
Hasta ahora y en los nueve años que lleva en la política, los adversarios de Donald Trump se habían abstenido de clasificarlo así. Se pensaba que el fascismo no puede ocurrir en Estados Unidos porque evoca soldados marchando a paso de ganso y dictadores rascistas. Pero estos son otros tiempos y elecciones sin precedentes.
Tanto Kamala Harris como dos prestigiados militares que trabajaron con Trump en la Casa Blanca, son solo algunos de los que aseguran que el ex presidente es un fascista. Además de que John Kelly, un ex general del ejército que fue jefe de personal en su administración, asegura que Trump solía decir que “Hitler hizo cosas buenas”.
En las últimas semanas Trump ha escalado el tono de su retórica amenazando con, si regresa al poder, enviar a la cárcel a funcionarios electorales, cancelar los permisos a televisoras “enemigas” y usar las fuerzas armadas en contra de sus opositores.
Sobre los inmigrantes ha dicho que “envenenan la sangre” de este país, repitiendo lo que decía Hitler y Benito Mussolini .
Quienes lo defienden dicen que llamarlo fascista es un acto desesperado y que Trump hablaba igual cuando fue presidente y no actuó como dictador.
Los expertos consideran que un fascista es un político de carácter totalitario, excesivamente autoritario, que culpa del deterioro, real o falso de su país, a los inmigrantes, los intelectuales y las feministas y para quienes todos los opositores políticos -al menos aquí- son Marxistas y comunistas y por lo tanto peligrosos.
Nadie puede olvidar el violento ataque al Capitolio en enero de 2021 cuando 170 policías resultaron heridos y uno muerto, por los seguidores de Trump que pretendían impedir la certificación del triunfo de Joe Biden.
Actualmente 70 por ciento de los demócratas y 59 por ciento de los republicanos, temen violencia post-electoral en varias ciudades, pero sobre todo en Washington, donde la jefa de la policía anunció que cuatro mil agentes adicionales vigilarán esta capital entre el día de los comicios y la toma de posesión el 20 de enero.
Trump aún hoy asegura que le robaron las pasadas elecciones y ha dicho que la insurreccion fue “un día de amor”. Tanto él como su candidato a vicepresidente, el extremista J.D. Vance, no se comprometen aceptar el resultado de las elecciones el próximo 5 de noviembre.
Las últimas encuestas dan una pequeña ventaja a Harris en cuanto al voto popular, pero en el anticuado sistema electoral estadounidense, no siempre el que tiene más votos gana. En 2016 Hillary Clinton tuvo 2.9 millones más de votos que Trump y este ganó.
Creado en 1787, los 538 integrantes del Colegio Electoral representantes de los 50 estados y el Distrito de Columbia, funcionan como intermediarios para seleccionar al ganador, quien requiere el apoyo mínimo de 270 de ellos. Se teme que Trump, gane o no, declarará victoria esa misma noche.