
Parece que en el mundo nos encontramos en un momento en el que hay todo para contar con más información que nunca. La televisión, las plataformas, los periódicos y revistas impresos o digitales, los sitios de noticias, las aplicaciones, la Inteligencia Artificial.
No sólo se produce mucha información, también se disemina por canales y en volúmenes que hace 20 años no se podían soñar.
Sin embargo, ¿en realidad estamos mejor informadas/os?
Existen varios factores que me hacen ponerlo en duda. El primero es el propio ruido que existe, me refiero a las fake news o bulos, también a la información basura -promociones mercantiles disfrazadas de noticia- o a los sitos que sólo se dedican a generar tráfico para sus anunciantes, sin ofrecer realmente información.
El segundo tiene que ver con el acceso a la tecnología. Tal vez tú me leas desde un celular, conectado a una red estable; pero esto supone el acceso a un teléfono inteligente así como a wifi. Según la “Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de la Información en los Hogares”, los estados con mayor cobertura de Internet son Ciudad de México y Sonora; los que cuentan con el menor número de hogares con dicho servicio se ubican en Oaxaca y Chiapas. Desde luego, esto limita la posibilidad de acceder a la inmensa oferta de información en redes.
Pero me preocupa más el tercero: nuestras propias decisiones. ¿Te ha pasado que, al comentar con alguien los principales temas que se discuten en X, o en videos de TikTok, te contesta que nada que ver? Nosotros vamos conformando lo que queremos ver o leer y lo que no.
Ya te la sabes: entrenamos al algoritmo a partir de lo que marcamos como “me gusta” o “no me gusta”, las cuentas que seguimos, los comentarios que posteamos, lo que compartimos.
Y desde luego así funcionan las redes. Sin embargo, al hacerlo, estamos enseñándoles lo que nos gusta ver, y por tanto, eso es lo que más nos van a estar mostrando. Desde luego, esto a partir de un criterio mercantil, que se manifiesta en la aparición de anuncios, y por tanto, la necesidad de mantenernos todo el tiempo consultando las redes o aplicaciones.
El efecto negativo, en materia de información, es que nuestras fuentes se limitan, lo que nos llega es una pequeña parte, que se supone nos interesa, pero que a la vez nos limita a la posibilidad de conocer otras cosas. Por eso lo que ves en X o en TikTok es distinto que lo que ve otra persona.
Hay que hackear al algoritmo. Hay que abrirnos conscientemente a otras voces que no son las que siempre escuchamos. Hay que romper el círculo en que nosotras/os mismos nos hemos encerrado.
Es cierto, hacerlo nos va a confrontar con quien piensa distinto, o con fuentes de información que desconocemos.
Al leer o ver a quien piensa distinto, podemos entender mejor su punto de vista, ya sea para rebatirlo, acotarlo o, incluso, aceptarlo. Además, nos permitirá tener un conocimiento mucho más amplio de lo que está sucediendo en nuestro mundo, en toda su basta complejidad.
Inténtalo. Rompe el cerco que, sin querer, has construido a tu alrededor, y ábrete a lo distinto.