
Cada día ocurren cosas cuya naturaleza descascara el barniz del amplísimo catálogo de las mentiras, falsedades y demagogia de la Cuarta Transformación. Sus dogmas de sencillez, humildad, decoro, honestidad, justa medianía y otros lemas de persuasión engañabobos, son cada vez menos creíbles.
La práctica los desmiente. No en sus valores de axiología de ocasión sino en su demostrada conducta.
Todas las mañanas la Revolución de las Conciencias --sin ver amenazada su potencia electoral, como se verá en las próximas elecciones intermedias-- nos regala con algo tan grotesco como lo del día anterior.
Si grotesco no fuera la palabra exacta, ¿cómo describir el pedimento del nepotista Pío López para el resarcimiento millonario de su honra y su moral dañadas por la divulgación de sus ilegales recaudaciones de dinero sucio?
En la amplitud de los sinónimos y con base en los varios sentidos de la palabra, se podría describir el espectáculo morenista con cualquiera de estas palabras: deforme, macaco, repugnante, feo, repulsivo, bufo, cómico, chirigotero, bufonesco, burlesco, ridículo, payaso, histrión, bufón, caricato, chocarrero, chufletero, hazmerreír, juglar, jocoso, festivo, chistoso, chancero, divertido, entretenido, sarcástico, chocante, extravagante, risible, irrisorio, caricaturesco y muchas cosas más.
Pero con dinero, baila el perro electorero.
Otro ejemplo chundo: en medio del escándalo marinero por la peor corrupción sabida en la Marina jamás, un capitán de navío de la Secretaría de Marina (Semar) es hallado con un balazo en el pecho, pero la palabra mayor nos dice: no se suicidó por la pesquisa, sino por otras causas cuya naturaleza jamás conoceremos. Los muertos tienen la sana costumbre de guardar silencio.
El Supremo Gobierno cancela toda especulación. ¿Como? Especulando.
Otra de las bufonadas del régimen: la austeridad de los salarios, no la opulencia de cuando las togas sin bordados de florecitas mixtecas.
Con el pecho inflamado de aire patriótico, la “ministra del Pueblo”, Lenia (femenino de Lenin) Batres encarnación del Supremo Consejo Indigenista Judicial (antes SCJN), dice:
“...Respecto de nuestro cargo mismo, el acuerdo más importante que hemos tomado es solicitar al Órgano de Administración Judicial la disminución de las remuneraciones para cumplir lo que indica el artículo 127, fracción II, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Es decir, que ninguna persona servidora pública reciba una remuneración mayor que la de la presidenta de la República”.
Pero ese importante acuerdo, resulta pura baba de loro o pata de cochino, porque el conjunto de gastos para sostener a una ministra en activo es muy superior. La farsa no ha sido bien vista ni siquiera por sus pares más parecidas, como doña Loretta Ortiz, quien se queja amargamente por los pocos pesos, comparados con el peso de sus responsabilidades.
Varios medios dieron cuenta de ello:
--‘Nos disminuyeron el salario, yo ganaba 200 y pico y ahora gano 137 mil (pesos al mes) ... fue una rebaja ‘muy, muy fuerte’.
--Fue injusta?, se le preguntó.
-- ‘Yo creo que sí, para el trabajo y la responsabilidad que tenemos’, respondió.
‘Sí deberíamos de estar por debajo de la presidenta, pero atendiendo a otras cuestiones como son las prestaciones’, refirió. Ortiz citó que su secretaria particular gana 110 mil pesos, casi lo mismo que ella... yo voy a ganar 137 mil pesos. Fue una forma muy elegante de decir, no jodais.
Al integrarse el consejo indigenista (la Suprema Corte), a los ministros les cancelaron el seguro de gastos médicos y la pensión de jubilación, entre otros conceptos. También les prohibieron ir a restaurantes.
--¿Y qué? ¿Por qué me ven en el “Au Piéd de Cochon” ya no estoy en la austeridad? No lo hago con recursos públicos. O sea, la austeridad debe ser bien entendida, yo no malgasto ni hago gastos superfluos con el recurso público, es mi recurso, justificó” doña Loretta.
Y ya de “Ándyle pues”, “Data protegida” o Noroña, ni hablar...
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