Un cerebro adicto disminuye los receptores que regulan a la dopamina: Francisco Pellicer
Las drogas pueden alterar partes importantes del cerebro necesarias para interacciones sociales saludables, dice María Elena Medina-Mora
Las adicciones son procesos que involucran a diferentes núcleos y procesos del cerebro que se han comprendido con mayor detalle a lo largo de las últimas décadas; por ejemplo, hoy se sabe que el cerebro adicto a metanfetaminas, alcohol, heroína y cocaína disminuye la cantidad de receptores D2, que regulan la activación de la dopamina, sustancia química encargada de mediar la sensación de placer.
Así lo explicó ayer en El Colegio Nacional, el doctor Francisco Pellicer, director de Investigaciones en Neurociencias, del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.
El científico mexicano fue invitado al ciclo de reflexiones públicas “El Azar y la necesidad: 50 años después”, dedicado al ensayo del biólogo francés Jacques L. Monod y coordinado por el colegiado Pablo Rudomin y Ranier Gutiérrez, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav). Además, contó con la participación de la doctora María Elena Medina-Mora, miembro de El Colegio Nacional.
“Nos volvemos adictos por el gran placer que nos da el consumir ciertas drogas y este placer genera que vayamos a esa conducta una y otra vez. Está dentro de un proceso de homeostasis, está en nuestra fisiología”, aseguró Francisco Pellicer, quien añadió que la adicción tiene tres puntos fundamentales: la dependencia, la tolerancia y la abstinencia.
“Un cerebro no adicto tiene una producción regulada de dopamina en el área tegmental ventral, esta regulación viaja a la corteza prefrontal, que es inhibitoria. Mientras que el cerebro adicto perdió la inhibición, perdió este punto fijo y, por lo tanto, el VTA genera una cantidad brutal de dopamina y aumenta todo el sistema de excitación.”
De acuerdo con Francisco Pellicer, el cerebro adicto a sustancias como metanfetamina, alcohol, heroína y cocaína disminuye la cantidad de receptores D2, que son inhibidores y limitan la activación de dopamina y de la vía neuronal correspondiente.
La doctora Medina-Mora habló sobre las Bases biológicas de la adicción: ¿Azar o necesidad? y se refirió a factores ambientales adversos que afectan el bienestar de las personas; mencionados en el libro El azar y la necesidad, de Jaques L. Monod.
Explicó que, en la combinación de herencia genética y medio ambiente, existe un modelo que habla de la dependencia de las drogas como una enfermedad del cerebro y una visión opuesta que la considera un problema social. “Si lo vemos desde la perspectiva de modelo de enfermedad, sabemos que hay factores genéticos, ambientales y sociales, que contribuyen a la vulnerabilidad para que un individuo empiece a consumir drogas, continúe consumiendo y tenga cambios progresivos en el cerebro que caracterizan el desarrollo de la dependencia.”
De acuerdo con la directora de la Facultad de Psicología de la UNAM, los factores que influyen en la vulnerabilidad a la adicción son: el trauma no abordado, como violencia o experiencias adversas en la niñez, antecedentes familiares con el uso de drogas, exposición temprana a su uso, fácil acceso a éstas, actitudes permisivas de consumo, así como enfermedades mentales que pueden desarrollar dependencia después.
“Las drogas pueden alterar partes importantes del cerebro que son necesarias para interacciones sociales saludables y para funciones del soporte vital”, puntualizó.
Francisco Pellicer, experto en fisiología del dolor neuropático, explicó en El Colegio Nacional que el problema de repetir una conducta por placer es cuando se sale de los parámetros para los cuales fue hecha, porque se convierte en adicción. Subrayó que hay múltiples detonadores:
“Se habla de dependencia cuando se necesita hacer algo que, a veces, ni siquiera tiene que ver con fármacos para que funcionen ciertas cosas. La dependencia es compleja, no sólo significa cambiar puntos fisiológicos, sino involucra sitios, lugares, personas y tiempos”.