Opinión

El desencanto y la vergüenza

Inundaciones (Cuartoscuro)

Partamos de una premisa inaceptable para la mayoría: esta insalvable ciudad –abigarrada colmena sin planificación, contaminada, mugrosa, costruda, mal gobernada, agujereada como si la Luna cicatrizada por los hoyancos de miles de meteoritos hubiera perdido el ombligo; violenta y sucia-- es la irremediable consecuencia de los errores acumulados a lo largo de 700 años.

Es una concentración monstruosa de habitantes del error y el caos, víctimas y autores desde el origen irracional, mitológico (como otras tierras prometidas en la historia), cuyo desarrollo a lo largo del tiempo, ha ido siempre contra toda lógica. No ha escapado jamás de esa condición. Nunca ha rectificado, sobre todo con el más grave de sus problemas, el agua y su paradoja, para tenerla y para deshacerse de ella. Y con él todo lo demás como arrastre de ferrocarril.

Ciudad de “lagocidas” y “fluviocidas”, matadora de lagunas y asesina de ríos (cadáveres entubados), cegadora de las palustres praderas gigantescas para hacer en ellas aeropuertos fracasados o casas carcomidas por el salitre y la falta de agua potable. Todo ha sido un sin sentido. Los náufragos mueren de sed a la mitad de la barriada.

Todo se nos va en intentar la reparación de los errores, el remiendo de la improvisación después del ecocidio irreparable. Lerma, Cutzamala, Nochistongo.

El ecocida, lo sabemos, duerme y sueña y se reproduce en la tumba de su víctima. De sus miasmas bebe, de sus detritus se alimenta.

El origen de pueblo elegido –comedor de corazones, bebedor de sangre para merecer el favor de una divinidad inexistente, jamás consideró el futuro. Bastaba y sobraba con saberse testigos y beneficiaros del mito del águila, la nopalera, el islote y el águila hambrienta para decidir un poblamiento primitivo de nómadas guerreros cuya furia teocrática pudo someter a otros pueblos de idéntica condición mágica e intelectual.

La Gran Tenochtitlán, con Texcoco y Tacuba creó un imperio gigantesco a lo largo de dos siglos, fue sitiada, conquistada y destrozada en menos de dos años por un grupo reducido de españoles y decenas de miles de vengativos y resentidos indígenas subyugados. Aquí, en las aguas desaparecidas flotaba la crueldad.

Pero la ciudad no desapareció y sus errores de origen se prolongaron a lo largo de otros mitos tan religiosos como falsos.

Primero, la victoria militar como prueba eterna (aunque falsa) de superioridad, y segundo, la sustitución de una teocracia monárquica por una religión simbólicamente tan sangrienta como la derrotada. Del zompantle a la inquisición; de Coatlicue a Guadalupe. Del macehual a la tarjeta del Bienestar.

Si Huichilopoxtli reclamaba la sangre de los hombres para alimentar a los dioses, el cristianismo ofrecía la sangre del hijo divino de Dios para la eternidad de los hombres. Comed y bebed, este es este es mi cuerpo y esta es mi sangre que habrá de derramarse por vosotros.

En esas condiciones el asiento de la ciudad tiene en esos dos momentos, un carácter teológico, no humano.

Y si la mala elección de los primitivos se podría comprender precisamente por su condición cercana al neolítico, los errores posteriores –con la supuesta incorporación a la cultura occidental, a cuyo banquete llegamos tarde— sólo se explican por la natural estupidez humana.

Hoy desprotegidos por una burocracia ramplona e incapaz, nos pasman lluvias e inundaciones como si no fueran desde siempre nuestra cruz y calvario.

Por eso parece una broma en medio de inundaciones sin cuenta, el premio de la Water Environment Federation (WEF), para la presidenta Claudia Sheinbaum, en cuya gestión como jefa de Gobierno fue imposible (y lo será para todos los demás, es cierto), revertir cualquiera de estos problemas.

“Recientemente, la institución difundió (Infobae) su lista anual de premios, para funcionarios públicos (los membretes “queda bien” premian a destajo).

“(Para) destacar a aquellas figuras u organizaciones que han generado cambios positivos y duraderos en el entorno hídrico a nivel internacional...”

Glu, glu...

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