
La captura de Alejandro “N”, alias El Choko, líder de “La Chokiza”, y de Luis “N”, El Conejo, dirigente de “Los 300”, debería ser motivo de alivio. Pero en Ecatepec, el municipio más poblado del Estado de México, la sensación es otra: que se aplauda la caída de los sicarios sin exigir la cabeza de quienes les dieron cobijo es celebrar la limpieza por los bordes y dejar intacta la podredumbre que permitió su ascenso.
Ecatepec fue el terreno fértil donde crecieron organizaciones como el Sindicato Nacional de Trabajadores 25 de Marzo, la Unión de Sindicatos y Organizaciones Nacionales (USON), “Los 300” y “La Chokiza”. De día, se presentaban como defensores laborales; de noche, se dedicaban a la extorsión, al despojo de viviendas, a la venta ilegal de agua y al homicidio. Nada de eso hubiera prosperado sin la complicidad política. El nombre que aparece como paraguas de ese entramado es el de Fernando Vilchis Contreras: exalcalde, hoy diputado federal por el PT, señalado como el principal protector de estas mafias.
La historia arranca en 2018, cuando Vilchis buscó la presidencia municipal con recursos del líder del Sindicato Libertad, Guillermo Fragoso Báez, que inyectó más de seis millones de pesos a la campaña. Al ganar, Fragoso obtuvo puestos; su padre llegó a la Dirección de Seguridad Pública. La alianza se rompió en 2019 con el cese de Fragoso Estévez por supuestas fallas en control de confianza. De esa fractura brotaron nuevos grupos y nuevas lealtades. Cuentan que Fragoso creó el Sindicato 25 de Marzo; Vilchis, desde instancias oficiales, contribuyó a la consolidación de “Los 300 Espartanos”. Lo que parecía lucha política terminó en reparto territorial: pozos de agua privatizados, pipas vendidas a la población sedienta, inmuebles arrebatados a familias y un ejército de motociclistas armados que se movía con impunidad.
La corrupción no fue marginal: según las indagatorias, Hugo Francisco “N”, operador cercano a Vilchis, recaudaba entre 2 y 2.5 millones de pesos al día mediante arbitrariedades de la policía municipal y de las Oficialías Conciliadoras. Fuentes cercanas a la situación me afirman que parte de esos recursos se dispersaron en una campaña de comunicación orientada a aplastar adversarios: desde Comunicación Social, comandada entonces por Gabriel Salazar, se orquestaron ataques mediáticos y se gastaron más de 23 millones de pesos en redes y portales para favorecer candidaturas afines. Dinero público desviado, poder político comprado y violencia institucionalizada para garantizar la impunidad.
La intervención de la Marina y el refuerzo federal marcaron un quiebre: en marzo fue detenido “El Conejo” en Veracruz; su hijo, “El Conejito”, cayó con armas y narcóticos; en mayo fue aprehendido Hugo “N”; y el 10 de septiembre llegó el golpe contra “El Choko”, su pareja y la recuperación de 60 inmuebles despojados. Incluso hay órdenes contra Guillermo Fragoso Báez, alias “El Memo”. Son detenciones relevantes y necesarias.
La pregunta central no es solo cuántos capos caen, sino por qué tardan tanto en caer quienes los protegieron desde las estructuras del poder. Vilchis no fue un mero espectador: las investigaciones lo colocan en el centro de una red que articuló con recursos, medios y fuerza pública la expansión del crimen en Ecatepec. Si la justicia se conforma con apresar a los peones y deja libres a los padrinos, el proceso será cosmético y la sociedad seguirá pagando el mismo precio: miedo, extorsión y despojo.
Que caigan los líderes es indispensable. Pero que no caigan sus protectores sería gravísimo. El verdadero logro del Estado no está en cuántos delincuentes exhibe esposados, sino en si tiene el valor de someter a juicio político y penal a quien desde la política permitió que Ecatepec fuera incubadora de mafias. Mientras Vilchis y otros nombres con poder sigan sueltos, el clamor de los vecinos seguirá estrellándose contra un muro de impunidad. Y ese silencio cómplice, esa impunidad con nombre y apellidos, es el golpe más doloroso que hoy requieren recibir: el de la rendición de cuentas.
Vivo la noticia, para contarle la historia
@juanmapregunta