
El microbioma es un conjunto de microorganismos, mayoritariamente bacterias, aunque también hay hongos o virus, con los que convivimos en nuestro organismo a lo largo de la vida. El principal lugar en donde existe el microbioma es en el intestino, pero también en otros órganos huecos como la boca, los pulmones, o la vagina, así como en la piel. No solo convivimos con estos microorganismos, sino que sus genes y productos metabólicos son parte de nuestro ecosistema. Por ejemplo, producen vitaminas, nos ayudan a la digestión de alimentos y modulan la función del sistema inmune. Pero cada vez se obtienen más y más evidencias de efectos que tiene el microbioma en la fisiología o fisiopatología de diversos órganos, como el sistema nervioso central y muchos otros. En esta ocasión quiero comentar un trabajo publicado en línea hace una semana en una revista llamada Cell Host & Microbe, del grupo Cell Press, (doi.org/10.1016/j.chom.2025.09.006) que muestra resultados muy interesantes del efecto del microbioma intestinal sobre la capacidad reproductiva en hembras.
La infertilidad es un problema creciente que afecta a una de cada seis personas y que no solo se ve en humanos, sino cada vez más en muchas especies del reino animal, lo que sugiere que está afectada por el medio ambiente, por lo que urge analizar las causas. Se sabe desde tiempo atrás que las ratonas libres de gérmenes tienen menor capacidad reproductiva, por lo que se sospecha que el microbioma podría tener que ver con eso, pero se ignora el mecanismo. Es importante estudiarlo en particular porque los problemas metabólicos como el sobrepeso y la obesidad, que se sabe que alteran el microbioma, también se asocian con infertilidad.
Se estudiaron ratones machos y hembras controles versus los libres de gérmenes (LG). Es de decir, sin microbiota. Lo primero que se determinó es que la fertilidad en los LG va decayendo claramente con los días de vida. Luego se demostró que toda la función reproductiva en los machos LG está conservada, por lo que el problema es en las hembras. Se vio que en las hembras LG, con los días, van apareciendo hemorragias y fibrosis en el ovario, con particular daño a los folículos primordiales que son la reserva ovárica. No se encontró ninguna alteración en el eje hormonal hipotálamo-hipófisis-ovario que lo explicara. Y luego, demostraron que ponerle microbiota a las ratonas LG al nacer o en el día 12 de vida previene todas las alteraciones ováricas y restituye la capacidad reproductiva. Hicieron un análisis muy extenso del genoma del ovario y del metaboloma y encontraron que la producción de ácidos grasos de cadena corta por el microbioma intestinal es lo que protege al ovario. Entonces, le dieron los ácidos grasos a las ratonas LG en la dieta y observaron que se protege el ovario, similar a lo observado con la restitución del microbioma.
No se sabe aun si alteraciones similares ocurren en el humano, pero ciertamente este trabajo abre una avenida clara de investigación clínica al respecto. De lo que se obtenga podrían generarse nuevos tratamientos para la infertilidad. El trabajo me gustó porque es un ejemplo claro de cómo el microbioma del intestino puede afectar funciones en órganos a distancia que no nos hubiéramos imaginado hace algunas décadas. El estudio es muy interesante y vale la pena conocerlo, no solo por sus resultados, sino porque es un ejemplo de un análisis científico riguroso y extenso alrededor de un problema, bastante fácil de leer y que puede servir como ejemplo para enseñarles a los jóvenes cómo se debe hacer ciencia de gran calidad.
Dr. Gerardo Gamba
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e
Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM