
Más allá del balance administrativo multitemático, una virtud nada menor en un contexto de críticas sobre la predominante concentración en la empatía política y social, el informe de ayer de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, ante el Congreso local, ratificó la continuidad con acento propio: el legado de la transformación nacional como punto de origen de una nueva etapa del Obradorismo.
En su posicionamiento, el diputado del Partido Verde, Manuel Talayero, muestra claro sentido de atención política: “que se escuche fuerte y claro, bajo su liderazgo esta ciudad será el corazón que impulse el nuevo ritmo de la transformación nacional”. Crónica publica hoy la tasa de aprobación claramente mayoritaria de Brugada: 68 por ciento.
La Ciudad de México es, en la visión de Brugada, génesis cotidiana del movimiento gobernante del país. Un laboratorio político donde la justicia social se traduce en proximidad, convivencia y confianza sin descuidar administración, mujeres, cuidados, obra pública, seguridad y asertividad legislativa. La convicción es la de gobernar para el servicio y mantener viva la energía transformadora de un pueblo que no se resigna a la desigualdad. Y aludiendo hasta los baches, donde existe un enorme reto de realidad y percepción.
Sobre las observaciones, Brugada insiste en relación con la Presidenta Claudia Sheinbaum “aquí no hay diferencias de gobierno en cuanto a proyecto. Aunque quieran dividirnos somos un solo proyecto”. Ella es, dijo, “la mejor aliada” de la CDMX. La frase, dirigida al Congreso en presencia del Secretario del Trabajo, Marath Bolaños, representante de la mandataria nacional, enfatiza la continuidad estratégica por encima de la diferencia en el estilo de gobernar.
Esa cercanía incluyó también una alusión cariñosa a nuestros compañeros Ximena Guzmán y José Muñoz: “este año viví uno de los momentos más difíciles de mi vida cuando fui informada del ataque y del lamentable fallecimiento de mis compañeros”. La administración ha logrado reducir otros 8 puntos porcentuales el homicidio doloso agregando ritmo a los avances de la administración previa.
El Primer Informe ordenó los progresos en una coherente multidimensionalidad no predominantemente enfática en los programas sociales. La Ciudad de México creció económicamente —con un aumento de 33 por ciento en Inversión Extranjera Directa, 5 por ciento más en turismo y 60 mil nuevos empleos formales— y lo hizo sin desarticular ninguna prioridad programática o macroeconómica. Es la entidad más competitiva del país porque aprendió a traducir la política social en productividad.
El mensaje mostró también cómo la gestión territorial puede convertirse en política de justicia e impulso al desarrollo. La seguridad, por ejemplo, no se explicó en términos de fuerza, sino de cohesión. Aludió al esfuerzo para llegar a la baja en delitos de alto impacto, 14 por ciento menos incidencia respecto de lo alcanzado en la administración previa gracias a la cooperación vecinal, videovigilancia inteligente —la más amplia del continente operada por el C5, incluso superior a la de Nueva York— y la proximidad institucional.
El Informe fue también un acto político de madurez institucional. En un Congreso plural, donde las fracciones opositoras reconocieron el tono de civilidad, diálogo y apertura del gobierno capitalino, aun cuando las y los diputados del PAN abandonaron la sala antes de concluir el evento solemne. La presentación de Andrés Atayde, la mejor de la oposición como precisa fue la alusión política de la líder parlamentaria morenista Xóchitl Bravo.
Brugada retomó la fecha del 12 de octubre como símbolo de reivindicación de la historia desde los pueblos originarios hasta las revoluciones sociales el mismo día en que Donald Trump reivindicó a Cristóbal Colón.
En nuestra CDMX, la identidad territorial es también origen de la herencia nacional del Obradorismo.