
La Ciudad de México es la realidad más robusta de videovigilancia en América, a la cual puede, como ya ha empezado a ocurrir, ofrecer su respaldo la iniciativa privada y la ciudadanía en general mediante la adquisición de equipos propios de videoseguridad. Esa trayectoria capitalina es un referente indispensable. Con matices y alcances distintos, en otras entidades del país, como Jalisco, se ha decidido apostar por la construcción de C5s cada vez más potentes.
Mientras la capital se perfila a cerrar 2025 con más de 113 mil cámaras, Jalisco proyecta instalar poco más de diez mil. Presumiblemente, se agregarán a las 7 mil cámaras con las cuales ya cuenta la entidad gobernada por Pablo Lemus, quien invertirá multianualmente más de 6 mil millones de pesos incluyentes de un nuevo Centro de Comando y Control. En la CDMX, con una inversión menor a 400 millones de pesos se ampliarán 30 mil nuevas cámaras.
La entidad de occidente, desde donde se originó una de las dos principales organizaciones de más alta peligrosidad de nuestro país, representa actualmente apenas una décima parte de la potencia capitalina, lo cual no implica desconocer el muy considerable avance hacia una tendencia global en seguridad: la videovigilancia como variable de inversión y de política pública dentro del conjunto de toda estrategia de protección de la integridad de las personas y sus bienes.
China concentra más de la mitad de las cámaras de seguridad en el mundo; Londres, pionera en el despliegue masivo desde los años noventa, consolidó un sistema inductor de comportamientos más controlados y reductor de espacios para la transgresión. Singapur, con su proyecto Smart Nation, ha interconectado cámaras, sensores de tránsito y bases de datos para regular desde la movilidad hasta el manejo de residuos. Nueva York utiliza algoritmos predictivos que cruzan información de videovigilancia con reportes ciudadanos para anticipar puntos de riesgo.
México ha entrado a esa carrera.
En 2018, la capital nacional apenas contaba con 15 mil 310 equipos. El impulso de la ahora Presidenta Claudia Sheinbaum como mandataria local generó la transformación. En seis años, su administración multiplicó por más de cinco el número de cámaras, cerrando el sexenio con más de 80 mil dispositivos. El C5 se convirtió en cerebro, ojos y corazón digital de la seguridad, capaz de articular respuesta policial, atención de emergencias, gestión de movilidad y coordinación interinstitucional.
La Jefa de Gobierno, Clara Brugada, decidió ampliar esa visión que refuerza la centralidad del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5) en la vida urbana. La semana pasada presentó Ojos que Te Cuidan, el programa de adquisición de 15 mil 200 tótems equipados con 30 mil 400 cámaras, que estarán instaladas antes de terminar este año.
Jalisco observa este modelo y comienza con pasos propios muy relevantes. El proyecto expuesto por el gobernador Lemus de construir un C5 con 10 mil 500 cámaras es progreso en la dirección correcta. La seguridad del siglo XXI requiere inversión de los gobiernos locales en infraestructura digital para enfrentar los riesgos: “un muro virtual en la Zona Metropolitana de Guadalajara”, definió el mandatario.
El contraste entre Ojos que Te Cuidan y Escudo Jalisco aún es notorio: mientras en la Ciudad de México el sistema ha madurado desde hace siete años, en Jalisco comienza el proceso de articulación. El reto es no quedarse en la simple adquisición de dispositivos, sino lograr auténtica integración institucional, coordinación con fiscalías, policías municipales, estatales y federal, y la capacitación del personal que, más allá de los algoritmos, sigue siendo el eslabón humano indispensable para que la información se traduzca en acción.
La Ciudad de México está en la vanguardia. Jalisco busca subirse a ella en occidente.