El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, intensificó ayer su ofensiva para obligar al Congreso a que financie el muro, con una visita a la frontera, desde donde volvió a culpar a los demócratas —que en enero recuperaron el control de la Cámara de los Representantes— de la parálisis del gobierno federal y de que 800 mil funcionarios lleven 20 días sin cobrar.

En vísperas de que se iguale el récord de 21 días con la Administración cerrada —la marca estaba desde hace 24 años, bajo el mandato de Bill Clinton—, Trump viajó a McAllen, Texas, desde donde ­reiteró su amenaza de declarar una emergencia nacional, para saltarse la obligación de que el Congreso le autorice fondos y sacarlo del presupuesto militar.

“Tengo el derecho absoluto para declarar una emergencia nacional. No debería de llegar a declararla porque esto es de sentido común. Necesitamos un muro”, declaró.

Esta medida extrema, vista inicialmente como una solución radical entre los republicanos, ha empezado a reunir apoyos entre los miembros de su partido, incluyendo al senador Lindsey Graham, uno de los más influyentes en la Cámara alta. “Es hora de que el presidente Trump use los poderes de emergencia nacional para financiar la construcción de un muro fronterizo. Espero que funcione”, dijo.