Opinión

Ecología y CDMX

Hacia una ciudad circular

Hagamos un ejercicio.

Pensemos en un día promedio en la ciudad.

Despertamos, nos bañamos, hay recipientes de jabones diversos en nuestra regadera y al rededor, luego desayunamos y seguramente utilizaremos algún envase de tetrapack con leche o jugo; luego aparecerán las servilletas y empaques con jamón, queso o cartón de huevos. El día continuará y a lo mejor compraremos algún periódico, café o atole para llevar y papeles en la oficina, papel de baño, envoltorios de dulces, empaques, botellas de agua, latas de refresco y más empaques.

¿Qué tiene en común todo eso? Sí, basura.

Así como el aire, el agua, la movilidad y la seguridad, la basura es un tema que convive con nosotros todos los días y en todo momento. Por eso pensar en la basura es un tema público central y, sobre todo, en ciudades con las densidades poblaciones como nuestra hermosa capital.

En ese sentido, esta semana la Jefa de Gobierno dio un paso contundente en la construcción del segundo piso de la gestión de los residuos en la Ciudad de México. La primera de “al menos 3 etapas” tal como lo mencionó en el anuncio del miércoles frente a medios. Se trata de darle continuidad y profundizar el legado en materia ambiental de la Presidenta Claudia Sheinbaum en su paso por la Jefatura de Gobierno de la ciudad, en el que promulgó la Ley de Economía Circular, prohibió los plásticos de un solo uso, construyó dos nuevas plantas con tecnología de punta de selección automatizadas.

Se trata de avanzar hacia una ciudad circular y, aunque todo lo “circular” nos lleve cada vez más a un balón, en esta ocasión no estamos precisamente hablando del Mundial.

Avanzar hacia una ciudad circular es cambiar el paradigma que ha dominado nuestra relación con la basura. Y empieza justamente desde cómo nos referimos a ella. El cambio de paradigma comienza por el lenguaje. Cuando hablamos de “basura” hablamos de los rastros que dejamos a nuestro paso, en ese sentido hablar de basura tiene una relación con lo que ya no sirve, con aquello que acaba su vida útil cuando se tira -en el mejor de los casos- en el bote.

Por eso el cambio empieza por dejar de hablar de basura y transitar a hablar de residuos, porque con residuos le dotamos de valor intrínseco a lo que acabó su primera vida útil pero comienza su segunda, tercera o cuarta, es decir los residuos forman parte de un ciclo, la basura no.

Se trata pues de abandonar para siempre la economía lineal y avanzar con decisión hacia la economía circular, que no es otra cosa que abandonar la cultura de “usar y desechar”, e incorporar la idea de “reducir, reusar y re-ciclar” es decir, re-incorporar a un ciclo.

Repensar nuestra relación con los desechos es, en el fondo, repensar nuestra relación con la vida. Implica dejar de ver los residuos como un problema y reconocerlos como parte de un ciclo más amplio, en el que todo lo que sobra se transforma. Implica hacernos responsables de nuestros patrones de producción y consumo y reconocer que lo que desechamos nunca se va del todo: sólo se entierra de manera momentánea de nuestra vista y luego regresa en gases efecto invernadero como metano, pérdida de biodiversidad o cambio climático.

Reducir 50 por ciento lo que se entierra en rellenos sanitarios es la meta, así como lo hizo la presidenta, invertir 400 millones de pesos en infraestructura pública es la misión, equipar y modernizar la planta de composta de Bordo Poniente, en donde irá tomando forma poco a poco el Tercer Parque de Economía Circular, construir 4 nuevas plantas de composta, ampliar los módulos de carbonización hidrotermal, fortalecer las plantas de selección automatizadas para aumentar su recepción y convertir llantas en impermeabilizante.

Entonces volvamos a pensar en la cotidianidad, en lo que hay, precisamente en el momento de la lectura de este texto, a nuestro al rededor, ya no es basura, son residuos orgánicos, inorgánicos recicables o no reciclables. Y bien separados, tienen valor, pero eso ya será muy próximamente tema de la siguiente etapa de la gran campaña de separación y corresponsabilidad ciudadana que trae consigo el segundo piso de esta gran transformación.

La autora es la titular de la Secretaría de Medio Ambiente de la CDMX

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