El presidente López Obrador está este domingo en Cancún, el destino turístico más relevante de América Latina. Decidió viajar de la Ciudad de México por carretera, Emprende la que puede ser una gira áspera. Es un viaje de 24 horas, cansado y riesgoso que exige un operativo logístico muy cuidadoso.

AMLO eligió para reanudar sus giras a Quintana Roo porque quiere dar el banderazo de salida a la construcción del Tren Maya, una de las tres obras de infraestructura centrales de su administración, las otras son Santa Lucía y Dos Bocas. Emprende sus giras a estados que están todavía en semáforo rojo. Se entiende el interés de reanimar la vida económica, pero el color rojo sigue significando alto.

Las giras por el país son esenciales en su estilo personal de gobernador, el presidente necesita estar en contacto con sus huestes. Se comprende. Asumo que las señales de la crisis económica que nos espera al final del túnel del coronavirus son escalofriantes, pero una salida en falso en estos momentos sería contraproducente.

Mientras no haya una vacuna de aplicación internacional todo será extraordinario, planes de emergencia, medidas que cambiarán el día a día de hoteles, restaurantes, bares y de cualquier establecimiento vinculado al turismo.

El turismo tiene la costumbre de dar respuestas generosas en el corto plazo. No requiere años para comenzar a dar frutos, en cuestión de meses puede poner a funcionar todas las cajas registradoras.

Por eso es importante en el proceso de reapertura no cometer errores, hay que ser cautos, lúcidos y pensar que se puede recuperar lo perdido en un par de meses, después de todo es la mayor crisis de la historia de la industria de viajes.

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