
Día nublado para quienes gustosos celebrarían el fracaso de las políticas de seguridad, social, económica e internacional y aún más nubarrones para los que todavía se resisten, desde el machismo sobreviviente, a reconocer que “Presidenta” se escribe con “a” y no con “e”.
Desde el Zócalo de la capital nacional, en el centro del Obradorismo, se enfatizan razones para fortalecer el optimismo. Más de 350 mil personas provenientes de todos los sitios y de todas las clases desbordan la plaza de una hegemonía cívica política equivalente a la merma sistemática de los partidos opositores desangrados de militancia en estos siete años desde el inicio del cambio de régimen en 2018.
De frente a la ciudadanía y con Palacio Nacional de espaldas, la Presidenta Claudia Sheinbaum resalta avances de 100 días de Gobierno y una visión de futuro centrada en el desarrollo económico, equitativo y sustentable para todas las regiones, aun cuando quedan, como lo dijo la mandataria, “quienes piensan que las mujeres no tenemos iniciativas, que por nosotras piensan otros, quienes afirman que las mujeres no gobernamos, porque no tenemos capacidad o inteligencia, quienes creen que Presidenta se escribe con e”.
Los datos refuerzan el optimismo de la principal voz del Estado nacional frente al discurso del crimen, tanto el organizado como el común, el cotidiano: 16 por ciento menos en homicidios dolosos entre septiembre y diciembre, 20 por ciento de reducción en lesiones dolosas por disparos de arma de fuego —ambos delitos asociados en su mayoría con la delincuencia de alto impacto— y 5 por ciento menos en robos violentos.
En la estrategia de construcción de paz están los cuatro ejes diseñados desde la Ciudad de México cuando Sheinbaum gobernó y donde ahora Clara Brugada como Jefa de Gobierno profundiza con una premisa central: evitar que las y los jóvenes consideren a los grupos delictivos como una alternativa de vida, cuando en realidad son una opción de muerte. La convergencia de las voces detrás, a un lado y frente a la Presidenta son tan optimistas que le atribuyen a la oposición capacidad para desear el fracaso cuando apenas hay veneno en redes ante una especie de envidia histórica reveladora de sus límites y algunos puntos ciertos al señalar a algunos personajes señalables.
Las cifras revelan otras condiciones de país en una construcción iniciada con Andrés Manuel López Obrador: 9.5 millones de personas salieron de la pobreza extrema en seis años, se han creado 22 mil 238 mil empleos en 100 días, el salario mínimo registra un aumento de 135 por ciento, el precio de la canasta básica bajo 12 por ciento y México es la economía número 12 a nivel mundial. Falta en seguridad, pero hay un camino iniciado.
Una ética nacional unitaria reivindicada e impulsada en la democracia y el modelo social de la 4T, que conforma, como Sheinbaum lo sintetiza claramente en su discurso: un pueblo alegre, entusiasta y empoderado.
Son 100 días de gobierno, periodo simbólico y políticamente significativo que suele considerarse la primera evaluación de la gestión presidencial. Una idea originada con Franklin D. Roosevelt en Estados Unidos en 1933 —aludido por Sheinbaum en el buen entendimiento que tuvo con Lázaro Cárdenas—, cuando implementó una serie de medidas para combatir la Gran Depresión y su posterior evaluación.
Músculo movilizador y magnetismo convocante. Con Estados Unidos y a su próximo mandatario se le envía una postal retórica y visual. Todos sabemos que la mejor expectativa es la convergencia. Aprobación ciudadana de liderazgos y millones de fotos de las y los que estamos.
Optimismo de acciones y resultados como opción de vida. ¿Esperaban otra cosa? Se quedaron con las ganas.