Opinión

El talento como rebeldía, Redford

Se anunció oficialmente la muerte del actor Robert Redford a los 89 años de edad.
Robert Redford

La muerte de Robert Redford debe ser quizá el tema más notable de las últimas horas, posiblemente por encima de la proclama de soltería heroica de la señora Josefa Ortiz Téllez Quirón a quien por el cargo de su esposo Miguel Domínguez la historia conoció como Corregidora sin corregir nada en toda su vida, más bien por su capacidad comunicativa en favor de los conspiradores, como todos sabemos desde la escuela y así, si en la arenga septembrina desde el balcón de la patria se le vitorea como soltera y se prescinde de la preposición posesiva DE, sin propiedad masculina alguna, bien podríamos desde ya irle cambiando el nombre a la calle lateral del Palacio Nacional, para olvidarnos de una inexistente Corregidora, y dejar en las placas esquineras sus apellidos paterno y materno o materno y paterno, pues ahora --gracias a los recursos de la igualdad--, el orden de los progenitores en un acta de nacimiento se decide libérrimamente, como se hacen las cosas cuando ya llegaron todas, toditas, hasta las mujeres sin rostro ni nombre o las indígenas también innominadas, pero mejor volvamos a lo importante: el gran cineasta cuya fama hollywoodense le permitió abrir el cine a las expresiones ajenas a la industria americana, lo cual, es un enorme mérito, pues Redford quien decía, hago las grandes películas para poder hacer las pequeñas, se salió de California para irse a Santiago de los Baños, a la escuela de Cine donde se hizo amigo de Gabriel García Márquez a quien Fidel le había regalado el taller por donde tantos y tantas pasaron en busca de otra forma de filmar, de otro cine, de otras expresiones, y todo eso ocurrió cuando Robert había dejado mucho tiempo atrás al joven soñador, desorientado, indeciso en el extremo de su rebeldía de muchacho confundido y vagabundo cuyos pasos lo llevaron a París como si fuera parte de una generación perdida, porque quería pintar como Lautrec y terminó haciendo películas como Jean Renoir, ¿sabe usted?, pero si ya se fueron Butch Cassidy y el Sundance Kid, queda el festival de cine a contrapelo de la industria de los Weinstein y similares, como una opción de inteligencia, sensibilidad y en ocasiones marginalidad deliberada, porque eso es el festival Sundance, un espacio para decir otras cosas de otra manera.

Esta es una carta de cumpleaños para Gabriel (1988). Su mejor frase está al principio. La edad, la vejez, lo indeseado…

Querido Gabriel,

Ahora llegas a una edad en la que probablemente no quieras que te recuerden tu edad, pero si juegas bien tus cartas, puedes vivir para siempre. Así que feliz cumpleaños. No puedo enviarte comida como regalo porque, como ahora sabemos, no sé cocinar. Pero puedo comer, así que te envío mi apetito con un cordial saludo.

“Fue maravilloso que vinieras a Sundance, tengo un sentimiento muy especial por ti y por la querida Mercedes. Espero que pueda ser el comienzo de muchas visitas e intercambios. Siempre habrá mucho de qué hablar. Tuvimos poco tiempo y estuvimos muy ocupados, pero ustedes aguantaron muy bien. Creo que es por tus muchas siestas. Eso, o porque soy muy aburrido. Pero mi ego no me permite esa suposición…

“Desearía poder estar contigo en este día, pero sé que estarás en compañía de tus seres queridos y ese es el regalo más grande de todos. Estoy deseando poder ir a visitarte pronto. Mientras tanto, ten cuidado contigo, tanto con la persona como con el trabajo. Acabo de recibir la traducción de tu libro y estoy deseando leerlo.

Sigamos trabajando en la situación de las visas y espero que, en poco tiempo, todos podamos salir de la era oscura. Amor y bendiciones para ambos.

Y por ahí otro dato para alegría de Trump y el neo macartismo americano.

“El cineasta norteamericano Robert Redford presentó ayer en La Habana a la familia cubana del Che Guevara la última película que ha producido, “Diarios de motocicleta”, del director brasileño Walter Salles (2004).

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