
Cuando uno conoce la historia de Anenecuilco, entiende porque Emiliano Zapata fue el personaje que fue: es heredero de una lucha ancestral por defender a su pueblo, sus tierras, por resistir ante el avance de las haciendas, por no dejarse, por nunca renunciar a su propiedad original y por establecer distintos mecanismos de defensa y de lucha para que no se las quitaran, dijo en entrevista con Crónica, el historiador Felipe Ávila, sobre su libro Zapata. La lucha por la tierra, la justicia y libertad.
— En el libro hablas acerca de la historia de Anenecuilco, ¿cuál es la relevancia de esta narración para la lucha de Emiliano Zapata?
— Anenecuilco es un pueblo de origen prehispánico, el cual fue reconocido por la Corona española, que le asignó tierras y le otorgó títulos de propiedad, pero al estar situado en el valle de Cuautla, fue objeto de codicia por parte de las haciendas azucareras que se establecieron en el territorio morelense y que trataron de despojarlos de sus tierras.
De hecho, el primer documento que se conoce de Anenecuilco es un memorial, en donde se narra la historia de cómo los herederos de Hernán Cortés, del marquesado del Valle de Oaxaca, querían despojar a los pobladores de sus tierras en 1578. Desde esa primera aparición pública de los habitantes de Anenecuilco hasta el fin de la etapa virreinal, los pobladores se defienden de las tres haciendas que lo circundan y que poco a poco van quitándoles sus territorios. Es uno de los pocos pueblos que logra sobrevivir.
En 1909 los ancianos de Anenecuilco eligen a Emiliano Zapata, quien tenía treinta años, como representante del Consejo del pueblo y le entregan los títulos de propiedad, él se encierra ocho días junto con su primo Francisco para estudiarlos y así conoce la historia de su pueblo desde su fundación y la lucha que hicieron para defender sus tierras. Por ello, se siente con la responsabilidad de no defraudar la confianza que pusieron en él y, a partir de entonces, de 1911 hasta su muerte en 1919, Zapata tiene una misión que no es solamente defender las tierras de su pueblo, sino que al mismo tiempo cuando se convierte en un personaje público y en un líder revolucionario, también asume sobre sus hombros el no defraudar a los demás campesinos mexicanos.
— ¿Aún existen esos títulos de propiedad?
— Sí, actualmente los tiene el Ayuntamiento de Anenecuilco y están en una caja fuerte en el Museo Casa Zapata, que es el lugar donde vivió Emiliano Zapata. Aprovechando este 2019, año de Zapata, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, en donde trabajo, entramos en contacto con el Museo y ofrecimos digitalizar los documentos, ellos aceptaron y ya están digitalizados. Lo que vamos a hacer es un disco compacto con estos documentos para que los pueda consultar el público.
También en el Museo, hay un proyecto de crear un centro de documentación zapatista que contenga los archivos más importantes de este movimiento y que se encuentren digitalizados.
— ¿Qué querías mostrar de Zapata en el libro?
— Con este libro quise hacer una biografía, un relato que desde los ojos de Zapata explicara lo que fue la revolución zapatista. Yo traté de que la historia fuera contada por él, afortunadamente hay miles de documentos de él, desde 1911, hasta su muerte, de todo tipo: cartas, correspondencia con Madero y otros presidentes, con sus generales, oficiales, presidentes municipales, soldados y con gente común de los pueblos que se comunicaban con él.
Yo trate de presentar al Zapata humano, que está viendo, viviendo, sintiendo, reflexionando sobre lo que pasa en la Revolución y lo hago dando su voz tomando como eje conductor de la historia los documentos firmados por Emiliano Zapata.
— Háblame de tus planes a futuro sobre este tema
— A lo largo de este año hay varios eventos, ceremonias y actividades relacionadas con Emiliano Zapata. Estamos con Radio Educación elaborando una radionovela que comenzará a salir próximamente al aire, estamos haciendo cápsulas para Canal 22 que se transmitirán a lo largo del año. Realizamos tres exposiciones: la que está en el pasaje Zócalo Pino Suarez, en el metro Zapata y la de la explanada del Zócalo, estas muestras van a estar tres meses y se van a trasladar a otros espacios.
Por otro lado, el 14 de mayo se inaugura la exposición en la que participamos en Chinameca, en la hacienda donde fue asesinado Zapata.
Más adelante, dice, “me gustaría hacer un libro en el que hable sobre cómo se formó el mito de Zapata en el siglo XX, cómo se construyó esta leyenda del símbolo del agrarismo y cómo fue utilizada por el Estado mexicano para legitimarse y controlar a los campesinos”.
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