
Su corazón se detuvo y finalmente sólo la muerte pudo detener a la más grande figura que jamás haya conocido el deporte del boxeo. Muhammad Alí, nacido Marcelus Clay Junior, falleció anoche en un hospital de Phoenix, Arizona, a los 74 años de edad.
Alí, un luchador de los derechos de los afroamericanos, un luchador social, un ícono de lo social, más allá de lo deportivo, había sido hospitalizado durante la semana con problemas respiratorios, luego de que el Departamento de Policía de Paradise Valley recibiera una llamada de emergencia solicitando su traslado desde su domicilio en el área de Phoenix. El departamento de bomberos de Phoenix atendió de manera simultánea la llamada para atender a un hombre de 74 años que, se supo apenas a su llegada al hospital, se trataba del legendario Alí.
Muhammad Alí, el hombre que rompió con la vieja consigna de “Ellos no vuelven” que se refería a que jamás un campeón mundial de peso completo había podido recuperar su corona tras perderla, se retiró del boxeo en 1981 tras perder con Trevor Berbick en Nassau en las Bahamas, una pelea que se presumió durante estos 35 años, que le causó las lesiones que condujeron a que comenzara a sufrir el Mal de Parkinson, lo que paulatinamente fue agotando su vida.
Había sido hospitalizado en varias ocasiones en tiempos recientes, incluyendo una a principios del año pasado cuando se le encontró una grave afección en las vías urinarias y que más tarde resultó en una pulmonía.
Alí tuvo varias apariciones en público recientemente a pesar de su delicado estado, la última el pasado 9 de abril, cuando se presentó a la Noche de los Campeones en Phoenix, que servía para recaudar fondos para el tratamiento de la enfermedad que a él mismo lo afectaba. En 1986 se casó con su cuarta esposa, Lonnie con quien vivía modestamente en su casa en un lujoso suburbio de Phoenix.
Su muerte deja tras de sí un espacio enorme no sólo por lo que significó para el boxeo, sino por su lucha social, una lucha que lo llevó incluso a enfrentar una sentencia por negarse a combatir en la Guerra de Vietnam y que le costó ser despojado de su título de campeón mundial. Queda para la historia también, el momento en el que lanzó su medalla de oro olímpica, conquistada en 1960 en los Juegos de Roma, al fondo del Rio Potomac en Washington como parte de sus protestas sociales.
A mediados de la década de los 60, se convirtió al Islam y cambió su nombre de Cassius Marcelus Clay Jr. por el que habría de llevar para el resto de su vida, Muhammad Alí.
Como un reconocimiento a su lucha social y como un símbolo del deporte mundial, el Comité Olímpico Internacional y el Comité Olímpico de los Estados Unidos, influyeron en la decisión de que él portara y encendiera el pebetero olímpico en los Juegos de Atlanta en 1996 y recientemente en su ceremonia especial, el COI le entregó de nuevo una medalla de oro para reemplazar la que había tirado al río.
Alí fue protagonista de dos de las peleas más sobresalientes en la historia del boxeo, primero cuando en 1971, teniendo en la primera fila en calidad de fotógrafo de la revista Life a Frank Sinatra, enfrentó a Joe Frazier en el combate denominado The Fight, considerada la pelea del siglo, Alí fue derrotado por decisión en 15 asaltos cuando intentaba recuperar su título mundial de peso completo en el Madison Square Garden de Nueva York.
Tres años más tarde en el Estadio Nacional de Kinshasa, Zaire, derrotó a George Foreman para recuperar el campeonato mundial en la pelea denominada The Rumble in the Jungle, quizá la más soberbia demostración de gran boxeo y poderío que Alí tuvo en su brillantísima carrera.
Los mensajes de Alí en contra de la discriminación racial, su lucha por los derechos de los Afroamericanos, la paz y la equidad, polarizaron a la sociedad norteamericana, pero más tarde se convirtió en un símbolo de unidad nacional en los Estados Unidos.
Su contribución a la lucha por los derechos humanos, según expresó anoche mismo quien fuera su promotor en muchas de sus más grandes noches, Bob Arum, “será recordado por generaciones”.
El impacto de Alí alcanzó al mundo con un efecto de transformación y con un efecto como sólo otros luchadores sociales como el Dr. Martin Luther King Jr., lograron en la sociedad americana.
Alí es considerado uno de los más grandes deportistas de los Estados Unidos en particular entre los afroamericanos, como Kareem Abdul Jabbar, Jackie Robinson, Jim Robertson y Arthur Ash. Alí fue pionero en muchos terrenos, y su recuerdo será simplemente imborrable.
Una forma de cerrar el recuerdo de quien fue sin duda el mejor boxeador de la historia, el que “volaba como mariposa y picaba como avispa”, es que jamás, nunca más, tendremos la oportunidad de volver a alguien como el gran Muhammad Alí. Nunca más…
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