
En torno del doble asesinato del martes, muchos son los signos llamativos, además de la notabilísima velocidad de la Fiscalía capitalina y la policía metropolitana: ya saben cómo todo fue una ejecución planteada en la cual participaron cuatro personas.
Eso se llama talento puro. Ni Holmes, Wolf o Poirot. Más bien, el inspector Clouseau. Pero en fin. Ya lograron saber cosas fundamentales: los asesinos los querían matar y tenían todo muy bien planeado con notoria anticipación. Y además escaparon. ¡Ah!, gracias.
Pero más allá de la ironía y el pasmo se deben señalar algunos otros elementos.
Para comenzar el juego interminable de las paradojas. Después, el origen del conocimiento detallado sobre el punto de encuentro de los ahora muertos; sus hábitos, rutinas, costumbres, rutas y recorridos cotidianos. Vayamos por partes.
En otras circunstancias menos fúnebres, resultaría al menos hilarante una reunión --en la cual participan todos los funcionarios civiles y militares de la seguridad pública, ciudadana, nacional o internacional, cuyos informes de optimismo y mejoría construyen la imaginaria fachada de la inexistente paz y la tranquilidad en el país--, y se ve de pronto sacudida por el secretario de tan abigarrado sector, quien interrumpe a la Jefa del Estado para informarle --él mismo, cuya vida es un milagro después del atentado terrorista de hace pocos años--, de un doble asesinato cuya sangre ahoga toda la palabrería de la seguridad nacional puesta en la tribuna de una conferencia de medios (urbi et orbi) y aleja en vuelo desordenado a los pajarracos de la estadística, las disminuciones, los porcentajes, las comparaciones y la sombra del pasado, como si tan amplia categoría del tiempo no abarcara también el sexenio anterior en el cual todos sirvieron, todos operaron por la causa, todos estuvieron de acuerdo.
La conferencia “mañanera” (cuya única diferencia con el ejercicio anterior de control interno y propaganda es cosmético; ahora se llama “del pueblo”) rodaba plácida y autocomplaciente por los rieles de la modorra matutina y el análisis de cómo se combate la violencia cuando se erradican sus causas. Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Gobernación, estaba inspirada.
--“…Las causas que generan las violencias se atienden con prevención; mediante actividades lúdicas, con juegos de mesa y al aire libre, de destreza mental y manualidades, transmitimos a niñas y niños que hay otras alternativas para la resolución de conflictos…”
El comandante de la Guardia Nacional, Hernán Cortés (no confundir): hablaba y hablaba del bienhechor cuerpo bajo su mando.
Por su parte el secretario de Marina, Raymundo Morales Ángeles hablaba en tono exculpatorio de los errores del piloto neoyorkino en el accidente del “Cuauhtémoc”.
Alejandro Gertz, Fiscal General de la República, evadía preguntas y respondía con imprecisión a las preguntas presentadas. En fin, lo de todas las mañanas cuando se presentan los informes colectivos sobre la seguridad.
De pronto la agitación en las sillas. Sin previa invitación, una intrusa tocaba a la puerta.
--¿Quién?
--“Soy la realidad… para servirles”.
Omar García Harfuch, quizá con el recuerdo de la balacera por cuyas heridas estuvo dos semanas internado en un hospital, cuando lo quisieron matar, escribía y consultaba el teléfono. Enviaba recados a la presidenta quien preveía un lapso de diez o quince minutos para informar de algo muy importante.
Y cuando lo hizo fue de esta manera:
“…Quisiera dar una información muy, muy relevante. Por eso estábamos comunicándonos con el secretario.
“Teníamos información, pero fue ya confirmada:
“…la jefa de Gobierno, Clara Brugada, acaba de emitir una tarjeta informativa.
“El Gobierno de la Ciudad de México informa que lamentablemente perdieron la vida durante una agresión directa: la secretaria particular de la jefa de Gobierno, Ximena Guzmán, y José Muñoz, asesor de la jefa de Gobierno, en la Calzada de Tlalpan y la calle Napoleón, en la colonia Moderna, de la alcaldía Benito Juárez.
“Personal de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y la Fiscalía General de Justicia, ambas de la Ciudad de México, con apoyo del Gobierno de México —desde el primer momento Omar giró instrucciones para que tengan todo el apoyo del Centro Nacional de Inteligencia de la Subsecretaría de Inteligencia de la Secretaría; por supuesto, de la Secretaría de la Defensa y Marina, todo el apoyo que requiera la jefa de Gobierno para la investigación, y llegar al fondo de esta situación, que no haya impunidad— con apoyo del Gobierno de México, ya realizan las investigaciones correspondientes para determinar el móvil de la agresión.
“Además, se realiza el análisis de las cámaras de videovigilancia en la zona para identificar a los probables responsables que, se sabe, viajaban a bordo de una motocicleta —los agresores—.
“No habrá impunidad, los responsables serán detenidos y deberán enfrentar la justicia.
“Desde el Gobierno de la Ciudad de México enviamos condolencias a sus familiares”.
Ya después se conocería, (como complemento del problema) la descompostura de la cámara de vigilancia del C-5.
--Es de que, ¿sabe, señito, ps la cámara esa estaba fuera de mantenimiento, ¿no?, pero ya la mandamos reparar, doñita… ya le quitamos el chi”
La presidenta había continuado así su conmovido mensaje:
“--Desde el Gobierno de México enviamos condolencias a sus familiares, todo el apoyo que requiera la jefa de Gobierno.
“Vamos a llegar al fondo de esta situación y que haya justicia. Y nuestro apoyo incondicional a la jefa de Gobierno; y, por supuesto, nuestra solidaridad y apoyo a los familiares de estas dos personas, que vienen trabajando en nuestro movimiento desde hace mucho tiempo, los conocemos.
“Nuestra solidaridad a sus familias, a Clara. Y vamos a darle todo el apoyo que requiera, por parte del Gobierno de México”.
Evidentemente hay varios elementos muy notables en este doble asesinato.
El más importante de todos:
La información de cómo, dónde y cuando, con la precisión del horario y la “coincidencia” de un martes de seguridad en la mañanera del pueblo, Ximena esperaría a José en la calzada de Tlalpan, para ir juntos al trabajo o a cualquiera otra parte (a 5 estaciones del Metro entre ese lugar y el Zócalo donde ambos laboraban), no pudo darse sin el soplo interno en el gobierno de la CDMX.
Los cárteles no tienen tanta capacidad de espionaje para saber a qué hora la señora y el difunto Pepe se encontrarían para ir a la oficina. Por eso el asesino con paciencia de cazador, esperó 20 minutos en la banqueta
Otro elemento destacable es la oportuna descompostura de la cámara de vigilancia. Esa precisamente.
Este doble crimen no podría incluirse en la categoría de un delito de “alto impacto”. Al menos no social. Resulta de “alto impacto político”, porque su finalidad no era asesinar a dos inocentes.
Su finalidad fue meter a Clara Brugada en un torbellino de miedo y confusión. La consecuencia de un asesinato (2) de estas características es la consiguiente turbulencia emocional. La desconfianza, la duda acerca de cuántas lealtades han sido traicionadas, cuántos enemigos embozados rondan los pasillos, cuántos oídos escuchan, cuanto ojos fisgonean, sobre todo si se tiene la suficiente perspicacia para saber de dónde provino la información con cuyos datos el sicario disparó con precisión, eficacia y sangre fría.
Cuando asesinaron a Colosio, Carlos Salinas culpó a la “nomenklatura” del PRI. ¿Valdrá ese comparación ahora con Morena?
¿Alguien dentro del partido quiere frenar a Brugada a toda costa --y desde temprano-- para impedirle pasos como los de Andrés o Claudia para hacer del gobierno la ciudad la catapulta al Palacio Nacional?
Eso tampoco lo sabemos por ahora.