Opinión

Trump, cada día peor

Trump, cada día peor

Trump, cada día peor

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El año empieza en Washington, como terminó: con el juicio político al presidente Donald Trump. Sólo que ahora con la agravante de que el mandatario, en un movimiento que sus críticos dicen fue para distraer la atención de sus problemas legales, ordena asesinar a un alto dirigente militar iraní. Es ésta la primera acción de este tipo llevada a cabo por Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial y podría desencadenar una verdadera crisis internacional.

La decisión de Trump de matar a la más importante figura militar de Medio Oriente, fue, dicen los expertos, un error. Y no porque el general muerto haya sido gente de bien, sino por la influencia y lo que significaba en esa parte del mundo, donde ya de por sí los estadunidenses están frecuentemente en peligro. George W. Bush y Barack Obama también consideraron deshacerse de él, pero desistieron porque los riesgos eran demasiados.

Pero, cómo iba a saber Trump quién era Qasem Soleimani, si es bien sabido que el hoy político, estrella de un Reality Show en televisión, es bastante ignorante de la historia mundial y de los eventos actuales. Aquí muchos recuerdan cuando en 2015, siendo candidato a la Casa Blanca, en una entrevista se le preguntó sobre el general iraní y fúrico con el entrevistador admitió desconocer quién era.

Con la orden dada por Trump para asesinar al líder militar de otro país utilizando la tecnología de un arma manejada a control remoto, la humanidad ha entrado en una nueva era de la que aún no sabemos sus consecuencias. Pero, ¿qué se podía esperar de un mandatario que se deja llevar por sus impulsos emocionales y por sus cada vez más descabellados tuits?

Soleimani, de 62 años, asesinado en el camino al aeropuerto de Bagdad, en el vecino Irak, era considerado un gran héroe, un admirado estratega, hombre carismático al que las tropas adoraban. El gran líder iraní, el ayatola Khamenei decía que era “un mártir viviente”. Sin embargo, en occidente, y en particular en los Estados Unidos, se le consideraba un terrorista, un despiadado asesino, al que el Pentágono culpa de la muerte de cientos de sus soldados.

De acuerdo a un comunicado del Departamento de Defensa en Washington, Soleimani tenía planeado atacar y dar muerte a militares y diplomáticos estadunidenses en Medio Oriente. Los críticos del Presidente alegan que no hay prueba de que fuera así.

Después de todo estamos ante un mandatario que no sólo se ha autoproclamado como “El Elegido”, se ha dicho a sí mismo “Rey de Israel”, ha manipulado los mercados financieros con mentiras y ha cancelado reuniones con el líder de una nación amiga, Dinamarca, miembro de la OTAN, porque no le quisieron vender la isla helada de Greenland.

Como si esas acciones descabelladas fueran pocas, amanecimos este martes con la noticia de que inmigrantes mexicanos que pidan asilo serán reubicados a esperar en Guatemala. No podía darse algo más descabellado.

Nadie duda que Soleimani era un hombre malo, rudo, autoritario, despiadado y matón, pero igual son otros como el dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, o Bashar al-Assad en Siria, que no han corrido la misma suerte, ¿o será que la correrán también?

Los opositores de Trump insisten en que el mandatario dio la controvertida orden de matar a Soleimani para distraer a los estadunidenses del juicio político que se le sigue para removerlo de su cargo, acusado de abuso de poder al solicitar que Ucrania interfiriera en las elecciones de 2020 y de obstruir la labor de investigación del Congreso al impedir que personal que trabaja para él acudiera a testificar.

Un juicio que pasa ahora a manos del Senado, controlado por republicanos, quienes hace cuatro años tenían dudas sobre Trump, pero hoy lo apoyan incondicionalmente de una manera sólo similar a la de una secta religiosa. Para sacarlo de la Presidencia se necesita que al menos 20 senadores republicanos voten para que deje el cargo, de antemano se sabe que ni siquiera serán dos.

Lo más increíble es que a pesar del juicio político y del inminente conflicto con Irán que podría llevar a una guerra, está el hecho igual de preocupante, sobre la popularidad del Presidente, que ha alcanzado este enero su nivel más alto desde que llegó al poder hace tres años: 45.2 por ciento, según RealClearPolitics. El mismo que tenía el 20 de febrero de 2017, justo al mes de tomar posesión. Parece que no importa qué haga, sus seguidores le festejan y lo aclaman.

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