Opinión

Zuckerberg, el ídolo que cayó por hipócrita

Zuckerberg, el ídolo que cayó por hipócrita

Zuckerberg, el ídolo que cayó por hipócrita

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

El dueño de Facebook ha sido durante mucho tiempo la encarnación del éxito de la generación Millennial (los que que entraron en el 2000 de adolescentes). Nada que ver con esos yuppies malcriados y multimillonarios de los excesivos noventas, que quemaban sus tarjetas platino en en esa hoguera de las vanidades cuyo Meca era Manhattan y desde donde volaban en sus jets privados a cualquier isla del Caribe rodeado de prostitutas, cocaína y champán.

Fallecido prematuramente Steve Job, Mark Zuckerberg (36 años) fue el heredero natural de un nuevo tipo de persona exitosa y acorde al estilo “Silicon Valley”: vida discreta tirando a gris (como la playera que lleva siempre), pareja multirracial (su mujer es una joven oriental) y respetuoso con el medio ambiente.

El cofundador de Facebook -que inspiró la película “La red social”- era justo lo contrario al protagonista de la película “Lobo de Wall Street”, que dirigió magistralmente Martin Scorsese y que convirtió al personaje de Leonardo di Caprio en la personificación del capitalismo salvaje y consumista de finales de siglo XX. Demasiada fiesta y derroche no podía acabar bien, como vimos con la caída de Lehman Brothers en 2008 y la década de recesión global que generó engendros, como el populista Donald Trump. Y es aquí donde precisamente se cruzan los destinos del presidente de EU y el dueño de Facebook.

Hasta hace poco desconcertaba la extraña relación entre dos personas a priori incompatibles. De Trump -que odia la prensa liberal porque le descubre cada una de sus mentiras- se entendía que recibiera a Zuckerberg con honores en la Casa Blanca, agradecido por el trato de Facebook hacia su persona. Pero casi nadie entendía por qué el fundador de la poderosa red permitía que el republicano y cientos de grupos racistas y de extrema derecha la usaran para difundir sus mensajes de odio, como denunciaron, molestos con su jefe, muchos trabajadores de Facebook.

Hasta la semana pasada, Zuckerberg se defendía alegando el derecho a la libre expresión, pero desde el viernes ha cambiado repentinamente de opinión y ahora considera que Facebook no debe ser plataforma para difundir mensajes de odio. ¿Qué ha cambiado? Sencillo: que el joven millonario ha empezado a perder mucho dinero por el boicot de decenas de empresas que invierten en publicidad en Facebook.

No es que Zuckerberg haya sido todo este tiempo un supremacista blanco, pero permitía mensajes de supremacistas para tener más usuarios y, por tanto, más publicidad. Ahora que los usuarios racistas y sus mensajes de odio provocan el efecto contrario —menos dinero de publicidad— Zuckerberg se ha dado cuenta de que no todo vale bajo el derecho a la libre expresión.

En otras palabra, que el chico millennial ejemplar no salió un hipócrita.

fransink@outlook.com