
El pasado 1 de octubre se cumplió el primer año de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. Sabemos que en todos los primeros años para un nuevo o en este caso nueva mandataria, se trata de un período complicado por los compromisos aceptados para asegurar una transición y gobernabilidad sin complicaciones mayores, máxime si como es el caso, se trata de la continuidad asumida por Sheinbaum para afianzar lo que ella ha llamado el segundo piso de la cuarta transformación, que inició su antecesor en el gobierno.
En este primer año es obligado destacar, el excepcional apoyo popular superior al 78%, que la mandataria mantiene en todas las encuestas que recientemente se han publicado, aprobación mayor que la de López Obrador al iniciar su gobierno en 2018 o que la euforia generada en el 2000 con la llegada de Vicente Fox.
Sin duda uno de los momentos más importantes de este año, se dio el pasado 16 de septiembre con el discurso pronunciado por el almirante Raymundo Morales, su secretario de Marina, quien con gran pesar pero con el deseo de limpiar el buen nombre de la marina, reconoció que dos de sus mandos en puertos mexicanos, designados por su antecesor, incurrieron en delitos de corrupción, favoreciendo el mega fraude de huachicol fiscal que ha provocado una sangría de 600 mil millones de pesos que dejaron de pagarse al erario público.
El discurso del almirante, al denunciar la complicidad de elementos de la marina durante el mandato del secretario de marina del sexenio pasado, el almirante Rafael Ojeda Durán, sienta un precedente equivalente a romper con la línea oficial que pretende justificar actos de corrupción como este, y contradice la postura tanto del Secretario de Seguridad, Omar García Harfuch como del fiscal general Alejandro Gertz Manero, quienes pronto intentaron exculpar al exsecretario.
Por ello el discurso del almirante Raymundo Morales representa el mensaje político más relevante de este primer año de gobierno, porque manda un claro propósito, avalado por la presidenta, en el sentido de que no habrá componendas ante este tipo de fraudes a la nación y se llegará hasta las últimas consecuencias para aplicar todo el peso de la ley a los responsables.
Donde se percibieron importantes cambios ha sido en la política de seguridad ya que en el sexenio iniciado por la presidenta se confronta a los criminales y se acabaron los abrazos, acciones reconocidas y apoyadas por la ciudadanía.
Para un observador acucioso, no debe escapar la percepción de acciones finas y cuidadosas de la titular del ejecutivo para ir desprendiéndose de la carga de personajes apoyados por el expresidente, que continúan con importante influencia política, quienes con frecuencia se contraponen o de plano no siguen recomendaciones hechas por Claudia Sheinbaum en cuanto a conductas que contradicen los principios de austeridad del movimiento morenista. En este sentido son claros los ejemplos de políticos como Ricardo Monreal, Gerardo Fernández Noroña, Adán Augusto López y el mismo hijo del expresidente Andrés Manuel López Beltrán, aún cuando se pueden sumar otros nombres.
Así que el deslinde en muchos aspectos respecto del sexenio anterior ha sido claro, pero en otros fundamentales ha seguido al pie de la letra las políticas de su mentor. El reto de mayor peso en adelante seguirá siendo el económico, por el déficit fiscal tan elevado en nuestra economía, así como el incremento de la deuda pública, sin olvidar el manejo hasta ahora exitoso de las relaciones con el gobierno de Trump y la renegociación en puerta del T-MEC.
El segundo año de gobierno que está iniciando, traerá consigo importantes retos pero también oportunidades que la presidenta enfrentará en condiciones más favorables en su entorno para ejercer el poder.
@fer_martinezg
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