Opinión

¡Qué pinche manera de legislar!

1. Sesión en el Congreso de la Unión de México.
2. Diputados mexicanos durante una sesión en el Congreso de la Unión.
3. El pleno de la Cámara de Diputados durante una sesión.
4. Legisladores mexicanos en sesión en el Congreso de la Unión.
5. Diputados y senadores mexicanos en sesión en el Congreso de la Unión.
6. El Congreso de la Unión en sesión.
7. Sesión ordinaria en el Congreso de la Unión.
8. Sesión extraordinaria en el Congreso de la Unión.
9. Sesión solemne en el Congreso de la Unión.
10. Sesión de clausura en el Congreso de la Unión.
La reforma energética aprobada en la Cámara de Diputados podría eximir al Estado de su responsabilidad en la protección del medio ambiente La reforma energética aprobada en la Cámara de Diputados podría eximir al Estado de su responsabilidad en la protección del medio ambiente (Especial)

Obviamente el sonoro encabezado no me pertenece. Además está incompleto: le falta una complementaria y contundente mentada de madre. 

  

Es herencia descriptiva de Porfirio Muñoz Ledo quien fue presidente de la LXIV Legislatura, en los albores de la 4-T.  

Abrumado por la ignorancia y tropelías de sus  correligionarios de Morena, obsequiosos hasta la ignominia con el líder máximo; en abierta desesperación perdió los estribos. La mayoría partidaria con todas sus limitaciones, la coordinaba Mario Delgado.   

Fueron tiempos de dudoso orgullo por legislar sobre las iniciativas presidenciales sin tocarles ni siquiera una coma. Talento puro. 

Hoy esa forma de control legislativo opera con pequeños matices de supuesta autonomía, sobre todo en la Cámara de Diputados, donde se alojará el documento “corregido” de la futura, inminente y autocrática ley de Telecomunicaciones, la cual avanzará en el Senado a pesar de los tropezones y las opiniones en contrario porque tiene nada más una finalidad: el control del gobierno sobre mensajes, conciencias y canales, ya sean tradicionales o cibernéticos. 

La naturaleza política e ideológica de esa ley, propuesta obviamente por la Ejecutiva (con A) del Poder Ejecutivo (con O), y por ella retenida con gesto de aparente conciliación democrática (pura baba de loro), es totalitaria. Además exhibe la voracidad por el poder descrita así por uno de los más brillantes intelectuales del Morenismo: el diputado Manuel Huerta Ladrón (nomás de apellido, dice) de Guevara: 

“…(la iniciativa madrugadora y hoy dormida) defiende la dignidad, la soberanía y la autodeterminación del país. Nos negamos —enfatizó— a que México sea rehén del chantaje mediático y geopolítico… (antes) celebraban cómo la banda del espectro radioeléctrico quedaba a merced de intereses extranjeros…” Nada que ver con mi teléfono, dice Juan Pueblo. 

“… hoy vivimos el avance de un tecno-feudalismo: una economía de acumulación basada en el control de las redes y la información. Por eso debemos democratizar los medios y evitar que se utilicen para desinformar o desviar voluntades, como ocurrió con campañas contra nuestros paisanos migrantes en Estados Unidos. No podemos permitir que esos medios estén al servicio de potencias extranjeras y no del pueblo”. 

  

A pesar de lo lindas,  tan entonadas palabras son falsas como un billete de tres pesos. Lo importante no está por venir, lo grave ya está: la super agencia digital, una especie de gigantesca medusa de miles millones de terabytes para controlar, espiar, supervisar y dominar toda la información. 

  

Por eso las exiguas oposiciones, acosadas despectivamente a pesar de su poco peso, han dicho del futuro e inútil “parlamento abierto”: nos quieren dar atole con el dedo; “es decir, que nos inviten a tres, cuatro especialistas, los escuchen, desaparezcan el artículo 109 (con el que se podría bloquear cualquier plataforma digital) y todo lo demás (lo más importante, digo yo) lo dejen intacto. 

  

“Eso sería una absoluta tomadura de pelo, y en ninguna circunstancia estaríamos de acuerdo”, dijo Ricardo Anaya con lo cual dice una verdad evidente: no van a estar de acuerdo. Pero nada más. ¿Oponerse con resultados? Imposible. 

  

Por su parte Rubén Moreira (PRI) quien se pregunta por qué el Senado le obedece tan torpemente a la presidenta (con A) y frena o acelera cuando ella lo dispone, como ocurrió con los diputados y el retiro de la iniciativa de ley del ISSSTE, asegura: 

  

“…Es una ‘ley censura’, lo convierten (a la agencia Merino), en un organismo que centraliza decisiones, que controla la comunicación, que servirá de aparato represor y que se mete en la vida privada de las personas".   

  

Pero esa crítica se estrella contra el dogma invencible: 

  

“…el objetivo es fortalecer la democracia y garantizar una relación transparente entre medios, autoridades y sociedad”. 

  

Quizá por eso ha venido en estos días la embestida contra el abogado de Televisa, Javier Tejado Dondé. La Reforma Judicial estuvo precedida por una campaña feroz contra la corrupción de jueces y ministros. Hoy se sigue el mismo método. 

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