Opinión

Orden en la cooperación internacional del Proyecto Portero de la DEA

DEA

El llamado Proyecto Portero, presentado hace unos días por la DEA, pretendía exhibirse como el inicio de una nueva etapa de cooperación bilateral en la lucha contra las redes de contrabando que alimentan al crimen organizado. Sin embargo, el entusiasmo unilateral de la agencia antidrogas estadounidense encontró de inmediato un límite claro y contundente: México no acepta imposiciones ni acuerdos al margen de los cauces diplomáticos.

Una aclaración necesaria

Mientras en Washington se hablaba de un operativo “emblemático” y de una supuesta coordinación plena con fuerzas de seguridad mexicanas, en Palacio Nacional se respondió con transparencia: no hay ningún convenio firmado, ni existen compromisos fuera de los que corresponden a la relación formal entre Estados. Lo que ocurrió fue la asistencia de algunos policías a un taller en Texas, nada que pueda interpretarse como un esquema de cooperación estructural.

Con ello, la presidenta Claudia Sheinbaum dejó claro que las políticas de seguridad y cooperación internacional se conducen desde el Ejecutivo federal y con respeto pleno a la soberanía mexicana.

Soberanía por encima de todo

El episodio no es menor. Durante décadas, la intervención de agencias extranjeras en territorio mexicano ha generado tensiones y cuestionamientos. La posición del actual gobierno refrenda un principio básico: la cooperación sí, pero siempre bajo los términos de igualdad, respeto y soberanía. México no renuncia a trabajar con Estados Unidos en la lucha contra el crimen trasnacional, pero lo hará desde una relación madura, en la que cada paso quede sustentado en acuerdos de Estado a Estado, no en declaraciones unilaterales.

Una nueva política exterior de firmeza

En un contexto internacional complejo, marcado por la presión del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y su insistencia en criminalizar a los cárteles mexicanos como “organizaciones terroristas”, la administración mexicana ha demostrado temple político. En lugar de caer en la trampa de la confrontación mediática, Sheinbaum envió un mensaje sereno y firme: la cooperación se da en términos de respeto mutuo o no se da.

Lejos de cerrar puertas, esta postura fortalece la capacidad de negociación del país y evita que se repitan episodios de extralimitación que en el pasado afectaron la relación bilateral.

Conclusión

El Proyecto Portero pasará a la historia como un recordatorio de que México ha dejado atrás las épocas en que agencias extranjeras podían anunciar unilateralmente supuestos acuerdos en nuestro nombre. Hoy, la política exterior y de seguridad se ejerce con responsabilidad, transparencia y firmeza.

En materia de cooperación internacional, México no se niega a colaborar, pero exige hacerlo desde el respeto y la igualdad. Ese es el verdadero mensaje detrás de este episodio: la soberanía nacional no se negocia, se defiende.

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