
Sin igualar ni acercarse siquiera a las dimensiones internacionales de la FIL de Guadalajara, todo mundo aprovecha la moda --a veces municipal y espesa--, de las fiestas libreras.
Obviamente en la ciudad de México los gobiernos de izquierda, desde hace mucho tiempo, muy lejos de como promovía Mauricio Magdaleno actividades similares en tiempos del desaparecido Distrito Federal, usan la cultura como vehículo de adoctrinamiento y propaganda y muy poco hacen por su promoción en un verdadero marco de calidad y pluralidad. No es lo suyo.
Una revisión de lo ocurrido en el Zócalo en días pasados lo exhibe.
“Esta edición” (¿?) dice la pastosa secretaría de Cultura de la CDMX, la feria (ahora las ferias se editan; no se efectúan), “contará con cuatro foros que llevan por nombre frases de poemas de grandes autores y autoras”. ¡Ándale pues!
En uno de esos foros, cursimente llamado “Vamos patria a caminar, yo te acompaño” (Otto René Castillo), se dio --a pocas horas de la concesión del Nobel de literatura a Don László Krasznahorkai-- una exhibición de la importancia de las letras mexicanas en la cultura universal: Elena Poniatowska (Elenita, le dicen sus devotos), Jenaro Villamil y Jesús Ramírez hablaron en tono sentido, memorioso, elogioso y meloso, de Carlos Monsivais.
Pero ese erudito compendio sobre el autor de “Apocalipstick” cuya obra lo consagró para siempre como hombre ocurrente (jocoso, se podría decir) y sin ideas (se lo dijo Octavio Paz), no es lo único notable en esa convocatoria a la profundidad intelectual, artística y --una vez más-- cultural:
El programa anunciaba --entre otras cosas para el fin de semana--, una obra de Sabina Berman, una conversación de Lorenzo Meyer (si las meninges lo toleran); una charla de Víctor Delgadillo Polanco y Raúl Bautista “SuperBarrio” con su opus magna denominada “Otra pandemia llamada gentrificación”.
Además, un obsequio de danza prehispánica (“La Malinche”); la “Noche de leyendas” de Jermán Argueta (sic) y Los Hijos del Santo Oficio y una completísima y oportuna reflexión sobre “El periodismo en época de Trump” con David Brooks y Luis Hernández Navarro para luego presentar a la Orquesta Sinfónica Juan José Landaeta del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela (no es broma) , en cuyo repertorio no se incluyeron canciones para María Corina Machado, nos valiera el altísimo.
De ahí a “Querida niña: La complejidad de la violencia de género”, en forma de poesía zapoteca coronada por las poetas, poetisas (o como se diga) Irma Pineda, Alba Magariño y Dulce Lon, vates (¿vatas con A?) en la misma lengua.
En esta revisión somera del catálogo feriero o feriante, uno se queda con aquella reflexión del citado premio Nobel en su “Tango Satánico”:
“…ese día tomó conciencia de que era demasiado débil para detener él solo la triunfante decadencia; por mucho que lo intentara, no podría oponerse a esa fuerza capaz de destruir casas, muros, árboles y tierras…”
Mientras tanto quedémonos con este anuncio:
“…la Dirección General de Vinculación Cultural Comunitaria ofrecerá actividades dirigidas a las infancias, como presentaciones de Libro Club, con títulos como “El secreto de Nebuloponto”; “Cómo liberar a un pajarito”; “Escritura creativa y saberes comunitarios; “Historias de semillas que florecen”; “Oso de Peluche. Y otros feminicuentos”; y la colección de libros CENADEH Rosario Ibarra de Piedra…”
La triunfante decadencia dice Krasznahorkai quien de seguro debe haber visto los dos juegos de fútbol de las selecciones mexicanas, la sub 20 y la llamada mayor, en los cuales la decadencia ni siquiera logró el triunfo a pesar del uniforme color guinda-moreno.
El enanismo deportivo se quedó en sus insuperables dimensiones de siempre. Como la culturita, así les endilguen a los asistentes el libro “América Latina contra el neoliberalismo. Repensando la democracia en un mundo multipolar”, de Enrique Semo en un foro llamado “La poesía es un arma cargada de futuro” Gabriel Celaya”. ¡Que hueva!
--0--