
El Barquito es un sitio emblemático de Nezahualcoyotl. De 13 a 14 horas, el mar suburbano sobre el que navega se queda sin agua, así que los niños esperan pacientemente a que se reactiven las fuentes y los chapoteaderos: “¿A qué hora pone el agua?”, preguntan al vigilante. “Faltan cinco minutos”.
Una vez que el agua corre nuevamente por las tuberías, regresan a las historias de navegación.
Es este uno de los puntos de Nezahualcoyotl recuperados del abandono y la delincuencia. Fue durante año cantina callejera y dormitorio para gente en situación; hoy, con más de 45 años de haber sido construido, el barquito vive su mejor época.
Ubicado en la colonia Maravillas, fue construido en la década de los setenta para los niños de entonces.
“Cuando llegué a vivir a Neza, era una niña de seis años, el lugar no tenía ningún espacio recreativo en el que pudiéramos divertirnos. Hasta que se construyeron algunos juegos, entre ellos El Barquito, que en ese entonces sólo contaba con resbaladillas”, recuerda la hoy señora Florida Clara.
En los setenta Neza vivía inundaciones en temporadas de lluvias y la falta de pavimentación en las calles hacía de aquellos mares un caos; lodo por todas partes. Los niños debían ponerse bolsas en los pies para llegar a sus escuelas.
Siendo por mucho tiempo el único lugar de recreación en una amplia zona, el uso del Barquito fue constante, pero su deterioro también era cada vez más notorio. Los vecinos comenzaron a dejar basura, aparecieron pintas en el casco y finalmente se ocupó el espacio para asaltar, orinar, beber o drogarse.
El Barquito se inclinó hacía babor. Y el abandono por parte del gobierno lo llevó a ser el barco fantasma.
En el año 2000 eran pocos los niños que iban a jugar. Nadie pasaba por ahí en las noches ya que era lugar de asecho para los asaltantes. Sin pintura, sin niños y sin iluminación, dejó de ser lo que fue y sólo se servía como refugio de vagabundos.
“Tengo 19 años y recuerdo que en mi infancia mis padres no me llevaban al Barquito porque era peligroso. Llegué a ir una o dos veces. Y las resbaladillas estaban muy sucias, era imposible resbalar en ellas. Ver qué hoy en día los niños se divierten tanto me da un poco de tristeza y a la vez felicidad.”, dice Daniela Guzmán. La niñez de Daniela coincidió con la peor época del Barquito, así que es una de las niñas de Neza que casi nunca navegó.
En 2015 comenzó su recuperación actual y final. Se dio paso a una nueva era de navegación para el Barquito, la mejor, coinciden los vecinos.
Se instalaron regaderas, palmeras, arena y módulos de vigilancia.
Cada fin de semana niños de Neza van allí a mojarse sin importar el clima.
“Los niños de aquella época echábamos a volar nuestra imaginación, sintiéndonos en alta mar y siendo piratas. Al no haber televisión muchos salíamos a la calle y a jugar en el barquito, era lo máximo”, finaliza su testimonio la señora Clara, marinerita muy activa en los setenta.
“Me gusta ir al barquito porque ahí me puedo mojar y nadar. Es como ir a la playa pero más cerca. Mis papás nos traen cada quince días si nos portamos bien”, comenta Sofía Romero, de 10 años y marinera actual
“Mi hermana y yo tenemos una historia. Estamos en el barco y tenemos un accidente en el mar. El barco se llena de agua y tenemos que nadar. Cada vez que venimos inventamos una nueva misión”, relata Pedro Romero, de 12 años. Es actualmente capitán de navío.
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