajas”, dice el legislador.

A Miguel González Avelar le habría encantado seguir esta discusión, como experto que era en el caso de Clipperton.

Se hizo tan grande el escándalo y los llamados a defender la soberanía, que Monsieur Hollande prefirió retirar la propuesta y dejarla para que el próximo presidente y la próxima legislatura se ocupen del caso,

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