
El magistrado Rafael Guerra Álvarez vive semanas decisivas. Su periodo como presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México concluye en diciembre y, aunque busca la reelección, la ruta no está despejada. El nuevo contexto judicial obliga a leer con lupa las posibilidades: hoy, los magistrados que votarán no llegaron por el camino tradicional, sino por el sufragio popular, lo que plantea una pregunta incómoda: ¿estarán dispuestos a reelegir a alguien que no fue electo “por el pueblo”?
Consciente del reto, Guerra Álvarez ya desplegó su propia operación política. A principios de agosto buscó a los magistrados electos para tender puentes y “hacer equipo”. Una estrategia frontal que refleja que en diciembre no sólo se juega la continuidad de un hombre, sino el control político de una institución que está en plena transformación.
El contexto no es menor. El Poder Judicial capitalino acaba de superar un paro histórico de 43 días, con trabajadores en las calles exigiendo aumentos salariales, basificación progresiva y mejores condiciones laborales. Aunque se alcanzó un acuerdo con el gobierno, las heridas siguen frescas y el desgaste institucional es evidente.
En medio de ese escenario, el magistrado buscó enviar un mensaje de renovación en la reciente toma de protesta de los nuevos juzgadores ante la Secretaria de Gobernación Rosa Icela Rodríguez. Habló de rectitud, sabiduría y humildad, pero también advirtió que los ojos de la ciudad están sobre ellos.
La paradoja es evidente: Guerra Álvarez intenta consolidar continuidad en un Poder Judicial que presume haber inaugurado una nueva era, legitimada por el voto ciudadano. La gran incógnita es si en diciembre será ratificado como guía de esa transformación… o si se convertirá en el primer ejemplo de que la justicia renovada también reclama nuevos liderazgos.
Por cierto:
1. AGUAS. A pesar de las lluvias atípicas que pegaron con todo en la Ciudad de México, en Álvaro Obregón no se quedaron de brazos cruzados. Nos cuentan que con más de 90 trabajadores en campo, la alcaldía desplegó cuadrillas, hidroneumáticos y hasta censo casa por casa para atender los daños por el desbordamiento del Río San Ángel en colonias como Atlamaya y Tlacopac. Y aunque la tromba del domingo vació el equivalente a 800 albercas olímpicas en una hora, aseguran que la instrucción fue clara: que a los vecinos les pegue lo menos posible.
2. RESISTENCIA. Más vale que la clase política empiece a poner atención al fenómeno que encabeza Alessandra Rojo de la Vega. El fin de semana, logró reunir a más de 15 mil mexicanas y mexicanos en la capital del país en una movilización que, más allá de lo numérico, se sintió como el nacimiento de un movimiento ciudadano con peso propio. Activistas, madres buscadoras, periodistas, exintegrantes del Poder Judicial y colectivos de todo tipo caminaron desde la Diana hasta el Parque México bajo una misma bandera: defender la libertad, la justicia y la democracia. En el templete, Ale Rojo habló de traiciones y promesas incumplidas, pero también de esperanza y organización. Y aunque muchos todavía minimizan su figura, lo cierto es que La Resistencia ya prendió y amenaza con crecer en calles y plazas públicas. En tiempos donde los partidos pierden credibilidad, no sobra advertir que estas voces pueden convertirse en un verdadero dolor de cabeza para el poder.
3 OSO. La rodada organizada por Sandra Cuevas el pasado domingo acabó convertida en un escándalo. La SSC remitió al corralón más de un centenar de vehículos, entre ellos 70 motocicletas con reporte de robo. Durante el operativo, un conductor atropelló a una persona que perdió la vida, aunque Cuevas aseguró en sus redes que “no hubo lesionados” y hasta calificó la jornada como un “rotundo éxito”. Nada nuevo: la misma Sandra de siempre, la que miente, altera placas y acomoda la realidad a su conveniencia.
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@juanmapregunta