
Por lo visto, en el caso de la Nueva Escuela Mexicana, los maestros han logrado superar los obstáculos y adversidades que tuvieron en el inicio del experimento. El ciclo 2023-2024 podemos considerarlo como un año de arduo ensayo y error. Es verdad que hubo barreras que no superaron los maestros: aprendieron a operar el método de proyecto, lo que no necesariamente supone que hayan logrado dominar el aparato teórico-conceptual que lo sustenta.
Era natural que eso sucediera. Los docentes no son un estrato crítico o rebelde capaz de resistir u oponerse abiertamente a las disposiciones oficiales. El peso psicológico de las burocracias de la SEP y del SNTE doblega a los espíritus más temerarios y el gremio magisterial de educación básica por lo mismo es un gremio dócil y obediente. Siempre temen entrar en conflicto con la autoridad. No hay evidencia en contrario.
Las soluciones que encontraron fueron de orden pragmático. Lo básico: aprender a manejar en los hechos el método de proyectos, aunque este método se tomara aislado o separado de la parafernalia teórica que los sostiene. Separado, por ejemplo, del plan de estudios. ¿Quién de los maestros se ha tomado la molestia de leer esos planes de estudio? Muy pocos (no hay todavía, por cierto, una versión impresa de ellos).
Los proyectos son considerados unidades esencialmente prácticas. Hay muy poca, o nula, comprensión de la “transformación de la comunidad” objetivo central de la teoría de la NEM. En la práctica del modelo, no hay evidencia de ninguna participación (salvo excepciones) de la comunidad. El sistema de enseñanza por proyectos es estrictamente escolar.
¿Qué es el proyecto? Es un plan de acción que maestro y estudiantes desarrollan en su actividad diaria. Un proyecto puede ser asumido por una escuela, pero con mayor frecuencia es una realización de aula. Su desarrollo es principalmente activo, de actividad, y no comprende ningún ejercicio prolongado de transmisión de conocimientos (como sucedía con las asignaturas). Su realización comprende una serie de etapas.
No es perceptible el aprendizaje de los alumnos y es difícil saberlo porque la NEM rechaza la evaluación. Cuando enfrentamos en un grupo de enfoque a 15 maestros de primaria, hablaron fluidamente de los proyectos, pero se hizo un completo silencio cuando preguntamos: ¿Y cómo evalúan los aprendizajes? Titubeos, dudas, silencio. La manera de evaluar aprendizajes no se conoce, aunque seguramente a los docentes se les habló de la famosa evaluación formativa que pregonan los directivos que, en la práctica, es una impostura.
En el país, el sistema de educación básica sigue una sola norma: el método de proyectos. El proyecto surge, se supone, de una alquimia entre situaciones y necesidades del contexto social --de la comunidad-- y el objetivo de la “transformación”, aunque no siempre se cumple con esta fórmula que debería nacer del Consejo Técnico Escolar. Muchas veces los proyectos nacen de la imaginación del docente y en otras numerosas ocasiones se define sin tener en mente ningún propósito explícito de aprendizaje.
Es verdad que su puesta en práctica, admite para el maestro grados de libertad inexistentes en el modelo educativo anterior. En realidad, el docente es el verdadero eje de la práctica educativa. Él decide cual proyecto y como llevarlo a la práctica. En el desarrollo de la acción no hay sujeto alguno que lo vigile, lo evalúe o lo oriente. En esas condiciones, el docente goza de libertad irrestricta. Esa es la pregonada “autonomía profesional del docente”.
El alumno, por su parte, tiene una participación que puede ser importante, pero que no siempre lo es. No participa en el diseño del proyecto y ninguna situación que enfrenta a lo largo del proyecto lo obliga a pensar y a tomar decisiones. Él más bien sigue y obedece al maestro. Es un amanuense, un sujeto que a veces interviene, pero, cuando eso sucede, es sobre instrucciones previas del docente.
Esto no quiere decir que el alumno se aburre: no, el alumno actúa, se mueve con relativa libertad y, la mayor parte de las veces, se divierte. Por ejemplo, si el proyecto consiste en crear un huerto, el alumno tiene múltiples oportunidades para la acción. Lo mismo ocurre cuando el proyecto se trata de participar en los festejos del Día de la Virgen de Guadalupe, aquí participa en procesiones, acude a la iglesia, etc. Para los maestros no existe reparo en mezclar el proceso de enseñanza-aprendizaje con la religión. El laicismo, dicen es algo relativo.
No hay, pues, evaluación (ni del docente, ni de pruebas estandarizadas), por tanto, no podemos ponderar sobre bases objetivas a la NEM. Sólo podemos hacer conjeturas al respecto. Y una conjetura posible es que los niños están aprendiendo muy poco de los conocimientos, hábitos, herramientas e ideales que le servirán para adaptarse creativamente a las exigencias de la vida civilizada y moderna que nos rodea.