
En 2019, tuve el honor de ser elegida como la primera presidenta de la Asamblea Mundial de ONU-Hábitat, en representación de México. Desde esa posición, y junto con la Directora Ejecutiva Maimounah Mohd Sharif, impulsamos más de 15 reuniones regionales e internacionales que se sostuvieron a pesar de un entorno global complejo, marcado por conflictos regionales y la pandemia de COVID-19. Esta etapa permitió consolidar alianzas y sentar las bases para una gobernanza urbana más equitativa, resiliente y sostenible.
Recientemente, Nairobi, Kenia, fue sede de la Asamblea General de ONU-Hábitat (UNHA), donde Malasia fue elegida para liderar la presidencia del periodo 2025-2027. Durante esta reunión, México inició el segundo periodo de sesiones, subrayando la importancia de la colaboración internacional para enfrentar la crisis de vivienda y promover un desarrollo urbano más justo. Esta participación consolida el liderazgo de México en la implementación de la Nueva Agenda Urbana a nivel global, un tema que antes del sexenio anterior, nunca había tenido prioridad en la política exterior de nuestro país.
La Asamblea se enfocó en retos críticos del urbanismo contemporáneo, como el crecimiento acelerado de las ciudades, la crisis habitacional y la necesidad urgente de infraestructura sostenible. Representantes de gobiernos, expertos y organismos internacionales debatieron soluciones integrales para lograr asentamientos humanos más resilientes, equitativos e inclusivos.
Uno de los ejes centrales fue la Nueva Agenda Urbana, que impulsa políticas centradas en la inclusión social, la erradicación de la pobreza y la igualdad de género en la toma de decisiones urbanas. También se promovió el desarrollo económico con justicia social y una visión ambientalmente responsable. Este marco de trabajo se alinea con iniciativas globales como el Pacto Mundial de Alcaldes por el Clima y la Energía, que agrupa a más de 10,000 ciudades comprometidas con la reducción de emisiones de carbono. Cabe recordar que México fue pionero en este esfuerzo, al organizar el primer Pacto Climático Global de Ciudades en noviembre de 2010 —presentado por Marcelo Ebrard en la COP16 de Cancún— donde participaron 143 alcaldes de todo el mundo.
Entre los principales logros de la reciente Asamblea destaca la aprobación del Plan Estratégico 2026-2029, que establece prioridades para ampliar el acceso a vivienda digna, suelo urbano, infraestructura y servicios básicos. La implementación de este plan representa uno de los desafíos más importantes del nuevo ciclo institucional.
La transformación de asentamientos informales fue otro de los temas clave. Se discutieron políticas de integración que incluyen inversión en infraestructura, acceso a servicios esenciales y regularización de la tenencia de la tierra, todo ello con el objetivo de evitar desplazamientos forzados y fortalecer la cohesión social.
Asimismo, se presentó una nueva visión de ciudades inteligentes centradas en las personas, con directrices para utilizar tecnologías digitales que mejoren la gestión urbana sin excluir a los sectores más vulnerables. Este enfoque busca cerrar brechas digitales y garantizar que la innovación beneficie a todas las comunidades.
El cambio climático ocupó también un lugar relevante en la agenda. Se analizaron medidas para reducir la huella ecológica de las ciudades, diseñar infraestructuras resilientes y optimizar la gestión de recursos naturales. Estos temas son especialmente relevantes para países en desarrollo, donde los impactos del calentamiento global amenazan la sostenibilidad de los centros urbanos.
La Asamblea también sirvió como plataforma para fortalecer la participación de múltiples actores —gobiernos, sector privado, sociedad civil y organismos multilaterales— en la construcción de soluciones urbanas sostenibles. El diálogo abierto y multilateral es esencial para alcanzar acuerdos duraderos que impacten positivamente en la vida de millones de personas.
La nueva presidenta de ONU-Hábitat, la brasileña Anacláudia Rossbach, enfrentará el reto de liderar una agenda transformadora. Entre sus responsabilidades estarán la implementación efectiva del Plan Estratégico 2026-2029, la consolidación de la Nueva Agenda Urbana y la integración de la tecnología como herramienta de equidad, sin profundizar las desigualdades existentes.
El futuro de las ciudades dependerá de su capacidad para adaptarse al cambio climático, integrar tecnologías inteligentes de forma justa y mejorar la calidad de vida de sus habitantes. México ha demostrado liderazgo y compromiso en estos temas, y su papel activo en esta Asamblea reafirma su vocación internacional para impulsar modelos de desarrollo urbano más humanos, resilientes e inclusivos.