Opinión

La cosecha de la ira

Norma Piña (Suprema Corte de Justicia de la Nación)

El 19 de agosto, sin provecho ni consecuencias, resignada a la incierta sabiduría del futuro y con el ánimo habitual de su paciente actitud, la ministra Norma Piña, ex presidenta de la Suprema Corte de Justicia le dijo adiós a su cargo, a su encargo y a su pasado judicial.

La calificación final de los empeños de la casa le fue trasladada a la historia.

--“…Serán la sociedad y la historia misma las que juzgarán a quienes hemos juzgado…"

Dejó caer por última vez el mallete sobre la caoba de la tribuna. Luego se despojó de la toga y se marchó.

Con ella también se fue un pasado judicial, para dar paso a un sistema judicial dominado por un partido de acordeonistas, en el más extravagante de los métodos de control populista de la Revolución de las Conciencias. El dominio del Poder Judicial a través de elecciones fraudulentas. Quien sabe las siguientes, pero esta, así fue.

Una semana atrás la presidenta (con A) de la República ya celebraba con tonos triunfalistas el fin del anterior sistema judicial cuya última osadía fue convocar a una reunión extraordinaria del pleno de la SCJN.

“…Lo cierto es que ya se van y vamos a ver esta última sesión extraordinaria a la que están llamando qué sentido tiene…”

Antes había resuelto algunos puntos ahora de poca relevancia.

--Habría que preguntar: ¿por qué quieren una sesión extraordinaria?, dijo la presidenta.

La sesión extraordinaria sirvió para desahogar algunos asuntos pendientes y dejar, las cosas terminadas hasta donde se pudo.

“…Al levantar esta sesión culmina un ciclo fundamental de la vida pública mexicana que inició hace poco más de 30 años (NP). Esta historia se ha escrito con debates intensos, disensos fecundos y consensos, que lejos de aplacar la diversidad han fortalecido el núcleo de nuestra democracia…

“…Este instante, cargado de memoria y de futuro, es un recordatorio de que la justicia no es una obra concluida sino una construcción viva que nos trasciende; hoy más que nunca resulta imperativo reconocer el papel histórico de este tribunal constitucional, su legado de precedentes y resoluciones han sido un sólido bloque protector de los derechos fundamentales, garantizando además la progresividad de los derechos humanos”.

Pero la frase dominante viene de la reflexión presidencial: ya se van.

--¿Y quienes llegan?

Los suyos. “ya viene la nueva Corte, los tiempos… Llega aire fresco al Poder Judicial… “durante este periodo (neoliberal, por supuesto), lo que demostró es que (el Poder Judicial) se reproducía, a partir de amiguismos, nepotismos. Supuestamente era a través de una carrera judicial, pero si más de la mitad eran amigos, hermanos, primos, evidentemente, no funcionaba esa carrera”.

Con esa confianza se aproximan también las amenazas veladas o abiertas y una abierta simpatía cuya más alta expresión será la asistencia presidencial al inicio de labores de Hugo Aguilar.

“Tengo la certeza de que va a ser mejor que lo que hay. Va a haber justicia real… Es un símbolo muy importante que un representante de los pueblos originarios asuma la presidencia de la Corte”.

Con la salida de los Ministros el 19 de agosto se termina la cosecha de la ira iniciada abiertamente en diciembre del 2018 cuando el expresidente Andrés López, riñó con los togados con el baladí pretexto de la reducción salarial y los instó a retirar el retrato de Benito Juárez del Salón de Plenos.

Otro momento importante en la viña de la mira, se dio cuando Norma Piña, impolítica y mohína, se mantuvo sentada cuando López llegó al Teatro de la República en un aniversario de la Constitución.

“…mientras haya ciudadanos dispuestos a defender la justicia con integridad --dijo al final Norma Piña--, México tendrá un horizonte de dignidad y libertad, y la ley fundamental iluminará ese horizonte…”

Quizá, pero por ahora tiene un bastón de mando, digno del sistema ancestral de los usos y las costumbres.

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