José Luis Vargas es un hombre solo. No cuenta con el apoyo de sus pares en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que presidió hasta ayer y no cuanta, desde hace semanas, con la venia presidencial que definió su conducción de este organismo. Polémico, con apodos cáusticos como “magistrado billetes” o el primer magistrado de la 4T, terminó por crispar el ánimo de todos, hasta de quienes en el pleno del Tribunal Electoral del Poder judicial de la Federación se consideraban sus aliados.

Ayer, luego de que suspendiera una sesión en la que se adivinaba su remoción, fue depuesto en ausencia, bajo lapidarias frases en las que se le reclamó que en muchas discusiones al interior del Tribunal Electoral se condujera con pedantería ofensiva. Base recordar que los reclamos moderados defendiendo la candidatura de Félix Salgado Macedonio pasaron luego, en los últimos días, a descalificaciones abiertas a los demás integrantes del pleno.

Cinco magistrados encabezaron la inconformidad con su conducción y sus formas toscas de actuar. El más reciente ejemplo fue su intento de que cada magistrado le presentara anticipadamente su intención de voto y argumentos para cada sesión.

Dentro del Tribunal, en ese mismo contexto, mandó a parte del personal de apoyo y administrativo a pasar por polígrafo para “detectar” quien filtraba información sobre su manera de conducir el órgano electoral.

El apoyo de la 4T terminó por desgastarse hasta que finalmente los ojos de Santiago Nieto cayeron sobre él y lo señaló por enriquecimiento. Nieto fue más lejos y reargumentó un caso desechado por la Fiscalía de Gertz Manero para que no se cerrara el expediente.

Ayer, al menos cinco magistrados llevaron un punto de acuerdo al pleno del Tribunal para iniciar el proceso de evaluación de su presidente. Vargas no aguantó más y vociferó que se trataba de un golpe de Estado y forzó un receso en la sesión.

Los magistrados solicitaron formalmente, por escrito, que la sesión no quede inconclusa. Saben ya que Vargas no quiere reanudarla ni quiere verse destituido.

Los cinco magistrados que se integraron en un bloque dieron continuidad a la sesión que Vargas había cerrado de golpe tratando de evitar su destitución. Los magistrados exigieron por escrito la continuidad de los trabajos del Tribunal y, por la ausencia del Secretario General de Acuerdos y de la Subsecretaria General de Acuerdos se optó por guiarse en el reglamento interno del pleno y dar continuidad a la sesión.

La magistrada Janine M. Otálora Malassis, como decana, retomó y presidió la sesión hasta que los magistrados Felipe de la Mata Pizaña, Felipe Fuentes Barrera, Indalfer Infante Gonzales y Reyes Rodríguez Mondragón, aprobaron por unanimidad de votos la remoción inmediata de Vargas.

Rodríguez agradeció la distinción, "es un reto, pero también el más grande honor, conducir este órgano cuando está a punto de cumplir un cuarto de siglo".