Opinión

Guerra mundial

Guerra

La Segunda Guerra mundial fue un suceso histórico que reconfiguró el mundo. No hubo un solo ámbito de la vida social, en su sentido más amplio, que no fuera bañado por su influjo. Es importante recordar algunos aspectos de sus consecuencias, porque hoy, nuevamente, se tocan tambores de guerra en diversas regiones del mundo, que lo empujan al precipicio de una conflagración nuclear.

Sus repercusiones tienen presencia hoy, aunque no esté en la memoria de las nuevas generaciones ¿Quién recuerda que el 30 de abril de 1945 se suicidó Adolfo Hitler, que la rendición de Alemania se dio el 8 de mayo, que el bombardeo atómico sobre Hiroshima y Nagasaki fue en agosto, que Japón se rindió el 2 de septiembre? ¿Quién sabe que se conmemoran 80 años de la derrota de nazismo?

La derrota, en la primera guerra mundial, de tres imperios (Alemán, Austrohúngaro y Turco) altero la geografía política de Europa, Medio Oriente y África. El Reino Unido y Francia emergieron como las grandes potencias europeas que se beneficiaron con el control de las colonias de los imperios derrotados. A los Estado Unidos se les dejó como su traspatio América Latina

Esa derrota sirvió de argumento esencial a los nazis para reclamar el “espacio vital”, para su creciente población, agregando el argumento de la inferioridad de las otras razas, esencialmente los eslavos y todo tipo de minorías étnicas.

Las conferencias entre EU, Inglaterra y la Unión Soviética en Teherán (1943), Yalta (febrero de 1945) y Potsdam (julio-agosto 1945) definieron el trazado geopolítico posterior al fin de la guerra. Ahí se acordaron las zonas de influencia de las potencias vencedoras, en un estira y afloja, que induciría a la Guerra Fría

No existe acuerdo sobre el número total de víctimas durante la segunda guerra mundial, las cifras oscilan entre los 55 y 85 millones de personas. Todos los bandos cometieron crímenes, pero los alemanes realizaron genocidio contra los judíos y otras minorías étnicas. Los japoneses efectuaron masacres en China y Corea.

Desde la perspectiva social, tal vez, la repercusión más relevante sea la inclusión de las mujeres en los procesos políticos, al otorgarles el derecho al voto, y su inclusión en el mundo laboral, mientras los hombres estaban muy ocupados matándose los unos a los otros. El genocidio que dio lugar al holocausto impulsó la implantación de los derechos humanos, que cada vez amplían más sus horizontes, como una doctrina global.

El sistema económico mundial fue configurado conforme a la visión y los intereses estadounidense. El Plan Marshal que tuvo como finalidad la reconstrucción de Europa no fue una dádiva. Todos los países que participaron como aliados en la contienda estaban endeudados con los Estados Unidos. La reconstrucción le convenía pues la economía tenía que reactivarse para que pagaran sus créditos.

Los acuerdos financieros de Bretton Woods, que crearon el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, también convirtieron al dólar como medio de pago internacional y el libre mercado como doctrina económica dominante en el mundo occidental.

Una consecuencia militar, económica y política fue el surgimiento del complejo industrial militar, en Estados Unidos. Hoy el gasto militar de ese país representa el 3.5% de su Producto Interno Bruto, equivalente a alrededor de 800 mil millones de dólares anuales.

La evolución de la ciencia siempre ha estado ligado a su utilización bélica. El caso de la Segunda Guerra tuvo una característica que la diferenció del pasado, porque la ciencia se convirtió en parte de un proceso de militarización social. Donde todos los recursos tenían como finalidad satisfacer las necesidades bélicas de los ejércitos.

Muchas de las innovaciones científicas de esa época tuvieron como un fin inmediato la destrucción del enemigo. Son ejemplos icónicos la energía nuclear, el radar, la computación, los aviones supersónicos, la electrónica, las armas químicas, la utilización masiva, por primera vez, de los antibióticos y los estudios genéticos. Posteriormente se han encontrado usos pacíficos y positivos de esos descubrimientos. Pero la militarización de la ciencia llegó para quedarse.

El fin de la segunda guerra implicó otro cambio en la geopolítica mundial. Por un lado, el principio del fin de los imperios coloniales, derivado de las luchas de liberación de los países sometidos. Por otro, El fin de los países europeos como superpotencias; el surgimiento como tales de Estados Unidos y la Unión Soviética. Lo que llevó a la formación de dos bloques en disputa por la hegemonía global y llevó al mundo a la Guerra Fría, que tuvo momentos muy calientes como las guerras de Corea y Vietnam.

Las atrocidades cometidas durante el conflicto llevaron a los países a intentar encontrar vías pacíficas de solución de conflictos. Se creo la ONU, pero, paradójicamente surgieron la OTAN y el Pacto de Varsovia. Por un lado, se creaban instituciones multilaterales y, por otro se tejían alianzas para la guerra.

La caída del muro de Berlín dio a esperanza de vivir en un mundo sin confrontaciones bélicas. Existen al menos dos aspectos similares entre la Europa de antes de la Segunda Guerra Mundial y el presente. El rearme de Alemania en la década de los años treinta del siglo pasado fue el preámbulo necesario para crear las condiciones que iniciaron la guerra.

La guerra Rusia-Ucrania dejó al descubierto las debilidades militares de la Unión Europea y la dependencia de los Estado Unidos para su defensa. Además, la llegada de Donald Trump al poder y el giro en su política exterior, que pasó del apoyo incondicional a aprovecharse de los recursos naturales de Ucrania, ha llevado a la UE a fortalecer la construcción de una política común de seguridad. La cual tiene muchas dificultades.

La primera dificultad es tener un ejército común y bien pertrechado. En esa lógica ha decidido disponer de 800 mil millones de euros del plan de rearme, cantidad similar a la del gasto militar de Estados Unidos. La finalidad del incremento en el gasto militar es la de no depender de los EU y de sus giros políticos.

Otro objetivo es reducir la dependencia de la tecnología estadounidense, lo cual parece ser más difícil de conseguir, pues la cooperación en este sector ha tenido algunos éxitos, pero sobre todo fracasos importantes, incluso entre Francia y Alemania.

La política de rearme europeo no es nueva tiene diversos antecedentes que se iniciaron en 2003 con la creación de la Agencia Europea de Armamento (AEA), en 2017 con el surgimiento de la Cooperación Estructurada Permanente, en 2021 del Fondo Europeo de Defensa (FED) y, en 2022, la ampliación del Fondo Europeo de Apoyo a la Paz (FEP) para permitir la exportación de armas letales a países en guerra con el fin de apoyar a Ucrania.

Del otro lado del mundo geopolítico, Rusia y China, han centrado sus esfuerzos en la innovación tecnológica militar, por ejemplo, los proyectiles hipersónicos. Existe un proceso de rearme de las potencias que fueron rivales en la Guerra Fría, que tiene como telón de fondo una rivalidad económica. Por un lado, están los Estados Unidos, distanciado de Europa, que también busca una parte del pastel de la economía mundial y por el otro China y Rusia que avanzan en la consolidación de su alianza, que Trump intentó y seguirá intentando dividir.

El enfrentamiento entre India y Pakistán, ambos con armas atómicas y el rearme de las potencias hace que suenen los tambores de guerra, que nos pueden colocar al borde del precipicio atómico. En la coyuntura la voz del nuevo Papa León XIV tiene relevancia, pues en su primer mensaje llama a la paz y al diálogo, pero no es suficiente. Hoy es de suma relevancia impulsar la solución pacífica de los conflictos, como en Ucrania, y oponerse al genocidio que Israel, olvidando su propia historia, comete contra los palestinos en Gaza.

*Profesor UAM-I,

@jsc_santiago

www.javiersantiagocastillo.com

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