Opinión

El recetario transformador

Un hombre sostiene una bandera de Morena
Un hombre acomoda una bandera de Morena Un hombre acomoda una bandera de Morena (Cuartoscuro)

El Movimiento para la Regeneración Nacional (Morena) en sus momentos estelares resulta --ya lo hemos dicho--, un recetario, una fraseología cuya superficialidad no le alcanza para ser una ideología. En lo teórico conceptual es un amasijo de lugares comunes frecuentes en el huerto de la izquierda nativa y en lo programático una interminable sucesión de ocurrencias improvisadas.

Sus cuadros más visibles no ocultan su proclividad al viejo estilo de la política tradicional.

Gozar la buena vida, el lujo, la casa de descanso y alberca en Morelos, o como decían antes, comer con manteca. Nadie, pero nadie --quizá un par de santurrones por ahí-- hace política con el amor al prójimo en la mira, como no sea para aprovecharse de él. “Por el bien de todos, primero los votos de los pobres”.

La imagen del servidor desinteresado, comprometido con el “fulgor abstracto” de la patria (frase de JEP), es absolutamente idílica y por lo tanto falsa.

Por eso cuando en viajes o domicilios en Houston, Texas se advierten exhibiciones ostentosas, desde la cima política se responde con frases huecas sin asomo de premura correctiva. Cuando los viajeros frecuentes o turistas parlamentarios aparecen en hoteles de lujo, ya sea en Tokio como Andy-San o en Portugal como Mario Delgado, o cualquiera de ellos, la actitud es siempre evasiva y salivosa.

La hora estelar de la Transformación se mide con las cinco estrellas del Hotel Okura y una pregunta mañosa de Fernández Noroña: ¿Quién decide qué es lujoso? Pues el precio.

Si al comienzo de estas líneas me refería al recetario fraseológico, las palabras de la señora presidenta (con A) en torno de los viajeros y sus lujos hipócritas (parece que la señora tiene dinero, decía AM de su nuera y la Casa Gris de su hijo en Houston), son un buen ejemplo:

“No queremos corrupción en los Gobiernos. El recurso del pueblo es del pueblo de México. Los gobernantes debemos vivir en la justa medianía, como decía Juárez… No puede haber gobierno rico con pueblo pobre’ quiere decir que el gobernante tiene que estar siempre cerca del pueblo. Nada de aquellos gobernantes que se cuidaban con guaruras, que nunca estaban cerca de la gente, que vivían encerrados en sus oficinas; nosotros somos gobierno de territorio y siempre con el pueblo, siempre con la gente".

Y una apostilla en torno de quienes se cuidaban con guaruras. Hace unos días me topé con Luisa Alcalde afuera de una radiodifusora: el séquito era visible. Llegué a contar a seis de ellos.

Pero bien, para terminar con la fraseología entrego diez puntos más del manual del perfecto moreno. Ya comentaremos estos preceptos, proverbios, postulados o galletitas de la fortuna.

“70. La honestidad es la mayor riqueza de las naciones. Debemos elevarla a rango supremo y convertirla en forma de vida y de gobierno.

“71. La paz y la tranquilidad social son fruto de la justicia.

“72. Si hay que escoger entre justicia y derecho, hay que optar por la justicia.

“73. Un gobierno que no procura la justicia no es más que una banda de malhechores.

“74. No hay nada más valioso que la vida, la libertad y la seguridad de las personas.

“75. Al margen de la ley nada, por encima de la ley nadie.

“76. Nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho.

“77. La mejor política exterior es la interior. No se puede ser candil de la calle y oscuridad de la casa.

“78. La corrupción se limpia como se barren las escaleras: de arriba para abajo.

“79. La salud y la educación son un derecho, no un privilegio. Deben ser universales, públicas y gratuitas.

“80. Un gobernante sin apoyo popular no es nada”.

Ya vamos por menos y no queda sino conmoverse ante tan profunda recopilación de mantras extraídos en las mañaneras durante seis años.

Pronto las elevarán a “rango constitucional”.

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