
Si usted es amante de las tradiciones, le gusta “poner árbol” y sobre todo, nacimiento, todavía está a tiempo de asistir a la Feria Navideña Artesanal que se ubica en el Velódromo Olímpico Agustín Melgar en la Ciudad Deportiva Magdalena Mixhuca, donde los artesanos que viajaron desde Tlaquepaque, Estado de México o los de la CDMX. lo esperan diario para que conozca y compre sus productos, que son verdaderas obras de arte.
—Ha bajado la venta respecto a otros años —indicó doña Margarita—, como se ve, hay poca asistencia entre semana, dice la vendedora.
—Esperamos a sábados y domingos para que llegue más gente —señaló.
Los artesanos ofrecen nacimientos, figuras de cerámica y barro, puentes, ríos, cascadas, paquitas de paja, animales, papel roca, árboles de navidad y luces; también hay puestos de comida.
Dos pequeñas que caminan por el tianguis tomadas de la mano de su madre se sorprenden con las figuras de barro que ahí se ofrecen; los campesinos con su carbón y los vendedores de elotes llaman su atención, pero les gusta más la figura de una mujer que baña a su hijo en una tina con espuma.
—Mira, mamá, así nos bañabas tú cuando éramos bebés— la madre asiente y les explica el trabajo de los artesanos para hacer esa figura; les pide que tengan cuidado, porque es de barro y se puede romper.
Los artesanos tardan alrededor de 25 minutos en elaborar una pieza que venden hasta en 20 pesos, hay otras que se venden en 45 y así sucesivamente. Los nacimientos son de varios precios, dependiendo de su calidad; los hay desde 100 pesos hasta 3,500 pesos según el trabajo y tiempo que se invirtió en cada uno.
Las niñas continúan curioseando entre los puestos, que lucen vacíos; no hay gente, unos comerciantes platican con otros para no aburrirse o para mantenerse ocupados, otros más permanecen dentro de sus puestos, escuchando la radio o viendo una minipantalla.
Hay artesanos de todas las generaciones, algunos de la tercera edad, dicen que ya son varios años que viajan a la Ciudad de México a vender sus productos y que los realizan con mucho cariño y orgullo, las piezas están hechas a mano en barro polícromo que pintan con pincel: los detalle son impresionantes. Cada pieza tiene una particularidad que la distingue y enorgullece a su realizador.
Hay niños Dios con su propia personalidad, pues por ser artesanías no hay uno igual a otro: cambian los ojos, las manitas, la sonrisa y el cabello, señaló uno de los vendedores.
Y como la imaginación es el límite se pueden hacer nacimientos de infinidad de tamaños, colores y texturas y en este tianguis lo puede conseguir, aquí se surten vendedores de tianguis o mercados ya que las piezas se venden por mayoreo a un precio menor que si sólo se compra una.
Recuerda apoyar lo hecho en México a un precio excelente, la Feria permanecerá hasta el 22 de diciembre. Así que todavía hay tiempo para visitarla.
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