El grupo en el poder en la Universidad Autónoma Metropolitana no logró que su favorita quedara como titular de la Rectoría General, pero el Plan B fue exitoso, consiguió que uno de sus miembros la ocupara: Gustavo Pacheco López, Coordinador General para el fortalecimiento Académico y Vinculación, en la gestión del rector saliente.
El sabor de boca que queda es el de una Junta Directiva alineada y medrosa. Atada a quien detenta el control coyunturalmente por amiguismo, interés o sumisión. Con el discurso de la institucionalidad se encubren los manejos de una cofradía.
Desangelado el espectáculo de la rendición de protesta del nuevo rector, sólo con la presencia de los miembros de la Junta y el rector saliente. No se invitó al Patronato, a los rectores de unidad, ni a los funcionarios que son órganos unipersonales. Pareciera que existió temor a alguna reacción de la comunidad.
Las propuestas programáticas del nuevo rector, las cuales recuerdan mucho las plataformas electorales de los partidos políticos cuando quieren congraciarse con el electorado para obtener sus votos, muestran una continuidad carente de espíritu autocrítico.
Por otro lado, debemos de estar atentos a los nombramientos de los funcionarios, pues en ellos se ratificará el continuismo o, siendo algo optimista, se mostrará la disposición a ser incluyente de la diversidad política e ideológica connatural a las instituciones de educación superior.
En su programa de trabajo el nuevo rector consideró innecesario realizar un diagnóstico de la situación académica, la administrativa ni siquiera fue mencionada. Considera suficiente la “Agenda Estratégica de Gestión Institucional UAM 2025-2030”, la “Autoevaluación 2022-2023”, la “Primera aproximación al Valor Integrado de la UAM 2023” y los informes del rector general saliente.
Por otro lado, alguien, me entregó una lista de compromisos incumplidos, según su visión, por el rector saliente. El tiempo no permitió verificar el grado de veracidad de la lista, pero, llama la atención que diversos puntos son recuperados en el programa del actual rector. Lo que permite deducir que son tareas inconclusas. Lo que fortalece la idea de tener un diagnóstico institucional, para atender deficiencias existentes.
Suponiendo sin conceder, que ese cúmulo de documentos, elaborados con finalidades distintas, proporcionaran información para un diagnóstico de la situación de la Universidad ¿acaso no sería necesario sistematizarla para tener uno con un buen grado de objetividad?
Es de Perogrullo, pero en política, las omisiones tienen un sentido político. En este caso, es el de no mirar a la administración saliente, no vaya a ser que salte el elefante que estaba debajo de la alfombra. Al menos se hace una relación de “las problemáticas” más sobresalientes (17).
No se puede ser partidario de los linchamientos administrativos, pero si es indispensable realizar un diagnóstico para definir el rumbo de una institución. Es la primera regla del ABC de la planeación. Lo digo sin ser “planeador”.
Un tema de preocupación central del personal académico es el de las, eufemísticamente llamadas, becas que en realidad son estímulos a la productividad.
La anterior administración desplegó con amplitud su creatividad para lograr ahorros, en los hechos, desapareció el Estímulo a la Docencia e Investigación, la candidata perdedora deslizó el comentario de la disminución del finiquito de los académicos al momento de su jubilación y el actual rector propone revisar el sistema de becas y estímulos para el personal académico.
De los hechos anteriores podemos inferir que la reelaboración de las reglas para otorgar las becas y los estímulos seguirán la tendencia a disminuir los ingresos de los profesores, con el argumento de la conversión de las áreas de investigación en áreas académicas. Para lograr ese objetivo, lo más sencillo sería incluir actividades obligatorias para los profesores con el fin de ser evaluadas.
Lo que ha hecho falta a las autoridades universitarias es capacidad política para explicar y demostrar al Estado que cada peso invertido en la UAM rinde frutos en beneficio de la sociedad.
Otro asunto relacionado con la renovación de la beca a la permanencia es que el pago a los profesores se retrasa por dos meses. Al investigar el motivo, la información proporcionada por el personal administrativo fue que esto se inició con la administración del rector saliente José Antonio de los Reyes Heredia.
En el caso de la beca a la docencia el pago se hace mes y medio después de que los consejos divisionales acordaron entregarlas. Ambas situaciones afectan los ingresos de los profesores, porque el pago de impuestos se incrementa al recibir en un solo pago una cantidad mucho mayor que los ingresos mensuales regulares.
En el régimen priísta algunos administradores obtenían recursos provenientes del erario utilizando el método de “hacer sudar el dinero”. Ese procedimiento consistía en sacar los fondos de la cuenta institucional y depositarlo en una cuenta personal. Un día o varios después, se regresaba el dinero a la cuenta oficial. De esa manera el funcionario se apropiaba del dinero de los intereses generados por el recurso público.
El retraso en el pago de las becas a los profesores tiene como consecuencia que la UAM obtenga recursos extraordinarios generados por los intereses del dinero de las becas. Aplicando una novedosa forma de poner a “sudar el dinero” de ingresos de los profesores. Las causas pueden ser: 1. un acto de negligencia administrativa de las autoridades; iniciando con el Rector General, que es el que acuerda anualmente el monto de las becas. que no se considera o; 2. Que esta acción se considera no implica cometer una falta que tenga consecuencias legales.
En este segundo punto es necesario abundar, porque las becas son estímulos a un trabajo ya realizado y pasa formar parte del salario integrado. A reserva de analizar profundamente el asunto, el retraso en su pago, independientemente de la causa, pudiera llegar a calificarse como retención ilegal de salarios, lo cual puede desembocar en la tipificación de delitos como fraude o abuso de confianza.
En el tema de la docencia que es una actividad sustantiva esencial de la universidad y, desde tiempo atrás, es un trabajo que recae sobre la buena o mala voluntad de los profesores que actúan, para bien y para mal, como el llanero solitario. Las becas a la Docencia y a los Grados Académicos, en su momento, jugaron un papel para impulsar la mejora en el proceso de enseñanza-aprendizaje, pero el día de hoy es necesario hacer cambios organizativos.
El programa menciona que se debe “Revalorar la docencia…”, pero no se explica en qué sentido. Para revitalizar la docencia es relevante que las políticas institucionales transiten de un modelo individualista a uno colectivo, con el fin de construir sinergias derivadas de las diversas experiencias de los docentes.
Por otra parte, existe deterioro en las instalaciones dedicadas a la enseñanza, son insuficientes, al menos en Iztapalapa, no tienen un Internet de calidad. Antes de pensar en un modelo hibrido de enseñanza, habría que aplicar las nuevas tecnologías a la educación presencial y capacitar al profesorado, para elevar su calidad.
En el tema de la investigación la propuesta no ubica el problema central: se deterioró el trabajo colectivo, que dio tanto impulso a la presencia nacional e internacional de la UAM a lo largo de dos décadas.
Estos son sólo algunos comentarios a vuela pluma sobre el nuevo rectorado. Existen muchas interrogantes en los cómo se van a atender las deficiencias. No da mucha esperanza de cambio el planteamiento de regirse por la Agenda Estratégica de Gestión Institucional UAM 2025-2030, dadas las deficiencias que contiene.
Es realmente dudoso que el nuevo rector se deslinde, programáticamente, del grupo que lo llevó al cargo y construya un camino propio. La comunidad universitaria y la coyuntura nacional exigen que el rector general instrumente la colocación de cimientos sólidos para el porvenir. Lamentablemente las señales no lo auguran.
*Profesor UAM-I,
@jsc_santiago
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