Opinión

Un 18 de marzo estilo 4T

No cabe duda de que Andrés Manuel López Obrador es un tipo rencoroso y vengativo: a la manifestación ciudadana del 26 de febrero, que se llevó a cabo en el Zócalo capitalino y que tuvo réplicas en, por lo menos, ciento veinte ciudades de México y el extranjero, manifestación cuyo objetivo fue instar a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a que se deshagan del “plan B” que desmantelaría al INE y haría caer, de nuevo, la organización de las elecciones en el gobierno federal, el tabasqueño, como respuesta a esa afrenta, convocó a una magna concentración el próximo sábado 18 de marzo para dizque conmemorar el 85° aniversario de la expropiación petrolera. El jefe del ejecutivo no tiene una visión conciliadora de la política; por el contrario, tiene una visión conflictiva de la política.

Ya había actuado así en el caso de la primera gran manifestación ciudadana del 17 de noviembre de 2022, cuando cientos de miles de mexicanos se movilizaron a lo largo y ancho de la república para expresar su repudio al “plan A” de la reforma electoral obradorista: el hombre de Tepetitán llamó a una gran concentración de simpatizantes para el 27 de noviembre, adelantando la celebración del 1 de diciembre para celebrar el cuarto aniversario de su toma de protesta como presidente de la república. Aplicó la ley del Talión: “ojo por ojo y diente por diente.” Él mismo encabezó la marcha del Ángel de la Independencia al Zócalo; o sea, caminó por Paseo de la Reforma, una de las arterias principales de la Ciudad de México, la cual—por cierto—bloqueó durante cinco meses aduciendo que fue víctima de un fraude electoral en 2006. Luego de levantar ese bloqueo fue al Zócalo y rindió protesta como “presidente legítimo”, le pusieron una banda presidencial, juró el cargo, formó un gabinete y asignó tareas de resistencia a la militancia. (Zedryk Raziel, “El País”, 16/11/2022). Toda una chifladura.

Sabemos que la 4T está cargada de simbolismo y atavismos: la primera transformación es la independencia encarnada en Don Miguel Hidalgo; la segunda transformación es la reforma liberal personificada por Don Benito Juárez, y la tercera transformación es la revolución mexicana simbolizada por Don Francisco I. Madero. Consecuentemente, la cuarta transformación es la representada por Don Andrés Manuel López Obrador. ¿Cuáles son su naturaleza y alcance? Es un misterio; solo Dios lo sabe.

Sin embargo, aprovechando la ocasión, el inquilino de Palacio Nacional echó mano de una figura histórica, el General Lázaro Cárdenas, y su logro de haber expedido el decreto de la expropiación petrolera que consistió en la apropiación legal del petróleo que explotaban 17 compañías extranjeras, las cuales tenían el control de esa rama industrial, para convertirla en propiedad de la nación.

Conviene señalar que el militar de Jiquilpan, Michoacán, llegó a la presidencia de la república bajo los auspicios del General Plutarco Elías Calles. El “Jefe Máximo”, como se le conocía al sonorense ya había puesto a tres presidentes de la república, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez. Fue la época del “pelelismo” o del “Maximato”: en realidad el que controlaba el poder era Plutarco Elías Calles. Para allá iba también Cárdenas. Sin embargo, el jiquilpense actuó con mucha sagacidad y prudencia: fue desmontando al gabinete que le había impuesto Calles y, sobre todo, al sistema de poder del sonorense, basado en el apoyo de los caudillos revolucionarios agrupados en el Partido Nacional Revolucionario, creado en 1929.

En su lugar, Cárdenas organizó a los trabajadores, campesinos, clases populares y militares, en sectores corporativos. Sustituyó al PNR por el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938; o sea, transformó un partido de caudillos en un partido de masas sociales. Con ese apoyo erigió un Estado fuerte y grande: repartió más de 20 millones de hectáreas entre los campesinos. Para alcanzar este logró desempeñó un papel fundamental el Departamento Agrario. Se crearon el Banco Nacional de Crédito Ejidal, Petróleos Mexicanos, el Instituto Politécnico Nacional, el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Una cosa que no se ha destacado lo suficiente es la labor desarrollada por los maestros rurales durante el cardenismo; ellos fueron un apoyo fundamental a sus políticas agrarias.

Pues bien, en comparación con el Estado cardenista que fue grande y fuerte, el Estado obradorista es pequeño y débil. Ni siquiera logra cumplir con la más elemental de las funciones del poder público que es garantizar la vida de las personas. Además, literalmente, López Obrador está siguiendo a pie juntillas el canon neoliberal que consiste en desmantelar a las instituciones gubernamentales. Y las que quedan están hechas un desorden. Lo mismo sucede con las finanzas públicas, son un desbarajuste.

No exagero al decir que Lázaro Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador se ubican en polos opuestos en la política nacional. El primero fue el creador del Estado nacional, el segundo es su destructor; el michoacano repartió tierras según el principio de justicia social, el tabasqueño reparte dádivas siguiendo el criterio del clientelismo. El primero actuó en bien de la nación, el segundo opera en favor de una camarilla de incondicionales. Cárdenas fue un estadista, López Obrador es un político de baja estofa.

El presidente Andrés Manuel López Obrador marchó hasta el Zócalo capitalino

El presidente Andrés Manuel López Obrador marchó hasta el Zócalo capitalino

Cuartoscuro

Sábado 18 de marzo: El vicio le rinde pleitesía a la virtud.

jsantillan@coljal.edu.mx