Opinión

SNTE: Doble lealtad

Alfonso Cepeda Salas El SNTE expresó su respaldo a la presidenta Claudia Sheinbaum, y rechazó las decisiones unilaterales del gobierno de Estados Unidos. (SNTE)

El día del Maestro (15 de mayo) de este año coincidió con noticias lamentables, la supresión de la USICAMM (Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros) y las protestas públicas de los trabajadores de MEJOREDU (Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación) que reclaman a la presidenta Claudia Sheinbaum que se los liquide conforme a derecho.

La USICAMM tiene como tarea establecer reglas que garanticen la idoneidad de quienes ingresan a la profesión docente; la MEJOREDU, por su parte, tiene como objetivo emitir criterios y lineamientos para la formación continua de los docentes. Las dos agencias fueron eliminadas este año por la avasallante mayoría de Morena en el Congreso.

La USICAMM era una herencia de la reforma de 2013 que se propuso mejorar la formación docente mediante evaluaciones, y cursos de capacitación, de acuerdo a los resultados de dichas evaluaciones. Esas dos agencias buscaban actuar para garantizar la profesionalización docente.

Se trataba de conjurar el extendido fenómeno de la “desprofesionalización” de la docencia y asegurar actividades de educación continua de los maestros. Otra divisa, implícita, era “combatir la mediocridad” entre quienes se encargan de la educación de nuestros hijos.

La eliminación de la USICAMM era una demanda del SNTE que, por lo visto, ha establecido un nuevo “pacto” político con el Estado. La nueva alianza entre las dos entidades comenzó a gestarse cuando el secretario general del SNTE, Alfonso Cepeda Salas, se incorporó al partido gobernante.

El ingreso del líder sindical a un partido político, cualquiera que sea, plantea un conflicto de valores. Cuando tu diriges a una organización tan grande y poderosa como el SNTE no puedes, alegremente, tomar partido dado que la representación sindical, --más de dos millones de maestras y trabajadores de la educación— debe ser políticamente neutral.

Es un conflicto de lealtades: equivale a tener al mismo tiempo dos autoridades por encima de él: a) la voluntad de los agremiados o b) la presidencia de la república (se sobreentiende que el partido Morena es dirigido realmente por el poder ejecutivo). Frente a un conflicto concreto de intereses, ¿a cuál de esas autoridades se someterá el líder del SNTE?

En otras palabras, la militancia partidaria de Cepeda Salas es una burla para sus representados, pero no solo eso, lo peor de este comportamiento es que al ingresar a Morena el sujeto está aceptando un sistema populista de gobierno, con una ideología determinada y sus prácticas deleznables. De golpe, Cepeda Salas, entró a formar parte de un régimen contrario a la democracia, insensible a la corrupción y perfilado hacia la tiranía.

Cepeda Salas tiene que aceptar borreguilmente y con todas sus letras la reforma educativa aberrante que inventaron Marx Arriaga y secuaces. Una reforma que para los maestros ha sido ofensiva y que no solo degrada su profesionalismo, también representa un culto a la ignorancia bajo el disfraz de la renovación.

El poder del SNTE se sustenta en el control que este organismo ejerce sobre el magisterio. Sus líderes siempre recurren al consabido argumento de que, “sin SNTE, se pone en peligro la estabilidad política del país”. Es un argumento falso que magnifica el poder del relativamente pequeño grupo dirigente que se beneficia con un mar de ventajas y privilegios, sobre todo en términos de dinero contante y sonante. Todos sabemos que este sindicato quiere controlar todas las plazas educativas, anhelo que se asocia al interés por acabar con la USICAMM, entidad que intentó hacer una selección de maestras y maestros mediante criterios académicos.

La venta de plazas ha sido históricamente una práctica alentada por el SNTE. La evidencia más conspicua de esa conducta se tuvo cuando ocurrió la descentralización (1992) que dio lugar a una dispersión de los recursos entre los estados, bajo esa circunstancia las secciones sindicales adquirieron un poder directo de negociación y la venta de plazas se convirtió en un ejercicio cotidiano. Entre 1992 y 2013 la corrupción en el SNTE fue visible para el público incluso.

No hay evidencia de que el sindicato haya experimentado un viraje hacia la honestidad por medios racionales y éticos, los herederos de la profesora Elba Esther Gordillo han sabido mantener intocados los usos y costumbres. Por el contrario, el SNTE busca extenderlos, precisamente acaba de proponer a su partido (Morena) renovar (revitalizar) el sindicalismo nacional colocando al SNTE como columna vertebral de esta transformación (¿Se creará otra CTM? ¿Cepeda Salas será el nuevo Fidel Velázquez?). Todo puede suceder en este país donde sigue imperando el surrealismo.

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