Opinión

El Mayo, flojito y cooperando

Mayo Zambada Fotografía de un dibujo realizado por la artista Jane Rosenberg del narcotraficante mexicano Ismael 'el Mayo' Zambada durante el juicio

Sobornar  políticos,  policías  y militares  a lo largo  de  décadas, explican  el  crecimiento  exponencial  del  Cartel  de  Sinaloa y  por  qué  el  Mayo  Zambada  pudo  operar  con  tranquilidad  sin pisar  nunca  la  cárcel.  Al menos  no una cárcel en México, hasta  que los  americanos  vinieron  por él, se lo  llevaron  sin  avisarle al  gobierno  y  lo tienen  en  una  de  sus  cárceles  donde, a  decir  de la fiscal  Pam  Bondy, pasará lo que  le  quede  de  vida, que no  debe  ser  mucho.

El  gobierno de  EU no se  anduvo por las  ramas,  reconoció  que  la  captura  del Mayo  y  su  declaración  de  culpabilidad  son una “victoria  histórica”. Acepta  así el  nivel  del  Mayo  como  jefe  máximo  de  una  organización  criminal  que llevó a  EU  toneladas  de  droga  y  que  dejó  aquí, en  México, miles  de  hogares  enlutados.  El  gobierno  de  Trump  ya  tiene  allá  a cincuenta  exjefes  narcos, la  mayoría  de ellos flojitos y  cooperando.  

Es  importante  establecer, para  que no  nadie se  equivoque,  que  se  trata  de  un  triunfo  político. La administración  Trump  le  sacará  todo  el provecho  posible.  Ya  lo  está  haciendo.  Ahí  están  las  declaraciones  estrambóticas  de la  fiscal  general, del  jefe  de la  DEA y  de  un momento a  otro  del propio  Trump.  Que  eso  ayude  a  detener  el  consumo  de  drogas  en  Estados  Unidos  es otra  historia.  En los últimos  meses se ha  detectado menos  fentanilo en las  calles,  pero  más  cocaína.  La  cocaína  va  camino a  convertirse  en  la  droga  del  establishment  gringo.  También  en  México  cada  vez  se  consume  más cocaína.  En  diversos  círculos  está  droga  se  ofrece  en las  fiestas  como una  botana, entre  las papitas  y  los  quesos.  

En  fin,  que  el  Tío  Sam  tiene  municiones  de  sobra en  su  arsenal  para poner  por  años  al  gobierno  mexicano  entre la  espada  y la pared, casi  a  su merced. Puede  ser  que hoy mismo  el presidente  Trump  le  dé  una  palmadita  en la  espalda  al  gobierno  mexicano  por  su  cooperación antes  de  seguir con sus amenazas.  La pregunta  clave, la que los  ciudadanos  de  a pie  debemos  hacernos,  es ¿qué  hará  el  gobierno  del  Segundo  Piso  ante  estas  nuevas  circunstancias? 

Las primeras  señales  son que le  está  restando  importancia, como  si  fuera  una  pequeña  molestia,  pero nada  más.  Dicen que no  hay preocupación y  que todos  siguen  en lo  suyo,  tomando  chocolate  del Bienestar, como  si lo ocurrido fuera  algo  rutinario, casi  aburrido.  ¿De  veras? Incluso se  explicó  el  caso  del Mayo  como  un  ejemplo  de cooperación, cuando  la  realidad  es  que  tanto  el  expresidente  López Obrador  como  la  presidenta  Sheinbaum se  han  quejado  amargamente  de  que el  gobierno  de  EU  no se ha  tomado  la molestia  de explicar  cómo  fue  que  el Mayo  terminó  en un pequeño  aeropuerto  en la  frontera  entre  Nuevo México y  Texas. En ese lance, la  soberanía nacional  estaba volteando para  otro lado. ¿Cuál  cooperación  si  el  gobierno  ha  estado  con  los  ojos  cubiertos  todo  este  tiempo?´

Mientras  se lo  ocurre  algo mejor, Palacio  Nacional seguirá  con su narrativa  tradicional, hay  cooperación,  se  defiende  la  soberanía y  el  más malo de  todos  es  García  Luna.  Eso  funcionaria  mientras  el  gobierno  de  EU no  tome la  decisión  de  dar  el  siguiente paso, o  sea  dar  nombres  de  políticos  vinculados  al narco o  que  venga  por ellos como lo  hizo  con  el Mayo.  Las  señales  son  que  se  dejará  pasar  la  oportunidad  de hacer  una  limpieza  profunda  de la  clase  política  que ha  chapoteado  por  décadas  junto  a los narcos,  enriqueciéndose  de  forma  inmoral.  Ya  lo  dijo  el Mayo, su  negocio prosperó  gracias  a  la  complacencia  o franca  complicidad  de  políticos,  policías y militares  del  más  alto rango.  ¿Nos  quedaremos  de  brazos  cruzados?

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