Escenario

“Yo no actuaba, yo vivía en los personajes. Los papeles eran la vida que no pensaba que viviría”: Elsa Aguirre

Entrevista. La icónica primera actriz de la Época de Oro del cine mexicano comparte con Crónica Escenario memorias de su vida a propósito de su homenaje en el festival de cine de Guadalajara

La actriz egipcia Samia Gamal, una de las estrellas más importantes del cine egipcio de la década de 1940 y 1950.
La actriz egipcia Samia Gamal, una de las estrellas más importantes del cine egipcio de la década de 1940 y 1950. La actriz egipcia Samia Gamal, una de las estrellas más importantes del cine egipcio de la década de 1940 y 1950. (La Crónica de Hoy)

Gracias al destino se me dio el ser artista. Comprender que soy un artista. Este homenaje es para comprender un poco más lo que es el arte que viví. El arte está en todas las cosas, lo transmite en una infinidad de conceptos sobre la belleza y la armonía, como una forma de concebir la mente humana, pero no son mis palabras son las de uno de mis maestros que siempre estuvieron conmigo. Por eso ahí veo que el arte es sagrado.

Originaria de Chihuahua, nació en 1930 como la menor de cinco hermanos. Su padre era el general revolucionario Jesús Aguirre. Era una niña tímida a la que no le gustaba salir de casa a menos de que fuera para pasear por las calles de su pueblo con su prima Esperanza Aguirre. 

Siendo una niña su familia se mudó al Distrito Federal, en donde al llegar a la adolescencia comenzó a trabajar en una tintorería para apoyar a su familia en los gastos de la casa, la que ella consideraba vacía y pobre. 

El destino es el que estaba trazado para que fuera artista, porque era que no estaba en mi mente, lo único que tenía claro era la palabra libertad desde chica. En mi casa había mucha pobreza cuando éramos chiquitos y yo soñaba con volar y liberarme. Todo me llevó a ser artista sin que estuviera en mi mente: yo no quería ser famosa ni pensaba en dinero, porque éramos muy pobres y cuando se está así se es feliz con lo que se tiene y no se puede pensar en más. Se me dio la oportunidad de estar en esto a los 15 años.

Mi mamá me decía que mi papá una vez la tomó de la cintura y le plantó una cachetada. ‘Le costé mucho trabajo, por eso está conmigo’. Fuera de eso los papás no nos hablaban de nada. Eso es lo que me enseñó y yo crecí con lo que pude. 

No era investigadora, no era curiosa para saber cosas, pero sí me subía al techo a hablar con las estrellas y así venían a mí palabras como de poesía que se las decía a mi familia y ellos me respondían ‘no te entendemos nada, cállate’, entonces yo me callaba más todavía. Por eso me sentía muy retirada de la atención a mis hermanos porque fuimos cinco hermanos. Pero me sentía sola. Iba con mi abuelita y le pedía café: ‘No te doy porque estás negrita y te vas a poner más negra’, me decía. Todo eso lo digo en un libro que va a salir, porque creo que son cosas que afectan a los niños y aunque los papás no tienen una intención mala, son cosas que marcan y los vuelven muy sensibles a la vida

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Mi mamá no estaba acostumbrada a la pobreza. Ella era hija de un aristócrata de mucho dinero. Mi papá era militar, hijo de una mujer del pueblo. Pero nosotros vivíamos en una pobreza muy grande y le decíamos a mi papá que nos dejara entrar a lo del cine por un concurso de belleza, del cual salimos triunfadores, por lo cual nos dieron un contrato en una empresa para que hiciéramos tres películas con papelitos chicos, pero no duramos sino hasta la segunda porque en esa segunda película ya no dejaban entrar a mi mamá y ella, con el carácter que tenía, aunque era chaparrita, les rompió el contrato y les dijo, yo me la llevo. Y eso que nos pagaban 300 pesos que era un dineral en ese momento. Mi mamá no aceptó más porque no la dejaban entrar al foro, así que nos retiró de ese primer acercamiento al cine por un año y yo feliz de la vida, porque yo no quería salir, era muy tímida e introvertida.

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“En el fondo no sabía si estaba casado, en ese momento la cosa natural pensé ‘si yo dejo que me bese, va a quererse casar conmigo’, así que por eso le di la cachetada”, recordó en entrevista con Gustavo Adolfo Infante.

Comencé a darme cuenta de que me desenvolvía en el cine como pez en el agua. Para mí pronto ya no era extraño nada. Para cómo era de callada e introvertida, comencé a desenvolverme como si ya conociera eso. Me llegaron buenos papeles como en Ojos de juventud, sobre una mujer que andaba en la calle robando carteras. 

También hubo muchos besos con los galanes de la época. Nos rodeábamos del cuello y nos la pasábamos esperando a que llegara el beso en las escenas. No me besé con todos pero sí me tocaron algunos con los que sentía la química, porque pues yo pasaba los 15 años y nada más imagínense. 

El cine me gustó. Yo no actuaba, yo vivía en los personajes. Los papeles eran la vida que yo estaba viviendo y que no pensaba que viviría. En mi casa ya no decían nada, aunque también pasaban cosas de una casa sin educación, porque no la tuvimos. Todo era prohibido. 

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También actuó en el teatro. Participó sólo en siete obras, principalmente de dramaturgos mexicanos: Wilberto Cantón, Pablo Salinas, Hugo Argüelles y Rafael Solana... de quien hizo en 1991 Son pláticas de familia, cual madre un don Juan Tenorio jovencillo, que especulaba psicológicamente por qué éste después fue lo que fue. Difícil momento para Elsa... Hugo, su único hijo, había muerto unos meses antes a los 30 años de edad. 

Llegó un momento en que tuve que hablar con la mamá de aquel niño y con el director de la obra porque mi hijo se estaba pasando de listo y le daba muchos chocolates hasta que se enfermó. Entonces le pedí al director que mi hijo estuviera en el papel solo por una vez, porque mi hijo ya está muy desesperado y lo veo muy mal. El director aceptó y mi hijo se sabía toda la obra y no se diga su papel. Se presentó y hasta lo felicitaron, cuando acabó la obra estaba pálido de nervios pero me dijo, ‘¿no hay otra obra?’

Yo no tuve estudios. Solo acabé hasta sexto de primaria. Entonces cuando mi hijo me dijo eso, pensé en que se iba a ir por el lado de la actuación y no iba a querer estudiar. Así que ya no volvió al teatro conmigo. Pensaba que era muy chico y no iba a poder con todo. Él tenía seis años y yo empecé a los 15 cuando me llevaron a fuerza como destino, al cine por la pobreza

Le decía mi vida a un maestro de yoga que tuve, cuando decidí buscar la disciplina y no me sentía bien en mi vida, tenía a mi hijo y apareció la televisión. Pensaba que si el mundo y la humanidad no estuviera intoxicada del cuerpo, otra humanidad sería. Mi vida había cambiado. En esos tiempos me tomaba mi copita, no era que me gustara pero yo lo hacía. No me gustaba porque mi hijo me reclamaba, ‘por qué me prohibes que tome si tú tomas’. Luego llegó la muerte de mi hijo. 

Pero son cosas de las que uno va aprendiendo con el tiempo, en mi caso con el yoga, los estudios y la parte emocional, que esa todos tenemos distinta. Pero cuando uno se hace consciente de más cosas, es capaz de cambiar un sistema de vida, debemos empezar a aprender a usar la voluntad, el amor y la inteligencia en algún momento de nuestras vidas, cuando eso pasa es que uno empieza a despertar porque es como si hubiera estado dormida. Yo ya me había salido de un camino verdadero a ser libre como lo deseaba y me costó darme cuenta de eso 

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Finalmente, cabe decir que desde hace unos años a la fecha es una devoradora de libros, consagrada al yoga desde hace medio siglo, que se mueve entre Cuernavaca y Acapulco, agradecida con lo que le ha tocado. 

Todo esto me ha hecho valorar infinitamente todo lo que me está dando. Con el reconocimiento veo toda mi trayectoria y siento como todo se puede tomar del pasado, que fue una etapa muy hermosa. Las experiencias que me tocaron vivir en el cine van a perdurar por algo, porque representa mucha belleza, elegancia y arte de los directores y actores con los que me tocó estar. Estaba muy bello ese tiempo que me tocó, pero es cierto, que era mucho idealismo e imaginación porque representaba una vida fuera de la realidad. 

Uno no se da cuenta como pasa el tiempo hasta que tiene que pensar en la muerte, pero no sentir miedo ni temores, porque en el fondo la muerte no existe sino que es parte de la evolución y la vida. Todo tiene su momento. Ahora tengo paz y tranquilidad, soy consciente de lo que se está viviendo, hay que dejar las cosas claras en un testamento, que era algo que no había pensado ni sabía cómo. 

Me siento orgullosa y satisfecha de la vida que he tenido. Viví lo que tenía que vivir. Viajé por muchas partes del mundo: Asia, África, toda Europa, Centro y Sudamérica, y claro que mi República Mexicana. Todo lo que he querido lo he vivido y me siento tranquila. Estaré con mis dos hermanos que me quedan sin que les falte nada hasta que me muera y mientras seguiré activa en lo que pueda.

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