Opinión

Democracia Plebiscitaria

El desencanto hacia la política tradicional paulatinamente se está convirtiendo en un malestar hacia la democracia moderna. No se trata de una impugnación de sus presupuestos lógicos o de la deslegitimación de sus valores políticos, la referencia es a una creciente inconformidad ciudadana que se manifiesta contra un modelo de democracia que ha resultado deficitario respecto a los requerimientos de la población, además de que arrastra grandes paradojas, insuficiencias y contradicciones. Es un descontento social hacia la democracia formal culpable de haber generado una clase política parasitaria, incapaz de mantener las promesas de nuevas titularidades ciudadanas que permitan alcanzar los objetivos que postula el orden político democrático de igual libertad, iguales derechos e igual dignidad para todas las personas. Es un descontento ciudadano que expresa la creciente distancia entre los ideales y la cruda realidad.

Este fenómeno fue descrito y anticipado por el historiador y sociólogo Max Weber, quien analizó los límites del parlamentarismo, la función de la burocracia y el liderazgo carismático. El también economista, ofreció herramientas para comprender las motivaciones del porqué muchas personas se sienten desconectadas de los procesos democráticos. Afirmaba que los problemas políticos del gobierno se deben principalmente a la modalidad de liderazgo establecido que puede ser de tres tipos: tradicional, carismático o legal-racional. Abogaba por la democracia como un sistema que permite la elección legítima de los líderes, pero al mismo tiempo, advertía del enorme peligro del arribo de liderazgos carismáticos donde “la demagogia impone su deseo sobre las masas”. El pensador alemán asumía la posibilidad de una degeneración del sistema democrático a manos de los demagogos.

Actualmente, distintos fenómenos van en esta dirección. En primer lugar, la burocratización del sistema político. Las democracias modernas desarrollan grandes aparatos administrativos impersonales alejados del ciudadano. La burocratización genera una sensación de alienación donde las decisiones son tomadas por tecnócratas o élites que carecen de representación. Muchas personas consideran que la política no cambia nada porque todo el proceso decisional se encuentra en manos de una maquinaria administrativa difícil de controlar.

En segundo lugar, la crisis del parlamentarismo y de los partidos. Max Weber vio en la democracia parlamentaria el riesgo de que los partidos se conviertan en estructuras clientelares, más interesadas en los cargos públicos que en representar intereses sociales. Cuando los partidos pierden credibilidad, automáticamente se debilita la conexión entre los ciudadanos y el sistema político. Estos fenómenos se identifican en el incremento del abstencionismo electoral, el rechazo generalizado a la clase política y el

auge de los movimientos antisistema que promueven el repudio de la política tradicional.

En tercer lugar, aparecen nuevos liderazgos carismáticos como reacción a la política formal, representando una respuesta emocional de la población al desencanto con la política. El líder promete acabar con la burocracia y los privilegios, hablar claro y actuar rápido, así como priorizar al “pueblo verdadero”. Este tipo de liderazgo puede entusiasmar en el corto plazo, pero también tiende a concentrar el poder, a desinstitucionalizar al Estado y a desgastar los procedimientos democráticos.

Otros factores del malestar ciudadano se ubican en la incompatibilidad entre las promesas y la realidad. La democracia ofrece igualdad, representación y participación. Sin embargo, persisten diferentes desigualdades mientras que las decisiones se toman al margen de la población. La participación se restringe a ciertos temas y queda limitada para determinados periodos. Esto incrementa la percepción del fracaso del proyecto democrático, especialmente entre jóvenes y sectores vulnerables. Las reflexiones de Max Weber permiten comprender la dominación carismática cuyos excesos de poder no son racionales y muchas veces, ni siquiera legales.

La democracia plebiscitaria que se percibe en el horizonte es un tipo de régimen político que busca perpetuar una relación privilegiada entre el líder y las masas, prescindiendo del papel intermediario de los partidos políticos.

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