Opinión

Genialidad

Genialidad

La genialidad implica no sólo inteligencia, sino también un grado supremo de comprensión de lo humano, a lo que se suman amplios conocimientos de una ciencia o arte. A veces, de varios.

Debemos distinguir al genio del chispazo de la genialidad. Esto último nos puede pasar a cualquiera, un momento de súbita iluminación, el nacimiento de una idea que, en condiciones ordinarias, está por encima de nuestras posibilidades.

La genialidad, por decirlo de alguna manera, no implica chispazos, sino una auténtica hoguera, con una luz tan fuerte que llega a cegar.

Las genias, los genios, son tan pocos, que conocemos sus nombres, Leonardo, sor Juana, Bach, y sume usted a quienes considere; son objeto de admiración, pero jamás se pueden imitar, dado que no es algo replicable, su originalidad es un producto individual.

Observe que he dicho “producto”. Esto es así, porque si bien sus logros o aportes son individuales, en tanto personas se deben también a su entorno.

Ilustraré esto con un ejemplo: se ha dicho que Borges surgió en una Argentina donde era posible que surgiera, en una Buenos Aires que permitió una familia como la suya, y lo expuso a las influencias intelectuales, así como experiencias de vida que nutrieron su imaginación.

Nadie, por brillante que sea, está separado de su tiempo y lugar.

Veamos otro ejemplo. Posiblemente la mente intelectual más importante del siglo XX fue Ludwig Wittgenstein, a quien se suele ver como una especie de genio aislado; pero si observamos su formación en la Viena de los últimos Habsburgo, en la que existía un florecimiento cultural ligado a la crítica de las costumbres, así como del lenguaje, entendemos mejor el origen de sus ideas.

De esta forma, para entender a las mentes geniales que he mencionado, o las que se tengan en mente, es importante conocer el contexto en que se desarrollaron, el ambiente cultural donde se formaron, las inquietudes sociales y políticas de su época.

Dante no se explica sin la pasión política de la Florencia de su tiempo.

Al conocer el entorno familiar y comunitario de estas personas, podemos eliminar el elemento cegador de su brillo intelectual, pues entenderemos su origen y, también, las bases de su sensibilidad, así como el origen de sus preocupaciones. Nos daremos cuenta porqué Marie Curie fue como fue, o las influencias de su entrono en la brillantísima Mary Shelley.

El genio es individual, pero no deja de ser un producto de su cultura y su tiempo.

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