
Las violencias extremas entre individuos, grupos y naciones se ha convertido en una pandemia social que afecta a prácticamente todos los pueblos. El mundo, México y muchas de sus regiones dan cuenta de ello. De igual manera, sectores específicos de la sociedad se han convertido en víctimas de este mal. Los jóvenes, las mujeres, los pobres, los migrantes, entre otros, son ejemplo de esto. La embestida de Israel contra Irán y la respuesta del país islámico hacia su agresor; la represión xenófoba y desproporcionada padecida por miles migrantes en ciudades de Estados Unidos; las agresiones diarias contra millones de mujeres el mundo que en cientos de ocasiones derivan en feminicidio; el sometimiento de localidades enteras a manos del crimen organizado en Tamaulipas, Guerrero o Sinaloa; la marginalidad descarnada a la que el sistema económico global ha condenado a los que menos tienen; los intentos de conquista y sometimiento sufridos lo mismo por Palestina que por Ucrania, arguyendo los resabios de la historia y los pretextos de la geografía; el “destino manifiesto” de desesperanza y resignación al que los tiempos actuales parecen querer condenar a las juventudes… Todo ello confirma lo afirmado.
Por todo lo que sucede en nuestro entorno y por aquellos que son más susceptibles de sufrir distintos tipos de violencias, la estrategia anunciada hace una semana por el Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Leonardo Lomelí, en materia de cultura de paz resulta tan relevante. No cabe duda del papel que la Universidad Nacional ha tenido a lo largo de su historia como espacio y oportunidad para la formación académica, el desarrollo profesional, la recreación intelectual y el crecimiento personal de millones de personas. Junto con esto, es imposible negar los aportes que con su actuar cotidiano la institución hace a la nación y al contexto global, lo mismo en desarrollo científico y tecnológico, que en pensamiento humanista o expresión cultural. Nada de lo anterior sería posible, ni en lo individual ni en lo colectivo, si la Universidad no reafirmara todos los días su existencia, esencia y espíritu, a partir de valores y principios fundamentales como la autonomía, la libertad, el pensamiento crítico, el respeto a las diferencias, la justicia, la igualdad o el progreso. Quizá como síntesis de todo ello está la paz, la cual siempre ha formado parte de los pilares sobre los que la Universidad construye su actuación, pero que ahora ha quedado explicitada lo mismo como condición que como objetivo.
Apenas unos días antes del lanzamiento de la estrategia Cultura de paz: un semillero universitario, el Rector Lomelí visitó la Escuela Nacional de Estudios Superiores León, en Guanajuato. Acaso sin saberlo o tal vez como anticipo de lo que vendría, cuando en algún momento de su visita lo invitaron a plasmar en un pizarrón un mensaje para la comunidad de esta entidad, Leonardo Lomelí sintetizó en una frase ese doble carácter – condición y objetivo – de la estrategia que días después anunciaría: “hoy más que nunca es importante escucharnos todos”. La profundidad del enunciado está en las implicaciones de “escucharnos todos”. Por un lado, es la provocación a hablar, decir, expresar y manifestar lo que pensamos, sentimos y deseamos en ejercicio de la más absoluta libertad. Por otro, es la invitación a siempre entablar un diálogo plural, respetuoso y constructivo que nos permita comprender la otredad y vencer las diferencias en beneficio de algo más grande e importante. Ahí, en el “escucharnos todos”, está la construcción y el cultivo de una cultura de paz.
La cultura de paz no es una receta mágica ni constituye un producto milagroso que resuelva por sí los problemas que enfrentamos. Es, sin embargo, una confirmación del compromiso que la Universidad tiene hacia su comunidad, una conformada por cerca de 375 mil estudiantes, poco menos de 45 mil académicos, más de 40 mil trabajadores y varios cientos de miles de egresados, para generar entornos y contextos en los que esta pueda desarrollarse con plena dignidad, así como la ratificación de su responsabilidad con y hacia la sociedad para contribuir en los grandes problemas y desafíos que enfrenta nuestra nación. Hoy más que nunca, en el “escucharnos todos”, va la apuesta hacia adentro y hacia afuera de la Universidad Nacional por sembrar, cultivar y cosechar desde la paz. ¡Goya!
Profesor y titular de la DGACO, UNAM
Twitter: @JoaquinNarro
Correo electrónico: joaquin.narro@gmail.com