
El edificio San Rafael, ubicado en la esquina del Eje Central Lázaro Cárdenas y República de Perú, en la colonia Centro Histórico, está abandonado.
Es casi una historia de terror. Por la mañana se ve un edificio derruido por el intemperismo, pero por las noches parece un edificio abandonado, excepto porque llegan a notarse luces de gente que habita ahí.
Todavía hay una cruz, plantada frente al inmueble, por una mujer que murió en 2015, luego de que el edificio, durante una época de lluvias, colapsó en su parte extrema norte. Todavía están las vallas de contención, una especie de tapiado de madera contrachapada, que entonces personal del gobierno de la ciudad colocó tras el accidente.
Desde hace tres años la familia de Pedro Rodríguez, comerciante de discos en un puesto del eje central, vive en riesgo de que el edificio colapse totalmente sobre ella. Él y su medio hermano, quien no dio su nombre, lo habitan con su familia, que en total, según sus propias palabras, suman veinte personas, después de que fuera una construcción con cuarenta y ocho departamentos.
Al preguntarles a estos medios hermanos si era posible ingresar para ser testigos de los daños, nos negaron el acceso. El propio Pedro fue quien aseguró que en la parte derruida, ellos mismos han colocado unas láminas para evitar el paso del agua. En esa parte de la construcción no hay techo a partir de la fecha del accidente en 2015.
Según palabras del propio Pedro, antes de ese incidente, los habitantes del edificio San Rafael, acudieron a una abogada, quien amenazó al personal de Protección Civil que se acercó al inmueble tras su colapso. La licenciada, de quien el propio Pedro desconoce su nombre, responsabilizó de cualquier accidente a esa dependencia gubernamental. “Los licenciados que vinieron le dijeron a Protección Civil: yo te responsabilizo de lo que pase si se llega a caer, porque no estás haciendo caso de la apuntalación. Como al mes o dos meses, fue cuando se vino abajo. Vino la prensa, vino Televisa y no se ha hecho nada”, fueron palabras del comerciante habitante del lugar.
Desde entonces las autoridades han olvidado el peligro que corre la familia de Pedro.
El propio Pedro hizo notar el estado del edificio a Crónica. Los marcos de las ventanas y las puertas metálicas, que aún conservan restos de cristal, se encuentran pandeadas hacia el exterior y el interior del edificio, dado el peso de sus partes más altas, y las cuales tomaron esa forma a partir del sismo del 19 de Septiembre de 2017, fecha en la que las grietas del inmueble se volvieron más notorias, afirma el habitante del lugar, que aparenta treinta años aproximadamente.
El parabús ubicado en esa esquina ya no existe, dado que la gente lo ha recorrido 20 metros hacia el sur sobre el Eje, y todavía funciona como parada para el transporte público, sin ninguna estructura característica de paradero. Los propios pasajeros adoptaron esta medida para evitar ser nuevas víctimas de la posible caída de escombros desde el edificio.
Pedro asegura que tiene ocho años de ocupar este edificio que, según sus palabras, era parte del patrimonio de su madre. Al norte, vecino del edificio en cuestión, hay un minisúper de conveniencia Círculo K; al sur, un edificio con viviendas en su parte superior y locales de negocios en su planta baja. En Eje Central y Perú, persiste un puesto de periódicos y revistas. Por las noches ahí prueban suerte agrupaciones de mariachis. A unos pasos se encuentra ya la plaza Garibaldi.
Su hermano dijo que los habitantes, que parece que tomaron un edificio dejado en el olvido, gozan de todos los servicios básicos, excepto internet. El edificio es de principios del siglo XX. “Nosotros no quisiéramos que pasara a mayores. Vivimos aquí y no vamos a dejar nuestro patrimonio. Pero nos ha ganado el edificio porque, a final de cuentas, se cae y es peligroso para todos. Esperamos que las autoridades hagan algo”, concluyó Pedro.
Copyright © 2018 La Crónica de Hoy .