Opinión

Retorcidos como tlaconetes

Beatriz Gutiérrez Müller
Beatriz Gutiérrez Müller

Recientemente, con motivo de su extensa autodefensa contra las falsedades de una residencia extranjera, la señora Beatriz Gutiérrez --cuyo plumaje no se mancha ni su domicilio se ensancha-- dijo sobre los calumniadores y la falacia, son renglones torcidos.

Obviamente, usaba una expresión con la cual el muy católico Torcuato Luca de Tena --por cierto, de la familia del periódico monárquico español, “ABC” de donde surgieron las versiones de “La Moraleja” y todo lo demás-- tituló una novela llamada así: “Los renglones torcidos de Dios” (regularcita, por cierto, tanto como para llevar a Lucía Méndez como protagonista en su versión cinematográfica).

La obra en cuestión, a la cual indirectamente aludió la señora Gutiérrez de López (si nos atenemos a los antiguos usos del nombre de una mujer casada y la adopción del posesivo conyugal, ahora en desuso), no habla ni de los calumniadores ni de los opositores políticos. Trata sobre crímenes y dementes.

Pero últimamente, el torcimiento o el retorcimiento, la torsión de tripa o el vólvulo intestinal --conocido como torzón o entripado--, ha enriquecido al lenguaje político, en la forma de un deseo abierto contra los críticos. Lo veremos.

“Para que se sigan retorciendo”, les dijo la señora presidenta (con A).

--¿Cómo es eso del torzón? (yo soy el cólera morbus/mi marido es el torzón/ mis hijos son los calambres/ mi suegra… la evacuación”, dice la Picardía Mexicana.

“… (MD).- Consiste en la torsión anormal del intestino delgado alrededor del eje de su propio mesenterio, produciendo una obstrucción mecánica del intestino. La torsión mesentérica conlleva también oclusión de los vasos mesentéricos con isquemia intestinal y finalmente, necrosis…” y en casos, la muerte, chico.

Tan torcido deseo fue expresado por nuestra Ejecutiva (con A), durante la presentación del Café del Bienestar casi como respuesta a las críticas planteadas por el aceite y dulce del Chocolate del Bienestar; no así de la miel del Bienestar, (en las tiendas del Bienestar con la Tarjeta del Bienestar). Doña CSP les deseó a todos ellos “que se sigan retorciendo”, lo cual --supongo-- les causará grave malestar.

Hay quienes dicen, se retorció como tlaconete con sal. Otros echan limón sobre la pobre almeja “chocolata”, como si fuera retorcido bivalvo del Bienestar.

Pero la presidenta (con A) dijo mucho más sobre el café del bienestar. Me recordó al poeta jerezano RLV quien dice (cito de memoria): “un miserere se alza en mis cartujas/y viene a mí con pasos de bebé/, en el cándido islote de burbujas/, navega en una taza de café”.

“Vamos a presentar pronto el Café del Bienestar, para que se sigan retorciendo… Se compra el café a buen precio, se procesa, se hace soluble, y se vende en las Tiendas del Bienestar. Está riquísimo, por cierto (si se calienta con estufas de gas Bienestar; no de leña, como antes).”

Ni hablar. Nadie duda de las buenas calificaciones de barista de nuestra señora presidenta (con A).

Pero entre torcimientos y retorcimientos, yo le quisiera presentar a quien pueda darle alguna utilidad, un compendio de insultos para quien ose contradecir al Supremo Gobierno del Bienestar. Lo he tomado de José Vicente Puente (“Arcángel”), quien así fustigaba a los alevosos contra el gran “Manolete”:

“… Difamadores, hurgoneros en su vida privada. Viles, mezquinos, recelosos, tozudos y zafios. Mentirosos, hurones de sus ganancias. Aquelarre de jorobados del alma, rengos de juventud, mudos de elogios, ciegos de belleza, sordos al clamor universal, mancos de aplauso y abstemios en la gran ilusión colectiva. Secos y adustos. Biliosos y perjuros. Erizados de espinas, lívidos de resentimiento, ¡malditos en su propia conciencia!…”

Pues algo así se merecen quienes se la pasan --perdón por el anglicismo-- jode y jode con cualquier pretexto; que si el tren se descarrila, que si el acordeón se extiende, que si el chocolate está triplemente etiquetado… ¡Malditos en su propia conciencia!

Por eso merecen torcerse y retorcerse.

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