
En días recientes, se ha encendido la discusión en redes sociales y algunos medios de comunicación sobre diferentes temas relacionados con la modernización administrativa, así como con un mayor control del Estado para la seguridad y la procuración de justicia. La inquietud es comprensible: proteger nuestra identidad y datos personales importa, pero también es necesario analizar los puntos sin alarmismos ni desinformación.
Primeramente, tenemos una supuesta posibilidad de suplantar identidades a través de la Llave MX. Ésta es una herramienta digital parecida a crear un perfil en línea: permite registrarse una sola vez para entrar a distintos servicios del gobierno como consultar tu situación en el SAT, descargar tu constancia de no antecedentes penales y muchos otros. Su uso todavía no está extendido, muchas personas ni la conocen ni la usan, pero forma parte del esfuerzo por modernizar la relación entre ciudadanía e instituciones, evitando así las largas filas que por muchos años han sido el estereotipo de un gobierno burocrático.
Algunas voces han sugerido que basta conocer la CURP de alguien para suplantar su identidad mediante una cuenta Llave MX. Técnicamente, cualquiera podría intentar registrar una cuenta con una CURP ajena. Pero eso no significa que pueda hacer algo con ella. Sin documentos oficiales, sin verificación presencial o sin coincidencias biométricas en los procesos más sensibles, esa cuenta no sirve para concretar ningún trámite. Es como tener un número sin nombre, un cascarón digital sin valor operativo.
Tampoco es verdad que las recientes reformas a las leyes en materia de telecomunicaciones signifiquen que ahora el Estado puede espiar a discreción. Lo que la ley permite –y ya permitía desde hace años– es que, ante una investigación penal formal y con orden de un juez, se pueda solicitar la localización o información de una línea telefónica. No se trata de un permiso abierto, ni de una nueva facultad. Es, de hecho, una medida limitada y vigilada por el Poder Judicial.
En paralelo, también se ha hablado de censura por los cambios relacionados con los derechos de las audiencias. Sin embargo, lo que esas reformas buscan no es imponer contenido, sino rescatar principios básicos que protegen a los consumidores: el derecho a la diversidad, a que se distinga la información de la publicidad, a que no haya discriminación ni violencia de género, y a que niñas y niños accedan a programación adecuada. Lejos de censurar, estas medidas fortalecen a la ciudadanía frente a quienes dicen informar.
Por otro lado, la integración de la huella digital en la CURP ha causado controversia, pues hay quienes aseguran que con ello, el gobierno estará conociendo todos los tramites que hacemos. Aquí la cuestión es que, tener los biométricos de toda persona, permite el reconocimiento de aquellas fallecidas en calidad de desconocidas. En un país con las cifras que tenemos de personas desaparecidas, dar este paso, representa la posibilidad de ofrecerles verdad a las familias.
Cuando la tecnología cambia, surgen resistencias, y eso es natural. Lo que se está construyendo no es un sistema de control, sino un sistema más sólido para validar quiénes somos, qué derechos tenemos y cómo podemos ejercerlos sin depender del papel o de largas filas. La Llave MX no reemplaza nuestra identidad; apenas empieza a ser un canal más para interactuar con el gobierno.
Por supuesto, los desafíos son reales y no están resueltos. La desigualdad en el acceso digital, la desconfianza hacia las plataformas gubernamentales, la falta de información para la ciudadanía y la necesidad urgente de contar con mecanismos eficaces de corrección cuando algo falle, siguen siendo tareas pendientes. No basta con que los sistemas funcionen en el papel, tienen que ser entendibles, útiles y confiables para todas las personas en la práctica cotidiana. La tecnología por sí sola no construye confianza; eso lo hace la atención honesta a las preocupaciones ciudadanas. Pero de ahí a afirmar que permite suplantaciones o que pone en riesgo a millones de personas, hay un largo trecho.
Frente a la desinformación, lo más urgente es mantenernos informados. Preguntar con calma. Verificar antes de alarmar, porque si algo necesita hoy nuestra democracia digital, es más confianza informada y menos ruido sin fundamento. Las reformas legislativas lejos de llevarnos a la dictadura, como le gusta aclamar a la oposición, son esfuerzos transparentes para dar legalidad y certeza a los ciudadanos. No valen las posiciones puristas que reclaman por el uso de los datos por parte del gobierno, pero no cuestionan lo que hace la iniciativa privada. Si ponderamos la seguridad y la justicia, y lo acompañamos de reglamentación, vale la pena dar un voto de confianza.