Opinión

Contra la estigmatización

Asesinan a a dos altos funcionarios de la CDMX en calzada de Tlalpan

La Opinión Pública de Walter Lippmann en su lucidez contemporánea nos regala esta idea central: los estereotipos son instrumentos usados por toda la población para deshacerse de la complejidad de lo real.

Agreguemos desde el mundo políticamente correcto: son tan deleznables como inevitables. Dan forma a los sesgos. Cualquier observador y actor de lo político advierte la inevitable adhesión de cada una y uno a su propio conjunto de prejuicios y sí, estereotipos.

El estereotipo tiene una prima muy querida, la estigmatización. Estigmatizar pueblos por la violencia en zonas específicas o por acciones de grupos delictivos, significa renunciar a la comprensión de lo mismo “real” reclamada a políticas y políticos, periodistas, académicos o simples chismosos desinformados.

México aparece ocasionalmente en el extranjero como símbolo del crimen organizado, como si todo el territorio estuviera tomado por el narco. Se habla desde hace un par de décadas de “estados fallidos”, “ciudades ingobernables”, “zonas controladas por cárteles”. Es cierto: hay regiones reveladoras de desafíos, aunque esa violencia tiende a estar geográficamente focalizada.

Municipios enteros viven en paz relativa. Familias trabajan, estudian, producen, crean. Aunque difícilmente esa realidad forma parte del relato mediático global.

El estereotipo más común en la conversación opositora es la atribuida homogenización de la violencia.

Entender la violencia y combatirla van de la mano tanto como en el otro lado de la calle caminan juntos el estereotipo y la estigmatización. Nombrarla con precisión y ubicarla en el mapa ayuda a su combate y al castigo de su comisión. No arrebatemos a las víctimas el derecho a ser vistas como tales, así como a esperar y exigir justicia.

Al referirse a Sinaloa, la Presidenta, Claudia Sheinbaum, llamó a la entidad el granero de México. El mismo lugar y donde este fin de semana fue abatido “El Perris”, uno de los principales operadores del cártel de la zona. “El pueblo de Sinaloa es trabajador, sale adelante todos los días, lo queremos, lo apoyamos, no vamos a permitir que nadie lo estigmatice”, dijo la mandataria federal. Y la policía está trabajando: 161 capturas de octubre a la fecha de líderes de la delincuencia más perniciosa, de los cuales cuatro de cada diez son asociables al Cártel de Sinaloa.

Los acontecimientos violentos pueden estar conectados unos con otros. Tienen el potencial de indicar destinatarios simultáneos diversos. Innegablemente, impactan en la percepción, como ocurrió esta semana en la capital nacional, con el asesinato de dos colaboradores de la Jefa de Gobierno, Clara Brugada: Ximena Guzmán y José Muñoz.

Ambos estuvieron siempre del lado correcto de una comunidad política con amplio trabajo popular, actualmente plataforma responsable de un proceso de cambio de régimen que cumple su séptimo aniversario este 2025. Las autoridades ya se encuentran exhaustivamente, como en otros homicidios dolosos, en el trabajo correspondiente al cual no le sobra la denuncia ciudadana anónima, la cual puede presentarse al 089.

Así como políticos y comunicadores deciden sus sesgos con relativa libertad, los responsables del golpe dirigido contra el bastión de la seguridad del obradorismo — medida por reducción de incidencia registrada y por el INEGI en materia de percepción de seguridad, así como eventualmente, construida como señal y advertencia— consideraron establecer una nueva estigmatización ahora en la CDMX.

Trasladaron provisionalmente el centro de la vulnerabilidad percibida al corazón del país.

En el centro de las crisis están los riesgos de las categorías totalizantes para describir pueblos enteros o crímenes específicos. La ignorancia, racismo, estereotipo o estigmatización no ayudan.

Neutralizar la estigmatización, generalizar el combate a la impunidad y la promoción indeclinable de justicia, ayuda a la comunidad.

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