Opinión

Y Melania, ¿qué es de ella?

Y Melania, ¿qué es de ella?

Y Melania, ¿qué es de ella?

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El presidente Donald Trump va de escándalo en escándalo, con declaraciones cada vez más insultantes, absurdas y demagogas. Está a punto de ser sometido a un juicio político, le salió el tiro por la culata con la traición a los kurdos, acción que ha puesto a su país ante la posibilidad de más actos terroristas. Un juez dice que el mandatario no es inmune a que se le investigue y le ordena hacer públicos sus impuestos de los últimos años. Por primera vez se le nota nervioso y empieza a parecer difícil que resulte reelecto, pero, a todo esto, ¿en dónde está y qué se sabe de Melania, su flamante y bella esposa, la escurridiza Primera Dama?

La verdad no mucho. Melania Trump, dice la Casa Blanca, está más ocupada que nunca. Pero también más en silencio a pesar de las controversias que rodean al marido y que acaparan los titulares de prensa y el ambiente político no sólo de esta capital sino de toda la nación. La Primera Dama ha optado hasta ahora por ignorar todo.

El día que los demócratas anunciaron el posible juicio político al presidente, Melania apareció en Nueva York acompañándolo a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Esa tarde, la Primera Dama subió a su cuenta de Instagram una fotografía de ella vistiendo un abrigo de la marca Gucci en lana color crema. Pero sin texto.

Dos días después, cuando las investigaciones en torno a su marido iniciaban en el Congreso, la Primera Dama estaba volando al estado de Wyoming, donde se retrató flotando en una balsa a lo largo del Río Snake, junto a un grupo de boys scouts. Se le vio luego en una ceremonia en la agencia antidrogas estadunidense (DEA), donde estuvo al lado de Mika Camarena, la esposa del agente secuestrado, torturado y muerto en México en 1985.

Apareció también en público dando el tradicional campanazo de inicio en la Bolsa de Valores de Nueva York y el 8 de octubre anunció, junto a Trump, la construcción de una nueva cancha de tenis en la Casa Blanca. Como ya es costumbre, en ninguna de esas ocasiones contestó preguntas de la prensa.

Melania Trump no es sólo una mujer siempre en silencio, es una Primera Dama poco usual. Es sólo la segunda en la historia de los Estados Unidos que no nació aquí. La primera fue la esposa de John Quincy, que era inglesa. Es la única que creció en un país comunista, la primera esposa de un presidente que habla cuatro idiomas, la única que no se ha mudado a Washington inmediatamente con su esposo, una vez que éste tomó posesión. Es también la primera que es la esposa número tres de un mandatario y la única que ha posado desnuda para una revista. Irónicamente es la Primera Dama que más celosamente ha guardado su privacidad, la de su hijo Barron de 12 años, así como la de su hermana y sus padres, quienes calladamente inmigraron aquí y son ya ciudadanos estadunidenses.

Se dice mucho que a Melania no le gusta la vida pública y que no quería que su esposo fuera presidente, cierto o no, es obvio que nunca imaginó el giro que tomaría su vida hasta llevarla a la cúspide del poder mundial. Su nombre al nacer fue Melanija Knavs. Vino al mundo en 1970 en un pequeño pueblo de Sevnica, Eslovenia. En 1996, llegó a Nueva York buscando trabajo como modelo. Ahí conoció a Trump, ella de 28, él de 52. Se casaron en 2005.

Melania, sin embargo, también ha sido objeto de grandes controversias que se creía afectarían las aspiraciones presidenciales de Trump, como cuando sus enemigos revivieron fotos de ella tomadas en el año 2000 a bordo del yate de Trump, donde sólo lleva puestas unas esposas de diamantes. O cuando en la convención republicana pronunció un discurso que, luego la acusaron, fue robado de uno de Michelle Obama.

Sin embargo, una reciente encuesta señaló a Melania como la más popular de la familia Trump, por arriba del Presidente y de su hija Ivanka. Por lo que muchos se preguntan ¿por qué no la utilizan para mejorar la imagen del mandatario? Al parecer es ella quien, en su posición de privilegio, opta por no mezclarse y quien, fuera de ir a eventos en la escuela privada de su hijo, prefiere no salir de la mansión oficial. Cualquiera diría que no quiere ser juzgada por las acciones de él.

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